Lo que para algunos es un avance modesto pero firme en la negociación sobre cambio climático, que ingresa en su segunda semana en esta sudoriental ciudad mexicana, para otros no es más que humo o «falsas soluciones».
La secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático anunció el fin de semana tres «avances». El primero es un preacuerdo para incluir la captura y el almacenamiento del carbono entre las opciones financiables por el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kyoto, «siempre y cuando cumplan con una serie de estrictas evaluaciones sobre riesgo y seguridad».
Se trata de extraer el dióxido de carbono (CO2) que recalienta la atmósfera y depositarlo en «sumideros», que pueden ser los océanos, los bosques o el subsuelo.
Más allá de cultivar bosques o de conservarlos, hay varias tecnologías para bombear CO2 atmosférico al subsuelo o al lecho marino, hasta ahora poco probadas e inclusive riesgosas.
El MDL del Protocolo de Kyoto permite a los países ricos compensar en parte sus emisiones de gases invernadero invirtiendo en proyectos limpios en naciones en desarrollo.
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La captura de carbono «es lo que llamamos falsas soluciones», dijo a TerraViva el ambientalista chileno Eduardo Giesen, co-coordinador latinoamericano de GAIA (siglas en inglés de la Alianza Global Contra los Incineradores) e integrante de la Alianza por la Justicia Climática de Chile.
Así «no se resuelve el problema. En vez de reducir el dióxido de carbono que se arroja a la atmósfera se busca enterrarlo, postergando la solución», añadió. Además, estas técnicas tienen «un alto grado de incertidumbre tecnológica».
El acuerdo en este punto será entregado esta semana a los ministros de los países partes de la Convención que llegan para asumir las discusiones de alto nivel de la 16 conferencia de las partes de la Convención (COP 16), que debe concluir el viernes 10 en Cancún.
Falta muy poco para 2012, cuando expira el primer plazo del Protocolo de Kyoto para efectuar reducciones obligatorias de gases de efecto invernadero. Esas metas no se lograron y la humanidad no tiene a la vista ninguna herramienta clara para afrontar un problema global que, según los científicos, podría tener proporción de cataclismo.
Pero las conversaciones, al menos las que se hacen públicas, siguen absortas en los detalles.
Otro punto acordado en Cancún fue la extensión a cinco años del mandato del Grupo Experto para los países menos adelantados, que asesora a ese conjunto de naciones para que preparen y apliquen estrategias que les permitan soportar los embates del cambio climático. Ya hay 45 que presentaron sus planes y 38 empezaron a aplicarlos.
Según la secretaría de la Convención, el proceso enriqueció las «capacidades y concientización en los países, desde el nivel político hasta el comunitario».
Para Giesen, los grupos de apoyo de la Convención promueven «soluciones de carácter corporativo». En general los que se han implementado para la adaptación de países en desarrollo ofrecen soluciones a escala industrial, que favorecen a las grandes empresas, indicó.
En cambio, los «movimientos del mundo no desarrollado reclaman que la ayuda se dirija a comunidades locales, para mejorar la resiliencia de las poblaciones más vulnerables», dijo.
Uno de esos reclamos se expresó en la marcha organizada el domingo por las organizaciones no gubernamentales La Vía Campesina, Amigos de la Tierra Internacional y Grassroots Global Justice Alliance.
Como las ambiciones sobre Cancún son escasas, para Giesen un final aceptable sería la aceptación de un «fondo global» para la lucha contra el cambio climático «sin el componente de mercado de carbono» y con su implementación pendiente para una nueva COP. También sería positivo mantener abierta la negociación para alcanzar más compromisos en el marco del Protocolo de Kyoto, sostuvo.
El tercer logro reportado por la Organización de las Naciones Unidas fue la decisión de reforzar la educación, la capacitación y la concientización sobre cambio climático con más recursos, «así como comprometer con mayor fuerza a la sociedad civil en la toma de decisiones nacional y en el proceso de cambio climático», según el comunicado.
Ampliar la educación y la participación «está bien, pero debería reenfocarse a soluciones que lleguen más a nivel de base», dijo Giesen.
«La participación ciudadana siempre estuvo en el discurso de la Convención», pero en todas las instancias, tanto nacionales como internacionales, es «bastante vaga, pobre y no vinculante», agregó. Me parecería «fantástico» que hubiera voluntad de ampliarla.
Los parlamentarios, por ejemplo, no tienen un estatuto de participación en la COP. Aunque la secretaría de la Convención habilitó una acreditación específica, el tema sigue pendiente porque no todos los gobiernos dieron luz verde.
Los miembros del parlamento sólo pueden acceder a Cancún si son acreditados en las delegaciones gubernamentales o como «organizaciones no gubernamentales». Pero «nosotros no somos ONG», protestó el parlamentario británico Barry Gardiner, vicepresidente de Globe (Global Legislators Organisation for a Balanced Environment).
Globe, que reúne a legisladores de las 16 mayores economías del mundo, celebró un foro el sábado 4 y el domingo 5 en Ciudad de México para avanzar en una agenda destinada a resolver los problemas del cambio climático en el plano nacional, mediante leyes y control a los poderes ejecutivos.
Las propuestas de Globe serán presentadas este martes al presidente de México, Felipe Calderón.
Mientras en Cancún la presidenta de la COP 16, la canciller mexicana Patricia Espinosa, estimaba que los preacuerdos logrados «demuestran claramente que los países vinieron de buena fe» a negociar, para Gardiner el recuento de logros equivale a «casi nada».
«En vez de agarrar al perro, nos lanzamos sobre la pulga», dijo a TerraViva.