«El arquero dormido», libro de relatos cortos del venezolano Ednodio Quintero, es una verdadera carta de presentación de la novela en miniatura, una deliciosa reivindicación de la narrativa breve.
La mini novela es "capaz de albergar en pocas páginas un mundo de conflictos, anécdotas, personajes, tensiones y celajes que escapan al simple relato o cuento largo", dijo el autor en conversación con IPS.
En cuanto a la técnica, la brevedad de este género literario en gestación viene acompañada de una mayor velocidad narrativa, que en el caso de Quintero es por momentos vertiginosa, y del uso de licencias propias de la novela larga, como la inclusión de relatos autónomos a modo de cápsulas narrativas.
"El arquero dormido" es un antología de cinco de sus novelas miniatura, y además el título de una de ellas. Las otras son "La bailarina de Kachgar", "El cielo de Ixtab", "El corazón ajeno" y "Lazos de sangre". El libro fue editado este año por el sello Alfaguara.
Quintero, también guionista de cine y profesor en la Universidad de Los Andes, en el occidental estado venezolano de Mérida, nació en el pueblo andino de Las Mesitas en 1947, estudió ingeniería forestal y lleva más de 40 años "escribiendo para respirar", según dijo.
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"He escrito de todo", comentó, incluyendo la novela "La danza del jaguar" (1992), cuyas más de 300 páginas se distribuyen en cinco "libros" interconectados pero que pueden leerse como textos autónomos.
"El arquero dormido" sigue a una quincena de libros que compilan los relatos de Quintero desde que en 1972 la célebre revista El Cuento Ilustrado, de los mexicanos Juan Rulfo y Edmundo Valadés, premió una selección de sus "cuentos brevísimos".
La crítica española Carmen Ruiz Barrionuevo, de la Universidad de Salamanca, sostuvo que, "en ese gusto por los personajes poseídos por los sueños que arrastran sus cuerpos por espacios rituales o bien se elevan para cumplir el deseo de volar, la obra de Quintero coincide con la de los escritores de su generación".
"Todos ellos potencian el personaje insomne y víctima de pesadillas que no puede discernir frente a los hechos cotidianos, un sueño en el que caben los impulsos irracionales, lo fantástico, lo incomprensible, el amor", dijo Ruiz Barrionuevo.
En Quintero, el gusto por la concisión apareció desde sus primeros cuentos brevísimos, como el que tituló "TV" y que integralmente dice: "Una niña vio en la TV el sacrificio de un bonzo. Entonces buscó su única muñeca, la bañó en gasolina y le dio fuego. Cuando llegaron los bomberos todo el barrio estaba en llamas". Desde sus primeros lauros, más de un centenar de cuentos nutrieron sus libros "La muerte viaja a caballo", "Volveré con mis perros", "Cabeza de cabra y otros relatos", "El combate", "El rey de las ratas" y "Mariana y los comanches", entre otros.
Ochenta o noventa por ciento de sus textos están escritos en primera persona. "En algún momento descubrí que eso le da más fuerza al relato", dijo a IPS.
También apela Quintero a "un constante diálogo con el lector", para lo cual se vale de refranes, dichos, canciones populares y hasta expresiones de comerciales de radio y televisión.
Para ello apela a su convicción de que "el lenguaje es una cosa viva", a los recuerdos y el habla de sus orígenes campesinos en los Andes, a las palabras de su longevo padre y, sobre todo, al bagaje dejado por su inagotable pasión por la lectura.
Entre sus influencias, Quintero destaca la literatura japonesa desde que muy joven leyó al narrador Ryunosuke Akutagawa (1892-1927) y hasta la actualidad, pues con el experto japonés en literatura hispanoamericana Ryukichi Terao, de la Universidad de Ferris en Tokio, trabaja en la traducción de obras niponas.
Entre los meses de julio y septiembre de este año, el escritor dictó conferencias en el Instituto Cervantes de París y Tokio, y en la Casa de América Latina de la sudoriental ciudad de Lyon, y acompañó la edición en francés de su libro "El combate y otros relatos".
Otra característica de la novelística de Quintero es la importancia de los personajes femeninos: la madre, la prima, la esposa, la hermana, la amante, la adolescente hermosa, la invasora.
A "El arquero dormido" lo presentó en el prólogo como entrega de "cinco novelas en miniatura, cada una gobernada por la voluntad férrea de narrar a toda velocidad. Cada una impregnada por el aroma a mastranto, canela, nueces, almizcle y alhelí de cinco mujeres empeñadas en amar y castigar a toda velocidad".
En resumidas cuentas, según Quintero, "la aspiración del escritor de novelas en miniatura debe ser la misma de aquel pintor chino que pretendía pintar un mundo en un grano de arroz".