La nepalesa Ramita Bhujel se resistía a regresar a la escuela después de haber faltado todo un año. Esta alumna de cuarto grado de la Escuela Secundaria de Shree Saraswati tuvo neumonía, no pudo realizar sus exámenes y por tanto prefirió no volver más a las aulas.
"Tenía miedo de lo que dirían los profesores después de mi larga ausencia", dijo esta niña de 10 años.
Ramita contó que otra estudiante mayor, Sharmila, la visitaba e intentaba persuadirla de regresar al colegio, localizado en Kaver, al este de este país asiático. "Vino a mi casa después de que uno de los profesores la enviara a hablar conmigo", recordó.
Ramita finalmente regresó a las aulas.
Pero Bharat Kumar Yadav, de la aldea Khariyani, en el oriental distrito de Dhanusha, no habría tenido la misma suerte si no hubiera sido por la iniciativa Bienvenidos a la Escuela, del gobierno nepalés y apoyado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y otros donantes.
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Según un estudio realizado por la Oficina de Educación del Distrito de Dhanusha para Unicef en julio de 2010, Bharat debió abandonar los estudios en 2004 debido a que su padre quería que trabajara con él en le granja.
Aunque la educación primaria en Nepal es gratuita, Nathuni Yadav le pidió a su hijo que abandonara los estudios y lo ayudara a sostener a toda la familia.
El niño por tanto se ausentó dos años de la escuela hasta que fue identificado por uno de los voluntarios del programa Bienvenidos a la Escuela, dedicados a visitar áreas donde la tasa de matriculación es baja.
Los voluntarios, seleccionados por las propias escuelas, realizan encuestas en los hogares para saber qué alumnos han desertado y tratan de hacer que regresen a las aulas.
Después de su negativa inicial, Yadav accedió a que su hijo volviera a estudiar. Ahora Bharat cursa el quinto grado de la Escuela Nacional Primaria de Gyanjyoti, y está decidido a continuar con sus estudios al menos hasta terminar secundaria.
En 2004, Unicef lanzó la iniciativa Bienvenidos a la Escuela en dos fases en 14 distritos. La primera tuvo la misión de procurar en particular la matriculación de niñas de comunidades marginadas, y la segunda de mejorar los ambientes de aprendizaje para que todos los menores puedan terminar la escuela primaria.
Al año siguiente, el gobierno nepalés extendió la campaña a los 75 distritos del país.
La iniciativa ya comenzó a mostrar resultados en la matriculación de estudiantes en nivel primario. La tasa de inscripción creció del usual dos por ciento anual a 11,7 por ciento en 2005.
Esto quiere decir que se sumaron 473.000 estudiantes, de los cuales 270.000 son niñas, según datos del gobierno. La inscrpición en el primer grado de primaria creció 21 por ciento.
"La matriculación neta (en nivel primario) mostró un salto de 70 por ciento en 1996 a 93,7 por ciento en 2010", dijo Sumon Tuladhar, especialista en educación para la oficina de Unicef en Katmandú.
La campaña busca atender las particulares necesidades de las comunidades. En algunas, se trata de atender a niños que hayan abandonado los estudios, y en otras mejorar la calidad de la educación o crear conciencia entre los padres, los líderes comunitarios y los maestros sobre los problemas de la enseñanza.
Pero la principal atención se centra en niños y niñas que han desertado, especialmente de las comunidades étnicas con más desventajes, como los dalits y los janajatis.
Por lo general es difícil convencer a los padres de las comunidades más vulnerables para que envíen a sus hijos a estudiar, dijo el director de la Escuela Secundaria Shree Saraswati, Ramesh Kaki Shrestha. "Están al tanto de que necesitan enviar a sus hijos a la escuela, pero aún tienen mucho que hacer", explicó.
El gobierno creó un programa de incentivos financieros para hacer que los padres envíen a sus hijos e hijas a la escuela. Este plan les provee becas a niños de las comunidades marginadas y a 50 por ciento de las niñas de primaria, del primer grado al quinto.
Algunas escuelas, como la que administra Shrestha, añadieron su propio toque al programa. Se les entregan uniformes a todas las niñas de cada año de primaria. "No podíamos soportar la decepción de las que no recibían nada", dijo Shrestha a IPS.
A pesar de los avances logrados por la iniciativa, reducir la deserción sigue siendo todo un desafío. Más de 20 por ciento de los alumnos abandonan las aulas entre el primer y el quinto grado de primaria, según un informe del gobierno.
Tuladhar, de Unicef, atribuye esto a una mezcla de razones: la falta de una atmósfera amigable para los niños, la actitud de los padres, más interesados en los incentivos financieros que en los estudios de sus hijos, y los métodos tradicionales de enseñanza, que no atrapan la atención de los alumnos.
Los maestros admiten que la forma de enseñanza no ha variado mucho. Aún se basa en la simple exposición del profesor con preguntas a los estudiantes, e incluso se permite el castigo corporal.
"Hasta hace pocos años, enseñábamos de la misma forma en que nos habían enseñado a nosotros", dijo Saraswati Sharma, maestra de tercer grado en la Escuela Secundaria de Shree Saraaswati.
"Ahora preparo las lecciones de forma que permitan una mayor actividad y creatividad de los estudiantes. Realmente disfrutan su trabajo en clase y en el hogar", afirmó.
(*Este artículo fue producido por IPS Asia Pacífico como parte de una serie sobre el impacto de la crisis económica mundial en la infancia y la adolesencia, en asociación con la oficina para Asia Oriental y el Pacífico de Unicef)