Pese al consenso en cuanto a lo imprescindible de reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, el camino hacia ese objetivo parece largo y lleno de escollos, y no está claro quiénes son los responsables del estancamiento.
¿Es acaso el exclusivo club de los cinco miembros permanentes, industrializados y nucleares? ¿O el mundo en desarrollo, que tiene poca voz en la toma de decisiones sobre temas de paz y seguridad internacional?
Diplomáticos y observadores que han seguido de cerca varias rondas de debates sobre la necesidad de esta reforma, sostienen que ambas partes son igualmente responsables de que el proceso de cambio no esté avanzando.
"Esto no ocurrirá mientras yo esté vivo", dijo un diplomático asiático sobre las esperadas reformas. De pie junto a él en una exhibición de arte, un enviado europeo declaró a IPS: "El embajador tiene razón. Este proceso llevará mucho tiempo".
Ambos dijeron a IPS que esperan una rápida acción hacia las reformas, aunque sus países no tengan interés en obtener un asiento permanente en el Consejo si es que se amplía su integración.
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Como la vasta mayoría de los delegados que participaron en los últimos debates de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) sobre este tema, ellos parecen pensar que el Consejo ha perdido su credibilidad como guardián de la paz y la seguridad mundiales, dado que no está funcionando como institución representativa y democrática.
Desde que la Asamblea General, de 192 miembros, inició un debate sobre la futura forma y tamaño del Consejo, hace más de una década, algunas naciones poderosas, tanto del Sur en desarrollo como del Norte industrializado, han argumentado reiteradamente que tienen derecho a ser miembros permanentes.
Actualmente, el Consejo, de 15 miembros, cuenta con cinco permanentes y 10 rotativos, que son elegidos cada dos años.
Los permanentes (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) no sólo tienen poder de veto, sino que también poseen miles de armas nucleares.
En el mundo industrializado, los principales competidores por los asientos permanentes, como Alemania y Japón, sostienen que se los merecen porque son donantes de envergadura.
Las potencias emergentes del mundo en desarrollo, como India, Brasil y Sudáfrica, entre otras, basan sus argumentos en la población, la distribución de la economía mundial y la representación regional.
Los críticos señalan que el Consejo, creado en 1945, no refleja las realidades del mundo actual, que reclama democracia, transparencia e igualdad entre los estados miembro de la ONU.
Por ejemplo, no hay un solo miembro permanente que represente a África o América Latina. De Asia, el único país en desarrollo es China, no India.
Considerando la población de India, que se estima en más de 1.000 millones de habitantes, y a su creciente poderío económico, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que apoyaría la candidatura india a la membresía permanente.
Su declaración resultó un catalizador para la intensificación de los reclamos de reformas, pero no agregó nada al hallazgo de una manera efectiva de lograr este objetivo.
Pese a la unanimidad en cuanto a que es imprescindible una reestructura del Consejo, las naciones en desarrollo no se ponen de acuerdo sobre cuán grande debería ser ese órgano de la ONU y quién se merece ser miembro permanente.
Por ejemplo, Pakistán se opone a la candidatura de India, China a la de Japón, Italia a la de Alemania, y México y Colombia no tienen simpatía por Brasil.
Algunas naciones más pequeñas, como Cuba, denuncian el poder de veto por principio, y exigen que o bien lo ostenten los nuevos miembros permanentes del mundo en desarrollo o bien no lo ostente ninguno.
Como el embajador asiático que no quiso ser nombrado, James Paul, director ejecutivo del Global Policy Forum, piensa que la posible expansión de la cantidad de miembros permanentes del Consejo complicará los asuntos de paz y seguridad en vez de resolverlos de un modo efectivo.
Esto se debe a que más estados del Consejo "bloquearán la acción en beneficio de sus propios intereses", dijo a IPS, citando el ejemplo de India como país que posee medio millón de soldados apostados en Cachemira, un territorio del Himalaya que ha sido la manzana de la discordia entre India y Pakistán, desatando tres guerras en el último medio siglo.
Paul parece coincidir con quienes piensan que tal vez agregando miembros permanentes del mundo en desarrollo se puede volver más efectivo al Consejo, pero sólo si los cinco permanentes son despojados de su derecho a veto.
Al mismo tiempo, cree que los países pobres solamente podrán ser miembros permanentes si los apoyan los cinco que actualmente tienen ese estatus, y en caso de que estos dejen de reclamar su poder de veto.
"Es un club exclusivo", dijo Paul sobre los cinco.
"No quieren que ese club tenga más integrantes. Puede haber un acuerdo (con los principales países en desarrollo), pero no veo que eso esté por ocurrir", agregó.
El proceso de reforma no sólo requiere la aprobación de los cinco miembros permanentes, sino también el apoyo de dos tercios de la Asamblea General. En el caso de Estados Unidos, dos tercios del Congreso legislativo también debe votar esa medida para aprobar la posición de ese país a propósito de las reformas.
Entonces, la evolución del Consejo de Seguridad "es un tema delicado. Estamos intentando que todos los actores se unan. Visto de afuera, este proceso puede parecer lento, pero yo veo claramente algunos avances", declaró a IPS el embajador afgano Zahir Tanin.
Tanin fue reelegido presidente de las negociaciones de la ONU sobre la reforma del Consejo.
"Es fácil ser pesimista", dijo.
Sin embargo, "ahora tenemos un borrador de texto para las negociaciones. No lo es todo, pero por primera vez está ahí", agregó.