ÁFRICA: El eterno dilema entre alimentos y biocombustibles

Senegal trabaja para equilibrar las crecientes demandas de alimentos y biocombustibles, aunque investigadores y agricultores todavía están divididos en torno a los beneficios de cultivar para producir agrocarburantes mientras África lidia con la inseguridad alimentaria.

Senegal, que usa más de 500 millones de litros de gasóleo al año, viene desarrollando un ambicioso programa de biocombustibles para ser autosuficiente en materia de energía y alimentos para 2012.

Y aunque una investigación del Imperial College de Londres mostró que la bioenergía no sólo es compatible con la producción alimentaria sino que además puede beneficiar mucho a la agricultura en África, no todos coinciden.

Durante años, Senegal trabajó con inversores en biocombustibles, agricultores, investigadores y el sector privado para promover el cultivo de piñón botija (Jathropha curcas).

Ésta es una planta oleaginosa que comúnmente se usa como valla, para separar las casas del ganado. También tiene propiedades medicinales.
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El director general del Instituto de Investigaciones Agrícolas de Senegal, Macoumba Diouf, dijo a IPS que la energía barata es clave para modernizar la agricultura e impulsar la producción alimentaria en el país.

Esta nación africana ya ha desarrollado un plan quinquenal de bioenergía hasta 2012.

En el marco de ese plan, Senegal plantará en los próximos dos años 1.000 millones de plantas de piñón botija usando viveros, gajos y reproducción in vitro. Actualmente, el país está difundiendo material para complementar a las plantas silvestres y se espera que alrededor de un cuarto de esa cantidad se plantean para fin de año.

Senegal cultivará 321.000 hectáreas de tierra con esta oleaginosa en 321 distritos, a razón de 1.000 plantas por hectárea.

"Proyectamos que a partir de las 300.000 hectáreas de piñón botija en cinco años podremos producir tres millones de toneladas de combustible para darnos 1.000 millones de litros de biodiésel que nos vuelvan autosuficientes en materia de energía" durante mucho tiempo, dijo Diouf, cuyo instituto coordina el programa.

Se estima que el programa costará 140 millones de dólares y creará 100.000 puestos de trabajo directamente, además de aumentar los ingresos de los agricultores.

Pero a Senegal no le resultará fácil hallar aliados que apuesten al sueño de la bioenergía, dado que hay quienes sostienen que ese tipo de proyectos han fomentado las confiscaciones de predios y obligado a agricultores marginados a abandonar sus tierras ancestrales. Esto ocurre pese a un estudio fechado en mayo y presentado en junio por el Imperial College de Londres, que evaluó las investigaciones existentes sobre la producción de biocombustibles en seis países, determinó que hay suficientes tierras disponibles para aumentar significativamente el cultivo de caña de azúcar, sorgo y piñón botija para elaborar biocombustibles sin reducir la producción alimentaria.

"La producción de bioenergía puede generar inversiones en tierras, infraestructura y recursos humanos que pueden ayudar a liberar el potencial latente de África y a aumentar positivamente la producción de alimentos", señala en el estudio "Mapping Food and Bioenergy in Africa" ("Trazando un mapa de alimentos y bioenergía en África") su autora principal, Rocío Díaz-Chavez.

Pero agricultores como Phillip Kariri, presidente de la Asociación de Agricultores de África Oriental, discrepó con las conclusiones de ese informe.

"La impresión de que a África le sobran tierras no es correcta", dijo Kariri a IPS.

"No creo posible llegar a una situación en que cultivos alimentarios y para combustibles puedan coexistir en muchas partes de África. Los actores de la industria de los biocombustibles no están apuntando a la seguridad alimentaria local y es probable que priven de insumos e incluso de mano de obra a los sistemas de seguridad alimentaria para dedicarlos a los biocombustibles, lo que redundará en que no se produzcan alimentos", agregó.

La agricultora Lydia Sasu, de Ghana, dijo que muchos de sus colegas están desilusionados por no haber recibido dinero tras dejar sus tierras para hacer lugar a proyectos de biocombustibles.

Incluso el Foro para las Investigaciones Agrícolas en África (FARA, por sus siglas en inglés) y la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA), se muestran cautas a la hora de priorizar los cultivos para biocombustibles sobre los alimentarios.

Ambas instituciones admiten que la investigación es una herramienta vital del desarrollo, especialmente en la agricultura, para garantizar que los gobiernos tomen decisiones informadas cuando elaboren políticas sobre agrocarburantes.

"África cuenta con muchas innovaciones, pero han quedado en los estantes", dijo a IPS Monty Jones, de FARA, con sede en Ghana.

El presidente de AGRA, Namanga Ngongi, dijo a IPS que África experimenta un déficit de alimentos y que se debería priorizar los alimentos por sobre los combustibles.

En un estudio presentado el 23 de julio por Green Business, Bryce Wolfe señaló que uno de los inconvenientes de los biocombustibles es la gran cantidad de tierra y agua que insumen esos cultivos.

"Convertir cultivos en etanol esencialmente nos saca el alimento de la boca para poner combustible en nuestros automóviles", dijo Wolfe, reclamando métodos más eficientes para producir agrocarburantes.

Según el estadounidense Instituto para las Políticas Alimentarias y el Desarrollo, no todas las promesas positivas sobre los biocombustibles son ciertas.

El argumento de que estos son limpios y verdes, que no causarán deforestación ni hambre, que generarán desarrollo rural y darán pie a mejores combustibles de segunda generación son mitos, porque en realidad ocurre lo opuesto, sostuvo.

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