NICARAGUA: Ser machista es mala onda

Alejandro Silva fue conminado a defender su posición contra el machismo a punta de golpes, cuando al salir de un taller sobre equidad de género, fue agredido por otros compañeros de clases en Nicaragua que lo tildaban de homosexual.

Estudiantes de primaria, en un taller sobre masculinidad Crédito: Cortesía Redmas
Estudiantes de primaria, en un taller sobre masculinidad Crédito: Cortesía Redmas
"Fue un error, no me controlé", reconoció apenado a IPS el joven de 16 años, quien hace un año salía de un seminario sobre Nuevas Masculinidades y Equidad de Género, en un instituto público de educación de Managua, cuando se encontró con un grupo de compañeros de curso.

Aguantó mientras le gritaron obscenidades y le tildaron de "homosexual y mujercita", pero olvidó lo aprendido cuando a los otros adolescentes toquetearon a su novia, que lo acompañaba, y a él le intentaron pintarrajear la cara con pintura de labios.

Tenía muy metida en su mente una enseñanza del taller: "hombres y mujeres somos iguales, pensar que el hombre es superior se llama machismo y el machismo solo deja violencia".

Pero se lió a golpes y aunque ganó la pelea, quedó tan desmoralizado y avergonzado que dejo de asistir a los talleres ese año. Solo ahora ha vuelto a otro taller con parecidos objetivos que dictan por su barrio, en una zona pobre del este de la capital.
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Silva participaba con otros adolescentes de su centro educativo en la campaña educativa "Ser machista es balurde", una palabra de la jerga juvenil nicaragüense que define el mal gusto o "la mala onda".

Ese programa está dirigido a niños y adolescentes de entre 10 y 15 años y es promovido desde 2007 por la Red Masculinidad por la Igualdad de Género (Redmas).

Más de 25.000 nicaragüenses han asistido a diferentes programas de género en los últimos tres años y, como Silva, han comenzado el nada fácil camino de trasformar conductas como el machismo y la desigualdad de género.

Douglas Mendoza, responsable de Capacitación y Alianza de la no gubernamental Fundación Puntos de Encuentro y coordinador de Redmas, dijo a IPS que la construcción de una nueva visión de masculinidades no machistas se enfrenta a posturas tradicionales violentas y al rechazo hacia quienes participan en los programas.

Redmas aglutina a 17 organizaciones no gubernamentales (ONG) y siete instituciones estatales en Nicaragua. A su vez, la red forma parte de MenEngage, una alianza global de ONG y de agencias de Naciones Unidas que tiene 500 integrantes en América Central.

MenEngage realiza investigaciones, intervenciones e incidencia política que apuestan a involucrar a los varones en la promoción de la equidad de género, de la salud y bienestar de niños, niñas y mujeres.

Mendoza explicó a IPS que Redmas ha promovido espacios colectivos para trabajar especialmente con niños, adolescentes y jóvenes de ambos sexos, así como parejas, en la formación de una masculinidad con enfoque de género.

Contó que para ello han capacitado a 1.500 promotores y promotoras, para llevar el mensaje a más de 25.000 niños, niñas y jóvenes de todo el país. No solo con la campaña "ser machista es balurde", sino con otras como "Jalencia sin violencia". Jalencia es como se llama en la jerga juvenil a al noviazgo.

La experiencia nicaragüense ha servido para que ONG centroamericanas vengan al país a capacitarse en los proyectos sobre nuevas masculinidades de Puntos de Encuentro, para adaptarlo a sus realidades.

Los que más interés despiertan son los programas "ser machista es balurde" y "escuela para padres", una propuesta de capacitación en el enfoque de género y masculinidad con padres y madres jóvenes.

Elisa Villavicencio, una joven de 23 años de Managua, se siente beneficiaria directa de la campaña de paternidad responsable, después que logró superar la renuencia de su pareja a asistir al programa.

"Al inicio me decía que esos talleres eran para homosexuales, y que a él nadie tenía que enseñarle cómo criar a nuestra chavala (hija)", contó.

"Después lo convencí de ir y la verdad es que ha ido cambiando. Ahora ya hasta baña a la niña y le cambia los pañales", contó riendo ella a IPS.

Estas campañas han contado con el respaldo de algunas ONG internacionales, de agencias de Naciones Unidas, de ministerios nicaragüenses y de otras instituciones públicas y privadas locales.

Ligia Arana, directora del Programa Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua, dijo a IPS que una nueva forma de construcciones de masculinidades va haciéndose realidad en los países del istmo, pese a las muchas resistencias.

Destacó que su programa y todas las demás instituciones involucradas han partido de la base de que "la educación es la base fundamental para todas las transformaciones humanas".

Explicó que a través de seminarios, posgrados, maestrías y cursos dirigidos principalmente a hombres, se ha ido contribuyendo a superar esa "visión machista que históricamente ha atado los derechos de las mujeres a la condición biológica, al determinismo biológico".

"Ese modelo, donde el hombre se sitúa encima de la mujer como ser superior, se ha ido cayendo poco a poco y hoy en día, ese modelo de masculinidad tradicional, ha entrado en crisis", adujo.

Un estudio del Centro de Análisis Sociocultural de la UCA, realizado en 2005 a nivel centroamericano, reveló que en Nicaragua y el resto del área se ha percibido un cambio de visión y actitud en los hombres respecto al rol tradicional de masculinidad.

El estudio "Masculinidad y factores socioculturales asociados a la paternidad" aplicó una encuesta a 1.200 hombres casados y solteros, urbanos y rurales, sobre representaciones y comportamientos masculinos frente a la paternidad, religión, naturaleza, sexualidad, reproducción, familia, masculinidad y visión del mundo.

La investigación reveló que 90,2 por ciento de los varones centroamericanos se mostraron de acuerdo en colaborar con las labores domésticas del hogar.

Un 61 por ciento se mostró en desacuerdo con la afirmación de que "el hombre no debe expresar sentimientos ni ternuras" y 96 por ciento estuvo de acuerdo en que "si un hombre embaraza a una mujer la responsabilidad es de ambos".

En América Central uno de los principales problemas de seguridad ciudadana es la violencia de género y las agresiones sexuales, de acuerdo a estudios de Naciones Unidas y de instituciones del istmo.

El informe "Abrir Espacios a la Seguridad Ciudadana y el Desarrollo Humano", que analizó la situación de inseguridad en América Central, estimó que dos de cada tres mujeres asesinada en el área mueren por razón de género. Los feminicidios, como se llama a este tipo de crímenes, ya incluyen en sus leyes de estos países.

Además, al menos 15.000 que fueron violadas entre 2002 y 2005 en los cuatro países de los que obtuvo registros oficiales: Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Nicaragua.

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