HAITÍ-REPÚBLICA DOMINICANA: Cólera ahoga el comercio fronterizo

La epidemia de cólera que flagela Haití llegó incluso a esta pequeña localidad del sur, que sobrevivía principalmente gracias al comercio con la vecina República Dominicana.

Pescadores y comerciantes también se vieron afectados por el cólera. Crédito: Elizabeth Eames Roebling/IPS
Pescadores y comerciantes también se vieron afectados por el cólera. Crédito: Elizabeth Eames Roebling/IPS
Los tres mercados en la frontera de estos dos países, que comparten la isla La Española, han estado cerrados la mayor parte de los últimos dos meses. Anse-à-Pitres respondía por cinco por ciento del intercambio bilateral.

Samuel Elouest, activista por los derechos humanos, camina orgulloso por la otrora polvorienta calle principal de éste, su pueblo natal.

"Las calles fueron pavimentadas por la Feria Binacional el año pasado", dijo a IPS. "Ahora tenemos un gran generador. Tenemos luz por la noche, aunque por ahora es sólo para la calle principal y para las iglesias, no para los hogares privados. Pero esto ha cambiado nuestras vidas".

"Nuestra población creció de 22.000 personas a unas 28.000 después del terremoto. Pero desde que el mercado ha estado cerrado por dos semanas, hay poco dinero en el pueblo", explicó Elouest.
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Whitney Alexander, médico haitiano que se tituló en Cuba, ahora atiende en la pequeña clínica de la frontera. No contaba con personal hasta que hace unos años el Estado cedió la administración del centro a la organización no gubernamental Batey Relief Alliance.

"No podemos decir cuántos casos de cólera hemos tenido ya que no tenemos una confirmación de Puerto Príncipe", dijo Alexander a IPS. "Todos los casos han sido sospechas. No quiero decir que no sea algo serio, pues hay alerta nacional contra la enfermedad", añadió.

"Somos el único centro (médico) aquí, y atendemos a más de 50.000 personas en las comunidades vecinas. He estado aquí por años. Ya estábamos ocupados antes del brote el cólera hace dos meses, pero sin la ayuda de la comunidad internacional", señaló.

Detrás de la clínica hay tres grandes tiendas de campaña para el tratamiento del cólera, donde se aísla a los enfermos de los demás pacientes. Las tiendas son administradas por profesionales de Médicos Sin Fronteras, con la colaboración de la Cruz Roja de Haití.

Al ingresar a las tiendas, a todos se les exige lavarse las manos y desinfectarse. De las 12 camas disponibles, solo una está ocupada, por un hombre delgado y anciano conectado a goteo intravenoso.

Mientras en Haití se han constatado más de 150.000 contagios y más de 3.700 muertes de cólera, en República Dominicana sólo se detectaron 145 casos no fatales.

Cerca de la frontera, en el lado dominicano, hay un nuevo edificio del Departamento de Salud con cuatro lavabos y un jabón en cada uno. Carteles en creole y en español explican brevemente cómo se transmite el cólera y cómo evitarlo.

El gobierno dominicano, presionado por varios sectores, anunció la semana pasada que reanudaría las repatriaciones de haitianos indocumentados, suspendidas luego del terremoto hace un año.

Residentes en una sección de Santiago, la segunda ciudad más grande de República Dominicana, a apenas dos horas de la frontera norte con Haití, amenazaron con expulsar a inmigrantes haitianos.

Manifestantes dijeron que los inmigrantes vivían en condiciones insalubres, defecando en bolsas de plástico que luego lanzaban a las calles. La policía de esa ciudad llamó a los habitantes a que mantuvieran la calma y dio inicio a las repatriaciones.

Más de 900 haitianos han sido repatriados desde el comienzo de este año, lo que motivó una protesta de la organización humanitaria Amnistía Internacional.

El gobierno dominicano aclaró que se trataba de renovados esfuerzos para detener la inmigración ilegal. Reconoció que estaba buscando a muchos convictos que escaparon cárceles haitianas tras el terremoto y anunció que más de 100 ya estaban en manos de las autoridades en Puerto Príncipe.

El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos amenazó con sanciones a Santo Domingo si no hacía más para impedir el tráfico de niños y niñas haitianas a través de la frontera.

Según funcionarios y grupos defensores de los derechos humanos, estos menores son vendidos a redes de prostitución o a grupos organizados de mendigos.

El Departamento de Estado se quejó de que las autoridades dominicanas no habían presentado ningún cargo contra los traficantes de niños.

Entre las sanciones que podría aplicar Washington a Santo Domingo se incluyen la suspensión de la ayuda económica y militar, el bloqueo de las exportaciones al mercado estadounidense y la oposición a los votos dominicanos en organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Al final de la principal calle de Anse-à-Pitre, sobre la pequeña playa rocosa, hay cuatro barcos anclados. Un policía sale del cuartel y hace sonar su silbato. El pequeño grupo de pescadores y comerciantes se paran en silencio mientras se alza la bandera haitiana.

Jesner Amboise observa mientras carga su barco con sacos de harina. Se dispone a viajar a la localidad de Marigot por la noche.

"Hace demasiado calor para navegar de día. El sol está muy fuerte y no hay refugio, así que hacemos el viaje por la noche", dijo. "Solía navegar con el barco lleno de gente. Pero el cierre del mercado ha sido algo duro para nosotros", añadió.

"Ganaba 15.000 gourdes con cada viaje dos veces por semana gracias a las personas que venían a comerciar en el mercado", contó. "Ahora sólo transporto algunos productos. Tengo suerte cuando gano 5.000 gourdes después de pagar el gas".

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