Organizaciones de derechos humanos piden a los movimientos abolicionistas de Medio Oriente y África del norte que coordinen sus esfuerzos para presionar a los gobiernos árabes a que pongan fin a la pena capital.
"La sociedad civil logró colocar el asunto en la agenda de muchos países árabes", señaló Mervat Reshmawy, consultor de derechos humanos. "Lamentablemente, los movimientos abolicionistas de la región no se ponen de acuerdo si reclamar una moratoria sobre las ejecuciones, una disminución de la cantidad de delitos capitales o la derogación total", añadió.
La aplicación del máximo castigo varía según el país de Medio Oriente y África del norte.
Argelia, Marruecos y Túnez mantienen una moratoria sobre las ejecuciones desde hace casi dos décadas, pero los tribunales siguen dictando condenas a muerte por varios delitos.
Egipto, Iraq y Yemen están a favor de la pena capital y realizan ejecuciones, habitualmente por ahorcamiento o fusilamiento.
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En Arabia Saudita, donde hubo por lo menos 69 ejecuciones el año pasado, los delincuentes son decapitados en una plaza pública, incluso los menores.
Activistas de derechos humanos señalan que prevalecen ideas falsas sobre la pena de muerte en la región. Muchos árabes creen que la shariá (ley islámica) es la base de ese castigo en el código penal. Los intentos para derogarlo chocan con una férrea resistencia de islamistas y conservadores.
"La gente no sabe que la shariá restringe la aplicación de la pena de muerte a unos pocos delitos y que hay alternativas a la ejecución", explicó Abood Sarraj, profesor de derecho de la Universidad de Damasco.
La mayoría de los delitos a los cuales se aplica el castigo extremo no están previstos en la shariá, sino que apuntan a prevenir faltas violentas y amenazas a la seguridad del Estado, apuntó Sarraj.
La pena capital no es efectiva para frenar la delincuencia, arguyó. Además, las fallas judiciales en los países árabes hacen que los acusados no tengan las garantías de un proceso justo.
"La cantidad de delitos que se castigan con la muerte en la región es excepcionalmente grande y la mayoría no tiene que ver con la shariá", remarcó Sarraj en una reunión de abolicionistas realizada en Egipto en septiembre.
"Estamos contra la pena de muerte porque sabemos que no es un elemento efectivo para prevenir delitos, es sólo una forma de venganza. Pero ahora tenemos que convencer a la gente", añadió.
Los movimientos abolicionistas casi no existían en los países árabes hace una década. Pero ahora hay una importante movilización en más de 10 países de la región y cada vez se sienten más.
Gobiernos represivos y organizaciones religiosas conservadoras obligan a los activistas a tomar precauciones. Muchos de ellos denunciaron amenazas o haber sido difamados.
"En Yemen, la gente todavía cree que la abolición atenta contra la shariá", explicó Taghreed Jaber, director regional de Penal Reform Internationl (reforma penal internacional. "En Argelia, los activistas sufren graves amenazas de los islamistas y es muy peligroso hacer campaña en los países del Golfo", apuntó.
Creyendo que la unión hace la fuerza, los activistas del mundo árabe construyen una coalición regional para presionar a sus gobiernos a que deroguen la pena capital. El grupo está integrado por organizaciones de Argelia, Egipto, Jordania, Líbano, Marruecos, Palestina y Yemen.
"Necesitamos más voces en la región para hablar contra la pena de muerte", señaló Jaber. "Los activistas deben proponer leyes, hacer declaraciones y formar a las organizaciones de la sociedad civil", añadió.
La Declaración de Alejandría, emitida tras un encuentro de la sociedad civil en esa ciudad de norte de Egipto en mayo de 2008, significó un gran paso para el movimiento abolicionista de la región.
El documento llama a los gobiernos árabes a respetar la resolución de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas 62/149, que exhorta a los estados a imponer una moratoria sobre las ejecuciones como paso previo a la abolición total.
Las diferencias legales, de valores y de sentimientos de la población de los distintos países dificultaron los intentos de definir una estrategia común.
"No hay una sola estrategia abolicionista en la región, depende de cada país", dijo a IPS la activista Magda Boutros, de Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales. "Cada nación árabe es diferente, hay notorias diferencias de opinión en cada una e incluso dentro la propia sociedad civil", añadió.
Las estrategias abolicionistas presentadas en un encuentro realizado en Alejandría en septiembre fueron tan diversas como los delegados presentes, procedentes de numerosos países árabes y de distintas organizaciones internacionales.
Algunas personas estaban a favor de la derogación total e inmediata de la pena de muerte para que el movimiento no perdiera el impulso inicial. Otras, en cambio, se inclinaban por una disminución gradual de la cantidad de delitos pasibles de ser castigados con la pena máxima, en especial los que son incompatibles con la shariá.
Al final se acordó que el objetivo inicial de una campaña regional debe ser urgir a los parlamentarios a imponer una moratoria sobre las ejecuciones.
"Todo lo que pedimos es una moratoria para detener el baño de sangre", señaló el sociólogo Mustafa Al-Muraizeq, de la Organización Marroquí de Derechos Humanos. "Luego podremos debatir estrategias con vistas a la abolición total", añadió.