Joseph Muhembeli, su esposa Beatrice y su hija de seis meses hacen cola en el centro de salud de esta occidental localidad de Kenia para recibir tratamiento contra el VIH. Pero no esperarán por mucho tiempo. La presencia del padre acelera el trámite.
La pareja descubrió hace cuatro años que tenía VIH (virus de inmunodeficiencia humana). Pero gracias a la atención del Programa para Evitar la transmisión de Madre-Hijo (PMTCT, por sus siglas en inglés), su beba de seis meses no es portadora.
"Desde hace años promovemos la participación masculina en la prevención de la transmisión del VIH. Cuando los hombres acompañan a sus esposas a las consultas pre o pos-natales, la familia recibe un trato especial", explicó Martha Opisa, enfermera encargada del centro de salud de Vihiga.
Unas 40 personas al mes consultaban los servicios del PMTCT antes de que incentivar la participación de los hombres. "Pero ahora vienen entre 60 y 70", remarcó Opisa.
Las clínicas masculinas forma parte del programa Zingastia Maisha ("cuidar la vida" en swahili), financiado por el laboratorio GlaxoSmithKline y el Ministerio de Salud Pública de Kenia.
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La iniciativa también fortalece la colaboración entre organizaciones sociales e instituciones de salud estatales.
El PMTCT y el éxito de las clínicas masculinas, que ofrecen información sobre distintas temas de salud, logró un cambio de mentalidad. En especial éstas últimas, que tuvieron un efecto importante en la zona donde vive Muhembeli, donde los hombres suelen cree que la atención pre y pos-natal es una responsabilidad exclusiva de las mujeres.
Ahora Muhembeli es uno de los cientos de hombres decididos a cambiar su forma de pensar.
En una de esas clínicas, Muhemebli y su esposa descubrieron que eran portadores del VIH.
"Gracias al apoyo del personal de la clínica tuvimos dos hijas sin VIH", señaló el padre. La pareja tiene otra niña de tres años.
"También ofrecemos asesoramiento y análisis de VIH gratuitos. Realizamos pruebas de otras infecciones de transmisión sexual, tuberculosis y brindamos tratamiento contra cualquier otra enfermedad", explicó Opisa.
Las clínicas también ofrecen clases sobre el cuidado de bebés, planificación familiar, higiene, entre otros servicios.
Las personas con VIH son derivadas a un equipo de ayuda para afrontar la situación. Las que no tiene el virus concurren a otro grupo de ayuda para contribuir a difundir la importancia de la clínica en la comunidad.
Muhemebli se acercó empujado por su esposa.
"No fue una decisión fácil. Pero mi esposa insistió tanto que la tuve que escuchar", relató. Pero no todos hacen lo mismo, por eso es importante la clínica, apuntó.
Gracias al programa Zingatia Maisha, los hombres convencen a otros de ir a las clínicas con sus esposas. Fue un éxito porque ellos escuchan a sus pares, no a las mujeres.
Es más fácil atender a una pareja que a una mujer sola, según Opisa.
"Si reaccionan, es más fácil convencerlos de que se unan al PMTCT", indicó.
El programa, implementado por la Fundación de Ayuda Pediátrica Elizabeth Glase, la Fundación de Investigación Médica Africana y la Red Nacional de Empoderamiento de Personas con VIH/sida, ayudó a conectar a 15.000 personas seropositivas con grupos de apoyo en las provincias Oriental y Occidental.
Cuarenta por ciento de las madres con VIH transmiten el virus a sus hijos cuando no hay intervención, señaló la pediatra Lucy Matu, asesora técnica de la Fundación Elizabeth Glase sobre el PMTCT.
"Pero con una sola dosis de Nevirapine, esa cifra se reduce a la mitad", explicó
Gracias al programa, las hijas de Muhembeli no tienen VIH. La vida de la pareja también mejoró en otros aspectos.
"Desde que aprendimos a vivir con la enfermedad, nuestra situación nunca fue la misma. Me ama como nunca antes. Siempre me acompaña a la clínica y nos recordamos mutuamente cuándo tomar los medicamentos. Es mi compañero de tratamiento", relató Beatrice.