La mayoría de las personas no dudarían en tirar bolsas de plástico, latas de refrescos vacías, pedazos de metal y botellas de champú usadas. Pero para los estudiantes del Instituto Cavite, en Filipinas, este tipo de basura es su boleto de salida de la pobreza.
Un colegio privado pero sin fines de lucro en Silang, en la provincia de Cavite, unos 45 kilómetros al sur de Manila, cuenta con un programa de becas que permite a sus 852 estudiantes pagar sus cuotas escolares con desechos reciclables en vez de dinero.
El programa se denomina "Wishcraft", acrónimo en inglés de "Creamos becas recolectando basura reciclable y generada con frecuencia". El plan permite a estudiantes de familias con bajos ingresos inscribirse en el colegio y obtener becas o descuentos para las cuotas escolares.
Arvee Rose Abayabay, estudiante de cuarto año de secundaria, es una de las beneficiadas. Su madre acaba de emigrar a Kuwait en busca de empleo y su padre trabaja en el concejo local.
"Es un buen programa para los estudiantes, porque nos ayuda mucho, especialmente pagando nuestras cuotas", dijo Abayabay, quien está interesada en un título universitario en enfermería o tecnología alimenticia.
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"El programa ayuda tanto a estudiantes como a los padres a transformar la basura en dinero para la educación, además de mejorar al ambiente", agregó.
Elin Mondejar, ideóloga del Programa Wishcraft en el Instituto Cavite, explicó a IPS cómo funciona.
"Todos los estudiantes que traen elementos reciclables automáticamente reciben un descuento equivalente en sus cuotas escolares. El descuento puede ser usado por el propio estudiante o donado a otro que lo necesita", dijo.
Estudiantes, padres, maestros o individuos en general que quieran apoyar las solicitudes de beca de los alumnos pueden traer desechos como cartones, papel, plásticos, periódicos y botellas de vidrio a un centro de almacenaje ubicado justo al lado de la escuela, donde los artículos son pesados y registrados.
El colegio está asociado con un intermediario que transporta los desechos a compradores y entrega el dinero recolectado a la escuela, donde luego se realizan las deducciones correspondientes según los registros de desechos entregados por cada estudiante.
En promedio, los costos educativos anuales por alumno en el Instituto Cavite suman 30.000 pesos filipinos (680 dólares). Los estudiantes tienen una oferta desde nivel preescolar hasta secundaria.
Autoridades del colegio señalan que entre 40 y 50 por ciento de los colegiales aprovechan estos descuentos.
El costo equivalente de cada artículo reciclable depende de su tipo, número y cantidad. Por ejemplo, el alambre de metal se paga 3,4 dólares el kilo, mientras que un kilo de papel blanco a 13 dólares.
La directora del colegio, Corrine Realica, dijo que los estudiantes y los profesores separaban y limpiaban los artículos antes de ingresarlos, ya que los artículos limpios son mejor pagados.
"Muchos recolectan la basura de sus hogares, pero otros convocan a parientes y vecinos para crear centros de recolección destinados a financiar sus estudios", dijo Realica a IPS. "Incluso los profesores que no envían a sus hijos a la escuela han recibido becas, porque no quieren que se desperdicie la basura que tienen en sus casas".
Estudiantes que necesitan enseñanza especial y no pueden pagar el colegio han sido apoyados por donantes privados a través de Wishcraft. Dos de esos estudiantes cuentan con becas completas gracias a la multinacional Unilever, que donó artículos de su propio almacén de desechos reciclables.
Realica señaló que la basura donada por la compañía hace una importante diferencia, debido a que las cuotas para estudiantes con necesidades especiales llega a los 1.140 dólares, una cifra muy alta para un país donde 44 por ciento de sus habitantes, más de 40 millones, viven con menos de dos dólares al día.
Un estudio conjunto del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el no gubernamental Instituto Filipino para Estudios sobre Desarrollo concluyó que el número de niños y niñas entre seis y 16 años que no asisten a la escuela creció de 1,8 millones en 2002 a 2,2 millones en 2007, en parte debido al alto costo de la enseñanza.
El programa Wishcraft, probado como experiencia piloto en 2002 y lanzado oficialmente en 2004, es hoy considerado un buen ejemplo de innovación y aprovechamiento costo-efectivo de recursos que puede ser replicado en otros lugares y fomentar asociaciones. Ya hay diversas versiones de este plan en el resto del país.
Una escuela agrícola utiliza el mismo concepto de uso de desechos para reunir dinero y pagar el salario de los maestros. En un colegio público gratuito, los desechos reciclables traídos por los estudiantes son convertidos en utensilios escolares.
Un grupo de teatro de un colegio hace representaciones cobrando por entrada basura reciclable.
"Realmente hay dinero en la basura, y las posibilidades son infinitas", dijo Mondejar. "Ayuda a los estudiantes a ver la basura con una luz diferente".
Mondejar destacó que el programa del Instituto Cavite beneficia a estudiantes que desean una mejor calidad de educación, pero que no pueden pagarla. El colego limita el número de alumnos por salón a entre 25 y 30, comparado con escuelas públicas, donde puede haber hasta 70 estudiantes en un mismo salón.
El número de colegiales con becas completas o parciales pasó de 48 en el periodo 2002-2003 a un promedio de 500 anuales hoy.
El programa hace que coincidan dos prioridades sociales y prosperan mutuamente: permite que niños, niñas y adolescentes vayan al colegio, y ayuda a mejorar el ambiente.
"Hasta la fecha, más de 300 toneladas de desechos reciclables que podían ser lanzados en los ríos, canales y carreteras se han convertido en una causa valiosa: la educación", destacó Mondejar.