Samer Hamdan*, un prisionero palestino de 26 años, recuerda haber sido golpeado hasta sangrar, y ver también a otros presos cubiertos de sangre y gritando en las cárceles israelíes.
Hamdan cumple una condena de nueve años en la prisión de Ketziot, en el desierto de Néguev, acusado de integrar una "organización ilegal".
"Al final terminas por confesar lo que no hiciste sólo para que se acaben los golpes y los abusos", dijo a IPS Hamdan, ex miembro del Frente Popular para la Liberación de Palestina. "Solo tenía 17 años cuando me arrestaron, y estaba muy asustado. No sabía bien cómo enfrentar el interrogatorio", contó.
Hamdan indicó que sólo le permiten ver a su padre cada cuatro meses, y a su madre una vez al mes 45 minutos. Pero esta última no siempre puede hacer el largo y cansador viaje hasta la prisión desde su aldea en el norte de Cisjordania en un ómnibus de la Cruz Roja, atravesando muchos puestos de vigilancia israelíes.
"A veces, cuando mi familia trae ropa o libros, no me permiten recibirlos. Depende del estado de ánimo de los soldados", dijo Hamdan. "Los soldados también abusan regularmente de los prisioneros, y los enfrentamientos estallan periódicamente".
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Hamdan habló con IPS a través de un teléfono celular que, dijo, fue contrabandeado a la prisión por un guardia israelí. Varios otros teléfonos han sido ingresados ilegalmente a las cárceles israelíes por los propios uniformados, que los venden a veces hasta 10 veces más caros que en el mercado.
"En 2007, la policía israelí y los soldados hicieron una redada en nuestras celdas a medianoche, buscando teléfonos móviles y otros artículos prohibidos", dijo Hamdan. "Hicieron esto a pesar de pasados acuerdos entre representantes de los presos y las autoridades israelíes de que no habría redadas nocturnas",
Los enfrentamientos en las cárceles llegaron a los titulares internacionales luego de que reclusos incendiaran colchones y varios de los amotinados fueran abatidos por la policía.
La Autoridad Nacional Palestina deposita una suma en la cuenta de cada prisionero todos los meses. Ellos dependen de eso para sobrevivir.
"No estamos recibiendo suficiente cantidad de comida, y la calidad de los alimentos es muy mala. Tenemos que usar nuestro propio dinero para comprar comida en la cantina de la prisión", dijo Hamdan.
Él comparte celda con otros cinco reclusos. En sus literas generalmente tienen colchones incómodos y sucios. Pero asegura que las condiciones allí son muchísimo mejores que las de la celda donde estuvo mientras era interrogado.
"Me interrogaban día y noche, y no me dejaban dormir. Durante el interrogatorio era atado y golpeado. Me pusieron un nauseabundo costal en la cabeza. Entre cada sesión de interrogatorio me llevaban a confinamiento solitario en una celda subterránea con una luz fluorescente encendida las 24 horas. No me permitían cambiarme la ropa ni bañarme. Como retrete tenía solo una cubeta, que cambiaban de vez en cuando".
La semana pasada, dos organizaciones israelíes de derechos humanos, BTselem y el Centro Hamoked para la Defensa del Individuo, divulgaron un informe con testimonios similares de 121 palestinos retenidos en cárceles israelíes.
Los grupos señalaron que los presos eran continuamente atados, privados de sueño, encerrados en soledad, golpeados y sometidos a condiciones higiénicas degradantes, entre otras graves violaciones a los derechos humanos.
"Las violaciones comienzan en el momento del arresto y continúan hasta la transferencia del detenido", indica el informe.
Las organizaciones informaron además que, a pesar de cientos de quejas de los detenidos contra las autoridades de las prisiones, no se realizó ninguna investigación penal.
Saeed Al Haj, de la Sociedad de Prisioneros Palestinos en la central ciudad cisjordana de Ramallah, dijo a IPS: "El abuso contra presos palestinos en centros de detención de Israel ha sido un problema continuo por décadas".
"Algunos presos son destinados a confinamiento solitario durante meses. Tenemos una prisionera, Wafa El Biss, de Gaza, que ha estado atada y aislada por casi dos semanas. Sólo se le permite ir algunas veces al baño cada día y debe esperar que los guardias la desaten. Debe dormir con las luces encendidas", indicó.
La mayoría de las celdas están bajo tierra. Las luces fluorescentes permanecen encendidas las 24 horas, lo que desorienta a los prisioneros y les causa dolores en los ojos, problemas de visión y jaqueca, indica el informe.
Trece de los 121 detenidos incluidos en el estudio dijeron haber sido sometidos a privaciones de sueño por más de 24 horas, 36 por ciento afirmaron haber sido humillados e insultados, 56 por ciento denunciaron amenazas y nueve por ciento dijeron haber sido tratados violentamente.
* El nombre ha sido cambiado.