Cuando llega a su fin la presidencia rotativa de Kazajstán en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), su régimen autoritario es nuevamente acusado de reprimir a la oposición y coartar la libertad de expresión.
Grupos de derechos humanos señalan que la situación en este país incluso empeoró durante los 12 meses en que ocupó la presidencia de la OSCE.
"Kazajstán no ha hecho lo que prometió hacer en derechos humanos cuando recibió la presidencia", dijo a IPS Dmitri Makarov, del Movimiento Internacional Juvenil de Derechos Humanos.
"Cosas como la criminalización de periodistas y de críticos al gobierno son continuas, y de hecho estas tendencias han crecido en 2010", añadió.
Kazajstán, ex república soviética de Asia central rica en recursos, es gobernada desde 1991 por el autocrático presidente Nursultan Nazarbayev, quien ha recibido durante años duras críticas por su desempeño en materia de derechos humanos.
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Abusos a las libertades fundamentales han sido documentados en todos los niveles de la sociedad.
Cuando se le otorgó la presidencia de la OSCE, las autoridades kazajas prometieron implementar reformas democráticas y mejorar la situación de derechos humanos. Pero críticos señalan que en los últimos 12 meses ha habido un "estancamiento" en la ex república soviética.
"Con tanto escrutinio internacional durante su presidencia este año, uno habría pensado, como debió ser el caso, que Kazajstán no haría más que mejorar la situación. Pero eso no ocurrió", dijo a IPS la directora de Human Rights Watch para Europa y Asia Central, Rachel Denber.
"Continuaron los problemas con periodistas acusados de crímenes y los arrestos a personas por organizar reuniones pacíficas. Eso había ocurrido años atrás y siguió ocurriendo a pesar del más intenso escrutinio internacional", añadió.
Este año se presentó nueva legislación en Kazajstán imponiendo penas extremas a periodistas que cometan "calumnias". El editor de un periódico cumple tres años de cárcel por haber publicado información clasificada y pese a que organizaciones de derechos humanos denunciaron que había tenido un juicio injusto.
Los sitios en Internet son bloqueados con regularidad por las autoridades, que también se han negado a registrar al mayor partido opositor, el Alga.
El principal activista de derechos humanos del país, Yevgeny Zhovtis, permanece en prisión a pesar de que activistas afirman que su juicio fue también defectuoso.
Además, las autoridades mantienen vigentes serias restricciones a la libertad de reunión.
A comienzos de este año, la Organización de las Naciones Unidas acusó al gobierno kazajo de ocultar el atroz estado de sus cárceles luego de que varios reclusos protestaran abriéndose sus estómagos. Presos afirman que la tortura, las golpizas y las violaciones son comunes.
Los continuos abusos a los derechos humanos cometidos en este país rico en petróleo despertaron dudas sobre su capacidad para presidir un organismo supuestamente destinado a promover el Estado de derecho.
"Algunas fuentes de la OSCE nos han dicho en privado que los recursos energéticos en Kazajstán y la ubicación geopolítica del país en relación con las líneas de suministro para las tropas de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Afganistán son las razones por las cuales se le dio la presidencia", dijo a IPS un activista que investigó las denuncias de torturas en las cárceles.
Los líderes kazajos rechazan las críticas, subrayando que la estabilidad política del país y sus relativamente altos niveles de vida, comparados con los de sus vecinos de Asia central, deben ser asegurados antes de que se adopten profundas reformas democráticas.
En vísperas de la primera cumbre de la OSCE en 11 años, realizada en Astana a comienzos de este mes, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Kazajstán admitió que líderes occidentales habían cuestionado la lentitud de este país para implementar reformas democráticas, pero aclaró que nunca se puso en duda su compromiso con éstas.
Un portavoz gubernamental dijo a los medios que Kazajstán había adoptado un enfoque de "economía, primero, política después" y de "evolución, no revolución", que había asegurado la estabilidad nacional.
De hecho, en la cumbre, los líderes occidentales parecieron eludir cualquier crítica al desempeño de Kazajstán en derechos humanos. Cualquier comentario negativo fue templado por elogios y por comparaciones con otras naciones de la región.
Analistas han sugerido que los líderes occidentales en realidad son renuentes a atacar abiertamente a Kazajstán por temor a molestar a un importante aliado geopolítico en una volátil región y a un socio rico en recursos energéticos.
Pero activistas insisten que no se debe dejar de presionar a Astana en derechos humanos.
"El otorgamiento de la presidencia por primera vez a una ex república soviética posiblemente tuvo el objetivo de darle nuevo vigor a la OSCE y atraer la atención mundial sobre Asia central. Pero no creo que eso tenga que hacerse a expensas de los derechos humanos", dijo Makarov a IPS.
Otros afirman que las democracias occidentales han perdido su oportunidad para promover reformas democráticas en este país.
"Gobiernos occidentales debieron hacer más para que Kazajstán mejorara su desempeño en derechos humanos. Cuando les dieron la presidencia les concedieron un gran regalo y perdieron la oportunidad de trabajar con ellos", dijo Denber a IPS.
"Queda ahora la gran pregunta de si los países que presionaron para que Kazajstán obtuviera la presidencia seguirán insistiendo sobre su desempeño en materia de derechos humanos ahora que la presidencia terminó. Si ignoran la situación, ésta podría no empeorar, pero sin duda no mejorará", alertó.