El poderoso Grupo de los 20 (G-20), que es criticado por su exclusividad, invitó a España, Etiopía, Malawi, Singapur y Vietnam, que no lo integran, a la cumbre que realizará en noviembre en Seúl.
Malawi fue invitado por presidir la Unión Africana, Etiopía por presidir la Nueva Asociación para el Desarrollo de África, Vietnam por estar al frente de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, Singapur por liderar el Grupo de Gobernanza Global (3G), y España como "una de las 10 economías más grandes del mundo y participante en las últimas cuatro cumbres del G-20".
El embajador Vanu Gopala Menon, de Singapur, dijo a IPS que la decisión de Corea del Sur de invitar a estados que no integran el bloque "parece indicar que el G-20 está avanzando hacia una geometría variable". Es decir, la idea de que no todos los países tienen que coincidir en todas las políticas, pero algunos pueden cooperar más estrechamente. El 3G promueve este concepto.
Sin embargo, el diplomático señaló que el 3G no tiene una posición formal.
"Por lo tanto no podemos decir que representemos al 3G, aunque lo haremos, en línea con el espíritu de inclusividad y transparencia del 3G", dijo.
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Menon agregó que Singapur hará todo lo posible por representar "los puntos de vista y preocupaciones" del 3G en las reuniones del G-20 y otros foros.
Para estar a tono con las prácticas previas del G-20, Corea de Sur también invitó a varias organizaciones internacionales a la cumbre que tendrá lugar los días 11 y 12 de noviembre en Seúl.
Entre ellas figuran la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización Internacional del Trabajo, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la Organización Mundial del Comercio y el Consejo de Estabilidad Financiera.
El G-20 se formó a partir del Grupo de los Ocho (G-8: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) e incluye a Australia, Corea del Sur, México, Turquía y siete países en desarrollo: Argentina, Arabia Saudita, Brasil, China, India, Indonesia y Sudáfrica, además de la Unión Europea.
Al dirigirse la semana pasada a la Asamblea General de la ONU, Celso Amorim, canciller de Brasil, criticó que en el G-20 haya una sola nación africana.
También dijo que la "relevancia y legitimidad" del G-20 sólo puede preservarse si el bloque mantiene un diálogo franco y permanente con los 192 estados representados en la Asamblea General.
Joseph Deiss, presidente de la Asamblea, advirtió que "la ONU está en peligro de ser marginada por el surgimiento de otros actores en el escenario internacional".
Se considera que "una decisión sobre una acción urgente se puede tomar con más facilidad y rapidez en un foro más pequeño", dijo Deiss, en referencia al G-20.
El G-20 cobró destaque con el inicio de la crisis financiera mundial, hace dos años. Esto generó temores de que, tarde o temprano, el bloque intentara desplazar a la ONU en la toma de decisiones clave.
A consecuencia, algunos de los países más pequeños y medianos de la ONU, no dispuestos a ser excluidos de los debates, crearon una coalición informal de 23 miembros, conocidos como el Grupo de Gobernanza Global, o 3G.
El 3G incluye a Bahamas, Bahrein, Barbados, Botswana, Brunei, Chile, Costa Rica, Emiratos Árabes Unidos, Filipinas, Guatemala, Jamaica, Liechtenstein, Malasia, Mónaco, Nueva Zelanda, Panamá, Qatar, Ruanda, San Marino, Senegal, Singapore, Suiza y Uruguay.
En una reunión ministerial realizada la semana pasada, el 3G reafirmó el rol fundamental de la ONU en la gobernanza global, "dada su universalidad y legitimidad únicas".
Allí también se planteó que el Grupo de Trabajo sobre el Desarrollo, del G-20, podría apoyar iniciativas dirigidas a mantener abiertos los mercados mundiales, creando nuevas oportunidades y brindando asistencia a los países pobres, especialmente los menos adelantados, para que las aprovechen.
El G-20, cuyos miembros representan colectivamente alrededor de 85 por ciento del producto interno bruto mundial, es vital en la comunidad internacional, lo que quedó expuesto cuando actuó coordinadamente ante la crisis económica que se desató en 2008, sostuvo el canciller de Singapur George Yeo, al hablar el martes en la Asamblea General.