Puede no ser fácil imaginar al industrializado y tecnológico Japón como un impulsor de políticas verdes. Sin embargo, varias naciones de Asia desarrollan proyectos ambientales gracias a su ayuda.
Desde inicios de los años 90, Japón se ha involucrado en varias iniciativas verdes en toda Asia, fundamentalmente a través de su ayuda oficial al desarrollo (ODA), préstamos y transferencia de tecnología.
Una de las más recientes aborda los impactos del cambio climático en la agricultura, y ha llevado a algunos de los principales expertos japoneses en el sector a trabajar al norte de Tailandia.
Según Masato Oda, el proyecto que él supervisó allí el año pasado permite que los agricultores tailandeses aprovechen mejor el agua para sus cosechas. Ya que no requiere de mucho dinero ni de alta tecnología, puede ser replicado en el resto de Tailandia o en otros países.
Oda señaló que la metodología es aplicable en naciones asiáticas como Camboya, donde las constantes sequías obligan a los campesinos a realizar grandes esfuerzos de irrigación.
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"Lo bueno de todo el proyecto es que los agricultores no necesitan ser científicos para tener éxito", señaló. "Todo lo que deben saber es trabajar más duro en los cultivos y otras pocas condiciones importantes, como la selección de semillas de alta calidad, todas cosas que no están lejos de su alcance".
El suelo en el norte de Tailandia es arenoso. Las precipitaciones anuales allí son de entre 800 y 1.000 milímetros durante seis meses, pero el resto del año generalmente hay condiciones de sequía. La situación se ha agravado con el recalentamiento planetario.
No obstante, muchos agricultores mantienen sus cultivos de caña de azúcar con métodos de irrigación intensa, dos veces al día.
Oda dijo que 12 hogares aplicaron un nuevo sistema de retención de agua de lluvia financiado por Japón, que les ayudó a conservar al menos 1.000 mililitros.
"Los agricultores ahora irrigan sólo una vez a la semana, y todavía tienen buenas cosechas", señaló, añadiendo que también comenzaron a cultivar tomates.
Oda explicó que el proyecto se concentra en un mayor aprovechamiento de la tierra plantando más y cubriendo toda la superficie. Esto, explicó, reduce la evaporación del agua.
Los agricultores además no tienen que gastar tanto combustible diesel para sus máquinas de bombeo de agua. Oda subrayó que esto contribuye a mitigar el cambio climático, ya que se liberan menos gases invernadero.
Tokio se puede adjudicar varios logros con su ayuda ambiental de los últimos 20 años. En 2006, por ejemplo, ofreció un crédito de 6,82 millones de dólares a China para combatir las tormentas de arena y el dióxido de sulfuro propagado en cultivos por la lluvia ácida.
El mismo año, Japón extendió su ayuda ambiental a Filipinas para desarrollar la industria local de reciclaje, así como para crear conciencia sobre la protección de los ríos.
Proyectos ambientales relacionados representaron alrededor de cuatro por ciento de la ODA japonesa en los años 90. Para 2008, crecieron a más de 20 por ciento.
Tokio explicó que ésta era una forma de reducir el énfasis de la ayuda "tradicional" al Sur en infraestructura, y señaló que se basaba en su propia experiencia de combate a la contaminación cuando se desarrolló económicamente.
En los años 60 y 70, Japón construyó refinerías petroquímicas para atender su creciente demanda energética en el marco de sus ambiciones industriales.
Cuando se convirtió en una potencia económica, pagó su éxito con la salud de la población: la grave contaminación del aire causó problemas respiratorios a miles de japoneses.
En 2004, el Fondo Japonés para el Ambiente Mundial comenzó a brindar ayuda a organizaciones no gubernamentales que trabajaban a nivel de base.
El portavoz del Fondo, Takuya Kimura, dijo que, en 2008, unos dos millones de dólares financiaron 27 proyectos ambientales, la mayoría relacionados con preservación del agua a nivel comunitario. Veintidós de esos proyectos fueron aplicados en Asia, específicamente en Birmania, India y el Delta del Mekong.
No obstante, expertos opinan que la ayuda verde japonesa podría ser mayor si no fuera por la falta de políticas claras y por los recientes recortes de la ODA.
Como consecuencia, según un informe de la Escuela de Economía de Estocolmo, la ayuda ambiental japonesa se ha politizado y se basa simplemente en los pedidos de los beneficiarios, sin estrategias definidas.
La mejor ayuda ambiental de Japón es la que tiene en cuenta la ecología y el desarrollo humano, según el director de la Academia Ambiental de Waseda, Takeshi Hara.
"Lo que vemos ahora es un fuerte enfoque en políticas de ayuda orientadas por el mercado, basadas en la transferencia de tecnología verde", sostuvo Hara. "Esto no es lo que debería hacer Japón".
* Este artículo de IPS es parte de una serie apoyadas por la Red de Conocimiento sobre Clima y Desarrollo http://www.cdkn.org