Prejuicios atávicos y los estigmas derivados de ellos rodean a los caribeños que viven con VIH/sida, lo que atenta contra la pronta realización de análisis y diagnósticos, y por ende de su tratamiento.
Un característica ineludible de vivir en sociedades pequeñas como las del Caribe es que la información viaja muy rápidamente, y no siempre de modo preciso, haciendo que "la privacidad sea un lujo", dijo esta semana el viceprimer ministro de Barbados, Freundel Stuart, a los participantes en un simposio de dos días sobre VIH/sida y derechos humanos en el Caribe.
"Apenas un estigma de cualquier clase se apodera de uno, queda poco espacio para abandonar un área de la sociedad y migrar hacia otra, como si se tratara de empezar de cero", agregó.
Mientras los líderes regionales se preparan para asistir a una cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio la semana próxima en Nueva York, funcionarios de la salud aseguran sentirse frustrados porque la sociedad caribeña sigue tratando al VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) de modo distinto que a otras enfermedades.
Ernest Massiah, director del Equipo de Apoyo Regional Caribeño del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida), dijo a IPS que el estigma asociado con este virus se vincula a prejuicios atávicos y al rechazo a lo que se percibe como "comportamiento sexual anormal y orientación sexual equivocada".
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"Son precisamente estos estigmas los que amenazan a la salud pública. Impiden que la gente se realice análisis, obtenga y comparta sus resultados con otros, y busque tratamiento en caso de necesitarlo. El VIH que no se reconoce ni se trata puede propagarse. En 2010, el estigma y el prejuicio no deberían tener lugar en las sociedades caribeñas", agregó.
Susan Timberlake, asesora legal y de derechos humanos en Onusida, con sede en Ginebra, dijo que "a menos que abordemos el estigma y la discriminación y los entornos legales punitivos que existen, no tendremos una respuesta efectiva a esta epidemia de VIH".
También declaró a la prensa que el simposio de esta semana, "es un aspecto muy importante de empezar a reorientar al respuesta en el Caribe para abordar mejor estos asuntos".
El acontecimiento fue organizado por la University of the West Indies, en colaboración con la Asociación Pancaribeña contra el VIH/SIDA (Pancap, por sus siglas en inglés), Onusida, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y AIDS2031.
"Hace casi 30 años que estamos en esta epidemia, y el estigma y la discriminación a las personas que viven con VIH sigue siendo un gran problema mundial. Prevalece en casi todos los países, y eso es una mala noticia. La buena noticia es que ahora tenemos herramientas con las que medirlo", agregó.
Pero la crisis económica mundial puede impedir que los países caribeños accedan al muy necesario apoyo financiero para sus programas sobre VIH/sida.
La ministra de Salud de Granada, Ann Peters, quien también preside el Mecanismo de Coordinación Regional de Pancap, observó que la organización, creada en 2001, "ahora enfrenta la dura realidad de la reducción de fondos, con enormes implicaciones adversas para sus alcances programáticos".
"En el Caribe las señales son preocupantes", dijo Peters.
Actualmente, todas las economías caribeñas están recuperándose "de los efectos de la crisis mundial. Al mismo tiempo, las economías del mundo industrializado continúan luchando por liberarse del contagio financiero global que ha precipitado una contracción de la asistencia al desarrollo", agregó.
Además, las agencias de desarrollo tienen nuevos criterios para determinar qué regiones son o no aptas para recibir sus recursos, dijo Peters en una conferencia realizada la semana pasada en Jamaica. Y esto ha afectado a regiones como el Caribe.
Pero en los últimos años también hubo algunas buenas noticias para la región. Según Massiah, entre 2001 y 2008 la cantidad de muertes relacionadas con el sida se redujo 40 por ciento. En el mismo periodo, la cantidad de nuevas infecciones en niños cayó 18 por ciento, y en adultos cinco por ciento.
"De modo significativo, en 2010, 51 por ciento de las personas que viven con VIH y necesitan medicación antirretroviral tienen acceso a ella", agregó.
También reconoció que el restante 49 por ciento de quienes necesitan la medicación no tienen acceso al tratamiento, y que la cantidad de nuevas infecciones cada año no se ha reducido de modo significativo en los últimos 10 años.
En toda la región, la mitad de las personas que viven con VIH son mujeres. Y en algunos países, las mujeres, muchas menores de 30 años, representan casi 60 por ciento de todos los casos.
Massiah dijo que ahora el VIH afecta de manera desproporcionada a las mujeres jóvenes, los hombres homosexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres, personas transgénero y trabajadores y trabajadoras sexuales, independientemente de su condición étnica, su raza y su clase social.
"Todavía se aplican leyes coloniales británicas que penalizan conductas sexuales, reforzando estigmas y volviendo difícil responder de modo exhaustivo al VIH", señaló.
Según Stuart, es importante para el Caribe no hacer de cuenta que éste "es un desafío que puede darse el lujo de ignorar", dado que una mejor comprensión de la epidemia del VIH/sida puede conducir a un trato más compasivo hacia las personas que viven con la enfermedad. Y también que continuos programas de educación pública serían la mejor garantía "de la observación y preservación de los derechos humanos fundamentales para todos".
"El hecho de que las personas infectadas no sólo estén viviendo más sino que también parezcan estar llevando vidas normales, plantea necesaria y comprensiblemente la cuestión del derecho al disfrute que les corresponde", añadió.
Massiah enfatizó que las personas que viven con VIH son ciudadanos productivos con el mismo derecho a ser protegidos por las leyes, a acceder a servicios de salud y otros, y con el potencial de hacer contribuciones valiosas a las sociedades caribeñas.
"En 2010, el VIH no tiene que ver con la muerte, sino con personas que viven y disfrutan vidas productivas", destacó.