Ousmane Traoré, de 25 años, no tuvo más remedio que acudir a una clínica privada en el populoso distrito de Abobo, en el norte de esta ciudad marfileña, tras ser rechazado en un sanatorio estatal.
Había resultado herido en la cabeza y en el abdomen por disparos en una represión policial contra una manifestación de opositores al presidente Laurent Gbagbo.
"Cuando recibí los disparos de los policías, un hombre me trasladó al hospital (público de Treichville). Comencé a sangrar mucho", contó Traoré. Sin embargo, después de esperar 30 minutos, aún no había sido atendido. Un médico reconoció haber ordenado no asistir a manifestantes heridos.
Según Traoré, no era el único en esta situación. Una docena de manifestantes se habrían visto también obligados a buscar ayuda en otros lugares tras ser rechazados en instalaciones médicas públicas.
Lamine Tiote perdió a un amigo debido a la omisión de asistencia en un sanatorio local. "Mi mejor amigo murió el domingo. Esperó durante horas para ser atendido en el hospital. Lamentablemente, falleció en mis brazos", dijo. "Grité por ayuda pero nadie me escuchó. Fue increíble", añadió indignado.
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Tanto Traoré como Tiote habían resultado heridos en protestas de opositores que exigen la salida de Gbagbo, quien se niega a ceder la Presidencia al triunfador de las últimas elecciones, Alasanne Ouattara.
Según la Organización de las Naciones Unidas, 50 personas han muerto hasta ahora en enfrentamientos.
La Unión Africana y la Comunidad Económica de África Occidental (Ecowas) han reclamado a Gbagbo que dé un paso al costado.
Según Amnistía Internacional, testigos aseguran que a manifestantes seriamente heridos durante las protestas se les negó tratamiento médico entre amenazas de las fuerzas de seguridad.
"Esto no es justo. Ya hemos recibido a cientos de heridos de las fuerzas de seguridad. A pesar de nuestros limitados servicios, debemos procurar asistencia a todos", dijo Gabriel Beugré, director del Hospital Militar de Abobo, quien también recibió a tres manifestantes heridos.
A comienzos de esta semana, la televisión nacional transmitió la visita del ministro de Salud de Gbagbo a un hospital donde había lesionados por las protestas.
Desde las elecciones del 28 de noviembre, la situación en este país se ha vuelto cada vez más tensa. Cuatro días después de que se realizaran los comicios, la Comisión Independiente de Elecciones reveló los resultados preliminares: Ouattara recibió 54 por ciento de los votos, contra 46 por ciento de Gbagbo.
Pero el presidente del Consejo Constitucional, Paul Yao NDré, cuestionó a ese organismo señalando que no había seguido las reglas establecidas. Al día siguiente, NDré anuló los resultados provisionales y declaró ganador a Gbagbo con 51 por ciento de los votos, contra 49 de Ouattara.
Ambos candidatos juraron como presidentes con apenas horas de diferencia uno de otro, y formaron sus respectivos gobiernos, aunque la comunidad internacional reconoce en su abrumadora mayoría a Ouattara como ganador.
Ahora crecen los temores de que la disputa política arrastre nuevamente al país a una guerra civil.
El cierre de las fronteras y los continuos combates internos entre partidarios de ambos sectores obstaculizan la entrada de productos, lo que causa un incremento de los precios de los alimentos.
Los civiles no sólo viven la amenaza de la violencia, sino también sufren la inflación. "No podemos comprar nada en el mercado. Los precios de los alimentos crecieron 50 o 70 por ciento", se quejó Catherine Kouassi, de Yopougon, en el norte de la capital.
"Los camioneros han decidido incrementar los costos de transporte, lo que significa precios más altos", dijo Rosine Tah, mientras compraba berenjenas y boniatos.
En el mercado de Plateau Dokoui se venden 10 berenjenas a un dólar, cuando hace un mes valían 50 centavos. Un kilogramo de carne cuesta entre 2,50 y tres dólares.
"Si no nos cuidamos, la gente no podrá comprar carne en los próximos días", alertó Thomas Konan, analista económico de Abiyán.
El taxista Raoul Kodjo, de 35 años, todavía espera que la situación se normalice. "Ha pasado una semana desde que mi negocio llegó sorpresivamente a su fin, y los recursos son cada vez más escasos en mi casa", dijo.
Debemos encontrar una solución política para esta crisis. De otra manera, la gente agonizará aquí", afirmó.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha incrementado sus operaciones para atender a los marfileños que huyen de su país debido a la crisis, y que ascenderían a 30.000.
Adrian Edwards, portavoz de la agencia, dijo: "En los últimos pocos días, Acnur ha incrementado su ayuda para Costa de Marfil a la luz de la continuada inestabilidad allí".
"Enviamos por avión suministros adicionales a Liberia y Guinea (a donde llegan marfileños) de nuestras reservas de emergencia en Copenhague. Actualmente estamos preparados para atender las necesidades de más de 30.000 refugiados", añadió.