Sudán del Sur es una región conocida por su insoportable calor, el persistente ruido de los generadores que ayudan a mantener agradable la temperatura en las viviendas y su pobre infraestructura.
Sus 10 estados abarcan extensas tierras escasamente pobladas, sobre todo por la amenaza de minas antipersonal plantadas entre los arbustos. Esto es más evidente en el estado de Ecuatoria Oriental, y particularmente en su capital, Torit, donde comenzó la guerra.
Sus habituales sequías y su falta de desarrollo contrastan con su inmensa riqueza natural. Muchos atribuyen la pobreza en el sur a los constantes conflictos con el norte.
Esa difícil relación podría adquirir una completamente nueva dimensión si los sureños optan por la secesión en el referendo que comenzará este domingo 9.
Cerca de cuatro millones de votantes en el sur elegirán entre la unidad o la separación. La votación durará siete días, con posibilidad de que se extienda aun más. Las opciones son dos papeletas: una que muestra una mano solitaria, que apoya la independencia, y otra con dos manos tomadas, a favor de la unidad.
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La mayoría en el norte parecen apoyar la unidad, aunque en el sur predominaría la idea de la secesión. Los sureños tienen la esperanza de convertirse en una nueva democracia de África y de rápido crecimiento.
La decisión tendría serias consecuencias en este país rico en petróleo, tanto para los propios sudaneses como para los habitantes de países vecinos y de otras naciones con intereses creados en esos recursos.
La lucha entre el norte y el sur de Sudán es compleja y alimentada por varios factores.
"En primer lugar, la cuestión de la religión es un problema. El norte es islámico y quiere que el Estado se base en el Corán. Quieren un Sudán guiado por la shariá (ley islámica)", explicó John Idri, sudanés que ha vivido en Kenia durante una década.
Desde la firma del Completo Acuerdo de Paz en 2005, que puso fin a la guerra, el norte y el sur hicieron esfuerzos para coexistir pacíficamente. Sin embargo, el sentimiento predominante entre los del sur es que la relación no ha sido de mutuo beneficio.
"Durante cinco años hemos querido que el norte nos demostrara que podemos relacionarnos como iguales, pero seguimos experimentando más alienación económica, religiosa y política", dijo Dagiel Kenyi, empresario de Nairobi.
"El norte está poblado por árabes que se identifican con las naciones árabes, mientras que los del sur se identifican con otros países africanos, particularmente con los de la comunidad de África oriental", explicó.
Según la Comisión para el Referendo de Sudán, de los ocho países donde hay sudaneses radicados que podrán votar a partir de este domingo, Kenia es el que tiene más, con 15.063 de los 60.000 totales. Es seguida por Uganda, con 13.245 votantes.
Debido a su errática relación con el norte, alimentada por sospechas y recelos, Sudán del Sur no ha diversificado su economía y depende casi por completo de las ventas de petróleo.
La región es rica en materiales para la construcción. Las amplias y rocosas tierras proveen una gran oportunidad para invertir en el sector. Sin embargo, los sureños no construyen casas permanentes, sobre todo debido al temor de que la guerra continúe.
La zona es también rica en minerales como el hierro, el cobre, la plata y el oro. En algunas zonas, la tierra es apta para cultivos como el trigo, el sorgo y distintas clases de frutas.
Sin embargo, Sudán del Sur no ha aprovechado nada esto y depende sobre todo de la importación de productos de Kenia y Uganda.
El sector bancario de Sudán del Sur también está estrechamente vinculado con los países vecinos.
El año pasado, el gobierno sureño adoptó decidió que todos los funcionarios públicos recibieran su salario a través de cuentas bancarias, en vez de en efectivo en sus propios lugares de trabajo.
Esto beneficiará a dos bancos kenianos con presencia en Sudán del Sur, el Banco Comercial de Kenia, que cuenta con 15 sucursales en ocho estados, y el Equity Bank, con tres.
Por otra parte, hay cinco proveedores de servicios de telefonía móvil en el sur sudanés, la mayoría de inversores extranjeros, como el operador sudafricano MTN.
Es probable que una secesión ayude al sur a ser más autodependiente en estos aspectos.
"Se dice que las relaciones entre el norte y el sur se cortarán y será para bien, pero no es cierto. El norte nos necesita para el petróleo, y nosotros lo necesitamos por el oleoducto que va al puerto", señaló Dagiel Kenyi.
Sin embargo, figuras clave como el vicepresidente de Sudán del Sur, Machar Riek, han asegurado que el petróleo seguirá fluyendo entre ambas partes sin problemas. En este momento, cada región recibe 50 por ciento de todos recursos petroleros, como lo establece el Completo Acuerdo de Paz.
Además, Riek indicó que había más cosas que unían a las dos partes, como el río Nilo y la línea de ferrocarriles. Por tanto, ante la eventual separación, las dos regiones deberán trabajar juntas.
El primer ministro de Kenia, Raila Odinga, instó a los votantes a sufragar de forma decisiva para evitar un resultado polémico que pudiera causar inestabilidad. Para que el territorio obtenga la independencia se necesitará al menos una mayoría de 60 por ciento.
Evidentemente, el referendo representa un completo cambio de paradigma en la forma en que Sudán del Sur administrará su economía, su política e incluso su religión, y el efecto se sentirá en toda África oriental, así como en el resto de la comunidad internacional.