Transgénicos, una esperanza para pequeños agricultores de Ruanda

La investigadora Joelle Nsamira Kajuga sabe qué efecto tiene cada una de las semillas transgénicas, si aumentan la producción, si son resistentes a las bacterias, entre otros beneficios, y quiere trasladar su conocimiento a los pequeños agricultores pobres de Ruanda.

Aimable Twahirwa/IPS Crédito: Pequeños agricultores de Ruanda.
Aimable Twahirwa/IPS Crédito: Pequeños agricultores de Ruanda.
El vasto conocimiento de Kajuga es el fruto de un año de investigaciones al frente de un equipo de especialistas del Instituto de Investigación Agrícola de este país. En Ruanda 60 por ciento de la población es pobre y 90 por ciento de la tierra está dividida en pequeñas propiedades. La agricultura es la principal actividad económica y constituye 40 por ciento del producto interno bruto, que asciende a 3.400 millones de dólares.

Los investigadores estudian semillas modificadas para evaluar formas en que los pequeños agricultores de localidades alejadas pueden incorporar nuevas prácticas agrícolas y aumentar su productividad.

También investigan nuevos métodos y prácticas para lidiar con las plagas y los efectos de variables virulentas sobre las semillas modificadas, en especial las tomateras y la mandioca. Cultivos que, según Kajuga, pueden servir para erradicar la desnutrición y aumentar los ingresos de las comunidades rurales.

Los campesinos apenas cubren sus necesidades alimentarias diarias y no obtienen réditos, pese a trabajar la tierra. Los pequeños agricultores dependen de variedades de semillas tradicionales que demoran mucho en madurar y tienen un menor rendimiento por hectárea.
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El problema de disponibilidad tierras se agrava en este país. Ruanda tiene 26.338 kilómetros cuadrados y más de 10 millones de habitantes, por lo que es importante contar con formas efectivas para cultivar las áreas cultivables.

"Las comunidades rurales cultivan varias especies, pero la producción es desalentadora", dijo Kajuga a IPS.

El equipo de investigación realizó pruebas en el distrito de Rutsiro, en el oeste del país, y reemplazó tomateras por boniatos transgénicos. Los pequeños agricultores pueden triplicar su producción con semillas y técnicas adecuadas, concluyeron los especialistas.

"Todavía no hay cifras que muestren en qué medida las nuevas semillas modificadas contribuirán a resolver el problema del hambre y la desnutrición, pero el estudio sí concluye la aplicación y el éxito de los resultados del estudio dependerán del modo de pensar de las comunidades rurales", explicó Kajuga.

Los agricultores deben recibir capacitación para comprender las ventajas de las semillas mejoradas, remarcó la especialista.

El desempleo rural afecta más a las mujeres que a los hombres, según datos del Ministerio de Agricultura. El gobierno adoptó varias políticas para promover nuevas técnicas de cultivo en zonas rurales.

"Es un gran problema tener un terreno que nunca podrá alimentar a tu familia ni generar ingresos", dijo Mary Mukamabano, quien cultiva mandioca en Rutsiro, a IPS.

Lo más duro de cultivar a pequeña escala es lo azaroso que puede resultar el día, señaló Mukamabano, quien tiene siete hijos. A los 42 años preferiría encontrar otro trabajo, señaló. "Lo que más necesitamos es conseguir un empleo fuera de la agricultura", añadió.

En cambio Gloriose Nyiramatama, quien cultiva maíz y maní en el meridional distrito de Huye, no quiere cambiar de actividad y prefiere cambiar de semilla.

Nyiramatama, con cinco hijos, dejó de cultivar boniato y lo reemplazo por maní. Desde que cambió, sus ingresos aumentaron un poco y la producción también.

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