Con la limpieza del Golfo de México a medio camino, las empresas energéticas ya prevén un ataque ambientalista sobre lo que aseguran es el próximo hito en materia de extracción de recursos naturales: el «fracking» o «fractura hidráulica».
Se trata de un proceso que implica inyectar grandes volúmenes de agua y productos químicos en reservas subterráneas para fracturar las rocas y liberar así gas y petróleo.
Los críticos señalan que este método puede envenenar los suministros hídricos. También sostienen que usa grandes cantidades de agua dulce y genera muchas aguas residuales, con limitadas opciones de eliminarlas.
Según la industria, el "fracking" se usa en aproximadamente 90 por ciento de los pozos operativos en la actualidad, y entre 60 y 80 por ciento de los nuevos lo requerirán para seguir siendo viables. Las empresas del rubro sostienen que el proceso es seguro.
Pero las operaciones de fractura hidráulica han estado vinculadas a riesgos ambientales que pueden tener importantes implicaciones financieras para las compañías involucradas, lo que ha aumentado los controles en materia regulatoria.
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El Congreso legislativo de Estados Unidos le ha encomendado a la Agencia de Protección Ambiental estudiar el impacto potencial del "fracking" sobre el agua potable, así como la salud humana y el ambiente, luego de que algunos residentes plantearon sus quejas en el programa de televisión "Sixty Minutes", de la cadena CBS.
La publicidad también captó la atención de grupos de accionistas, que este año presentaron propuestas que afectan a una decena de empresas que practican este método, en las que requirieron dejar más en claro los riesgos.
Las operaciones de fractura hidráulica implican el movimiento, almacenamiento y eliminación de varios millones de litros de agua y de productos químicos tóxicos.
Pero por culpa de la falta de transparencia puede ser muy difícil enterarse de qué químicos usan las compañías. En varios estados donde operan empresas de gas natural se reportaron derrames, sanciones por incumplimiento de normas y litigios vinculados al proceso de fractura.
De las 12 propuestas presentadas, seis fueron sometidas a la votación de los accionistas, concitando el apoyo de entre 21 y 42 por ciento de los mismos.
"Estamos satisfechos con la clase de votos que recibimos" en apoyo a "una propuesta ambiental para el primer año", dijo Larisa Ruoff, de Green Century Capital Management, una firma con sede en la nororiental ciudad de Boston que se especializa en inversiones ambientalmente responsables.
El interés de consumidores e industria es tan grande que la Agencia de Protección Ambiental se vio obligada a postergar su cuarta audiencia —la última— por razones de seguridad.
La decisión llega menos de 24 horas después de que la agencia anunció que trasladaba su audiencia de la Universidad de Binghamton a un centro de convenciones de Siracusa, en el nororiental estado de Nueva York, a 105.000 kilómetros de allí.
La agencia criticó a la Universidad de Binghamton, diciendo que ese centro de estudios quería elevar la suma que cobraba de 6.000 a 40.000 dólares.
La Universidad dijo prever la concurrencia de unas 8.000 personas, así como manifestaciones de organizaciones ambientalistas y de partidarios de las perforaciones, lo que habría requerido pasarse a un lugar más grande, aumentando los costos en materia de seguridad. Todavía no se fijó una nueva fecha ni una nueva sede.
Las audiencias buscan ayudar a definir el alcance del estudio de la Agencia de Protección Ambiental. Las tres anteriores se realizaron en Fort Worth, en el meridional estado de Texas; Denver, en el central Colorado, y Canonsburg, en el nororiental Pennsylvania. En la última participaron más de 1.200 personas.
La Agencia realiza su estudio mientras empresas gasíferas se internan en la región de Marcellus Shale, principalmente para explotar los yacimientos que hay bajo Pennsylvania, Nueva York, Virginia Occidental y en el norteño Ohio, además de otras reservas del país.
Con las opiniones del público presentadas por escrito en las cuatro audiencias, la Agencia planeaba completar el diseño del estudio para septiembre, iniciarlo en enero y tener los primeros resultados para fines de 2012.
Los inversores sostienen que los últimos acontecimientos vuelven más importante que nunca que la empresa revele los riesgos existentes.
A comienzos de este mes, el Departamento de Protección Ambiental de Pennsylvania ordenó a la firma EOG Resources suspender las perforaciones en ese estado tras el estallido de un pozo de la empresa.
Según el Departamento, "el incidente presentó una seria amenaza para la vida y la propiedad". En la reunión anual de EOG, realizada en abril, alrededor de 30 por ciento de los accionistas votaron en apoyo a la propuesta.
La atención de los medios de comunicación sobre la fractura hidráulica y el grado de preocupación pública sobre los potenciales impactos ambientales se dispararon desde 2007. En junio, el programa "Sixty Minutes" emitió una nota sobre el "fracking" que no informó a los espectadores sobre qué productos químicos eran inyectados en el suelo.
Luego el documentalista Josh Fox abordó el tema en su película "Gasland", que ahora exhibe la cadena HBO. Allí relata el catastrófico derrame de crudo causado entre abril y julio por la transnacional British Petroleum (BP) en el Golfo de México, y los efectos ambientales de los esfuerzos de la industria por extraer recursos naturales.
Al recorrer el país, Fox comprobó que donde era común la práctica del "fracking" también abundaban los efectos negativos: una proporción anormalmente alta de casos de cáncer, agua que en general no era potable e incluso era inflamable, animales que perdían el pelo, y otros.
Según él, hay 450.000 de estas explotaciones gasíferas en todo el país, con una propuesta de 100.000 más en Nueva York y 100.000 en Pennsylvania.
No sorprende que la industria del gas natural vea las cosas de un modo bastante diferente.
La America's Natural Gas Alliance, un grupo de presión a favor de la industria, dijo que el agua inflamable que mostraba el documental lo era porque el pozo de agua del dueño de casa había sido cavado en un "bolsón de gas natural".
También señaló, citando un informe de la Agencia de Protección Ambiental, que la mortandad de peces que Fox denuncia en la película no se debe a la explotación de gas natural sino a los residuos líquidos de la minería de carbón.