ELECCIONES EN CATALUNYA HECHOS, INTERPRETACIÓN Y CONSECUENCIAS

Convergencia i Unió (CiU) ha conseguido en las elecciones del domingo pasado más del doble de escaños (62 por 28) que el Partit del Socialistes de Catalunya (PSC), y ha doblado también a sus rivales en voto popular (38% por 18%). El triunfo de CiU es demoledor y Artur Mas, delfín de Jordi Pujol, será Presidente de la Generalitat, aunque no haya conseguido la mayoría absoluta de 68 escaños.

A pesar del malestar catalán por los obstáculos puestos por el Tribunal Constitucional español, Esquerra Republicana (ERC), la formación independentista por excelencia, ha visto reducidos sus escaños a la mitad. Las rencillas internas y la desconfianza de un electorado, sabiendo que la independencia a medio plazo está lejos, han convertido a ERC en solamente la quinta fuerza de Catalunya, en empate de votos con Iniciativa, el otro socio del “tripartito” en el poder hasta ahora, que arrebató el triunfo electoral a CiU en 2003 y 2006.

Ha habido otros dos ganadores. El primero es el Partido Popular que se ha convertido en la tercera fuerza del Parlamento. El segundo es Solidaritat, una nueva formación independentista liderada por Joan Laporta, el ex presidente del FC Barcelona. Con cuatro diputados, presionará tanto a ERC como CiU para efectuar saltos cualitativos en la senda de un referendum independentista.

Para explicar la derrota socialista podría aducirse la desproporcionada geometría de las leyes electorales. Se necesita doble número de votos para lograr un escaño en la provincia de Barcelona (feudo socialista) que en las otras (predominantemente inclinadas al nacionalismo). Pero CiU no solamente ha conseguido también la mayoría en la provincia de Barcelona y en la propia capital, sino en todas las “comarcas” (divisiones administrativas subprovinciales).

El ambiente en que se ha desarrollado la campaña y las reacciones entre los diferentes partidos puede considerarse un triunfo general del sistema democrático catalán. Los enfrentamientos personales estuvieron ausentes en los días de captación de votos, a pesar de los casos de corrupción que afectaron a casi todos los partidos.

En cuanto se fueron confirmando las sólidas estimaciones de voto, cada uno de los contrincantes se apresuraron a felicitar al ganador y a prestarle su apoyo ante la ingente tarea que le espera para aminorar los efectos de crisis económica. En lugar de reclamar victorias en las derrotas, como es la norma en casi todas las elecciones, la admisión de fracaso fue sincera en los que tenían más que perder (PSC y ERC).

Estas dos formaciones van a meditar hondamente sobre su futuro. ERC ha pagado las divisiones internas y no ha conseguido capitalizar los sentimientos nacionalistas, que han sido capturados en número alto por CiU. La clave reside en que el electorado catalán refleja el pactismo cultural y acepta la consecución de unas metas asumibles (mayores ventajas fiscales, más amplia autonomía administrativa), dejando para una etapa más propicia el proyecto de un referendum independentista. Como bien saben en otras latitudes, uno no llama a un referendum si, además de ser constitucional (lo que en estos momentos no es), no tiene garantías de resultados afirmativos.

Las consecuencias de la elección se dividen en clave interna y en las reverberaciones en España. La primera víctima ha sido el líder socialista José Montilla, quien ha decidido abandonar la Secretaría General. El futuro del PSC está en juego, bajo las tensiones entre sus dos ramas fundaciones (la inmigratoria, que refleja más las tesis del PSOE, y la catalana nacionalista). La presión para diferenciarse del partido estatal va ser imponente. Finalmente, el ejercicio catalán merece una lectura en el conjunto de España. La elección tiene un efecto de ‘intermedias”, mal llamadas “primarias”, en la costumbre norteamericana.

En un primer paso se presentan las municipales (previstas para mayo de 2011) en toda España y las autonómicas en el resto de las circunscripciones subestatales (excepto en el País Vasco y Galicia, que tienen el mismo privilegio de convocatoria que Catalunya). La primera ficha de dominó en caer puede ser el ayuntamiento de Barcelona, en manos socialistas desde la recuperación de la democracia, que puede pasar a control de CiU. La segunda, más relevante, puede ser el efecto que la derrota del PSC tenga en las expectativas del PSOE, en dudas sobre la continuidad del liderazgo del presidente Zapatero, de cara a las elecciones generales, que como máximo debieran celebrarse en marzo 2012. (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Joaquín Roy es Catedrático ‘Jean Monnet’ y Director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami (jroy@Miami.edu).

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