Falta poco para que comiencen los cultivos experimentales de maíz transgénico resistente a la aridez en cinco países africanos, una innovación que, a la larga, será contraproducente, afirman algunos.
La iniciativa promete mejorar el rendimiento en condiciones ambientales adversas.
Un equipo de científicos en Estados Unidos, Kenia, México, Mozambique, Sudáfrica, Tanzania y Uganda desarrolló variedades de maíz que permiten hacer un uso eficiente del agua en el marco del proyecto Water Efficient Maize for Africa (WEMA, por sus siglas en inglés).
Doce nuevas variedades de maíz comenzarán a cultivarse en condiciones controladas en esos cinco países. Soportan la escasez de agua y resisten las plagas y enfermedades de zonas agrícolas de África austral y oriental.
Las variedades tolerantes a la falta de agua fueron creadas en colaboración con la Fundación de Tecnología Agrícola, con sede en Nairobi, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt), de México, la multinacional Monsanto y organizaciones locales. El programa comenzó en 2008.
[related_articles]
Pero organizaciones contra los transgénicos, como Gene Ethics, sostienen que la biotecnología no apunta a garantizar la seguridad alimentaria, sino a obtener beneficios comerciales.
El proyecto WEMA liquida los intereses de los agricultores africanos, según Bob Phelps, de Gene Ethics Australia. La iniciativa se propone mejorar el acceso de las empresas a recursos públicos y a mercados para maximizar su ganancia.
"No es más que un esquema para promover y dar ventaja, de forma injusta, a la tecnología de los transgénicos con sus productos en detrimento de otras formas de lograr la sustentabilidad de comunidades rurales", señaló Phelps.
"La Fundación de Tecnología Agrícola sólo considera soluciones a la falta de agua que implican manipulación genética e ignora otras estrategias", dijo Phelps.
"La iniciativa también sustituye el concepto de tolerancia a la sequía por el de ayuda a las plantas a lidiar con la falta de agua, un concepto poco claro y abierto a la interpretación", apuntó.
Pero África tiene muchas bocas que alimentar y los que están necesitados creen que los transgénicos merecen una oportunidad.
Con las malas condiciones climáticas para cultivar y la baja producción en países con sequías periódicas, como Zimbabwe, hay que considerar las variedades de maíz que requieren poca agua, señaló Berean Mukwende, vicepresidente del Sindicato de Agricultores de ese país.
"Las semillas son caras y no suelen encontrarse en zonas rurales y, por lo general, no son variedades adecuadas. Pero ante la baja producción, las variedades resistentes a la sequía y con mayor rendimiento son bienvenidas", indicó Mukwende.
"Los agricultores no tienen fondos para comprar semillas y beneficiarse de la reducción del costo y siempre buscan producir más, soportar la sequía y las plagas y enfermedades", añadió.
El proyecto WEMA utiliza tecnología de avanzada a partir del plasma germinal del Maíz Africano Tolerante a la Sequía, de Cimmyt. Esto supone incorporar una característica que permite a algunos híbridos crecer con poca agua, dijo a IPS la encargada de comunicaciones de la Fundación, Grace Wachoro.
Las nuevas variedades mejorarán la cosecha entre 24 y 35 por ciento respecto de las actuales en temporadas de sequía moderada, según las estimaciones. Si el proyecto tiene éxito, el avance significará dos millones más de toneladas de maíz por año, según la Fundación.
"Quiere decir que entre 14 y 21 millones de personas más en los cinco países que hacemos pruebas tendrán más alimentos para comer y vender", señaló Wachoro a IPS desde la capital keniata.
Las nuevas variedades de maíz también serán amigables para el ambiente y la salud, por el menor uso de pesticidas. También se los refuerza con minerales y vitaminas, informó la Fundación.
Pero las promesas de la biotecnología no menguan el creciente escepticismo sobre los transgénicos. Si algo ya logró fue avivar la movilización contra los organismos genéticamente modificados.
Gene Ethics sostiene que el plan de WEMA se concentra exclusivamente en una mayor producción de variedades transgénicas que dependen cada vez más de suministros caros y escasos.
También hay que considerar como posible solución los sistemas integrados de gestión, con distintos cultivos que serán mejores para cubrir las necesidades de largo plazo de las comunidades rurales: contar con un ambiente sustentable y una dieta nutritiva y equilibrada, según la organización.
Los pequeños agricultores tendrán que pagar las semillas porque Monsanto ofrece cultivos avanzados, biotecnología y pericia para mejorar la tolerancia del maíz. Pero no se les cobrarán regalías, según la Fundación.
Se entregarán licencias sin costo a través de la institución para desarrollar, probar y, en última instancia, abrir múltiples canales para distribuir las semillas.
Pero Phelps no está convencido. A la larga nada es gratis y los agricultores africanos tendrán que pagar año tras año las semillas transgénicas que no pueden guardar para reutilizarlas.
Las trasnacional "primero ofrece gratis las semillas, como hizo en América del Sur con la soja y el maíz", explicó.
"Monsanto y AATF tienen previsto enganchar a los agricultores y a los gobiernos africanos para que luego compren sus productos transgénicos cuando desaparezcan otras opciones, como las semillas de variedades cultivadas", añadió.