Los límpidos cielos del sur de Portugal albergarán el comienzo de uno de los grandes proyectos científicos de este siglo. Se trata del mayor radiotelescopio del mundo, que permitirá a los astrónomos estudiar cuerpos celestes hasta ahora inaccesibles por la enorme distancia en que se encuentran.
Los ensayos de los prototipos se llevarán a cabo en la comarca meridional portuguesa de Moura, el mejor lugar de Europa para realizar radioastronomía, según la comisión encargada de los preparativos de la construcción de este radiotelescopio 50 veces más preciso que los existentes en la actualidad.
La obra, que alcanzará un costo global de 1.500 millones de euros (casi 2.000 millones de dólares), comenzará en 2011 y se espera esté concluida dentro de nueve años.
Al anunciar la decisión esta semana, el portugués Domingos Barbosa, miembro del comité de la iniciativa, explicó que el gigantesco radiotelescopio SKA (Square Kilometre Array), "es uno de los cinco grandes proyectos científicos del Siglo XXI", que se prevé operacional en 2020.
Los otros cuatro proyectos son el Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER) en Francia, y el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), en Suiza, además de ALMA, un conjunto de 66 radiotelescopios en construcción, y el telescopio óptico E-ELT, ambos del Observatorio Europeo Austral emplazados en Chile.
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El SKA será uno de los proyectos científicos más grandes y ambiciosos jamás concebidos por la comunidad científica mundial, superior en tamaño y rendimiento al Observatorio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) y 100 veces más grande que el VLA (Very Large Array) de Nuevo México, Estados Unidos.
Ocupará un área de 3.000 kilómetros cuadrados y será construido en el hemisferio Sur, probablemente en Australia, Nueva Zelanda o Sudáfrica.
Al ser observada desde el aire, la inmensa obra dará la impresión de una gigantesca estrella de mar incrustada en una planicie.
"El impacto que causará en todos los campos de la astronomía tendrá un valor incalculable", opinó Virgílio Azevedo, especialista en temas científicos del influyente semanario Expresso de Lisboa.
Los prototipos comenzarán a ser probados el próximo verano boreal en la Herdade da Contenda, una hacienda de Moura que convenció al equipo de científicos debido a su gran disponibilidad de área, espectro radioeléctrico limpio, costos de desarrollo de las infraestructuras bastante atractivos y excelentes condiciones iono y troposféricas.
Esta fase primaria de la iniciativa estará a cargo de un equipo de jóvenes científicos británicos, holandeses y portugueses.
La construcción, que comenzará dentro de algunos meses, sin precisarse la fecha exacta, estará a cargo de SKADS (Square Kilometer Array Design Studies), un consorcio financiado mayoritariamente por la Unión Europea, del que también hacen parte 34 institutos de investigación de Australia, China, Estados Unidos, Rusia y Sudáfrica.
Barbosa afirmó que este distrito, ubicado 150 kilómetros al sur de Lisboa, en la región meridional de Alentejo, es beneficiado con el mayor número de meses con exposición solar y elevada temperatura ambiente de todo el continente europeo.
Adicionalmente, en este lugar está ubicada la Central de Amareleja, el tercer complejo solar fotovoltaico del mundo, tomándose en cuenta que uno de los objetivos del SKA es consumir energía 100 por ciento renovable.
El SKA va a permitir observar y registrar las primeras estrellas de galaxias lejanas, detectar rayas de moléculas precursoras de vida en sistemas planetarios distantes y descubrir eventual vida inteligente en el universo.
Asimismo, tendrá la capacidad requerida para revelar el nacimiento de las primeras galaxias, detectar colisiones entre agujeros negros y, gracias a su elevada resolución, podrá recolectar pruebas del proceso de formación de planetas de otros sistemas solares.
Su ficha técnica indica que la potencia del SKA será de tal magnitud, que permitirá captar el equivalente a la señal de un transmisor de televisión proveniente de un planeta en órbita de una estrella próxima del Sol.
Esta sensibilidad y resolución también hará posible diseñar la cartografía de las proto-estructuras que originaron las primeras estrellas del universo.
El proyecto sobrepasa a la antena parabólica de 300 metros de diámetro del radiotelescopio instalado en Arecibo, Puerto Rico, las 27 antenas del VLA del desierto de Nuevo México, Estados Unidos, y al situado en el nordeste de Holanda.
Las 3.000 antenas parabólicas y 250 conjuntos de antenas compactas que formarán el SKA, tendrán el potencial de proporcionar datos equivalentes a 200 veces la totalidad de la información que actualmente circula por mes en Internet.
Contará con un supercomputador que en 2020 podrá procesar información equivalente a 1.000 millones de computadoras personales actuales. Las redes de comunicaciones del SKA contarán con cables de fibra óptica, cuya longitud alcanzaría a dar 10 vueltas alrededor del mundo.
Su gigantesca dimensión exigirá que los datos que sean recolectados por el radiotelescopio, además del supercomputador, cuenten con una red de Internet de nueva generación con capacidad para interconectar todas las antenas del proyecto, erigidas en 30 estaciones colectoras de datos con un diámetro de captura de 200 metros cada una y otras 150 estaciones con cobertura de 90 metros.
Desde que en 1995 el suizo Michel Mayor descubrió el primer planeta extra-solar, varios equipos de astrónomos han logrado identificar casi 500 nuevos mundos, todos pertenecientes a nuestra propia galaxia, donde existen cerca de 200.000 millones de estrellas, alrededor de los que giran unos 46.000 millones de planetas.
De acuerdo a un estudio publicado a fines de octubre por la agencia espacial de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés), al menos una de cada cuatro estrellas de nuestra galaxia puede tener planetas del mismo tamaño que la Tierra.
El astrónomo de la Universidad de California, Geoff Marcy, uno de los principales autores del estudio de la NASA publicado en la revista estadounidense Science, sostiene que estos datos significan que pueden existir varios millones de planetas solo en la Vía Láctea, de los cuales cerca de un centenar tienen potencialidades de albergar vida.