A las seis de la mañana en Cité Soleil, el barrio más pobre de la capital de Haití, el sol ya salió. Es el comienzo de otro día de trabajo para Lurene Jeanti, quien cocina galletas con manteca, sal y lodo.
Se ha dedicado en los últimos ocho años a elaborar estos productos para venderlos a sus vecinos. Las galletas de lodo son consumidas especialmente por las embarazadas, ya que constituyen una importante fuente de calcio.
"El lodo me ayuda a mantener a mis hijos", dijo Jeanti.
Esta mujer menuda pero fuerte es una de las millones de haitianas que han emigrado del campo a la capital en la última década. Abandonó su pueblo para buscar una forma de mantener a sus cinco hijos.
"No tienen padre. Yo soy la madre y el padre para ellos", dijo Jeanti a IPS. Haití no cuenta con leyes que protejan a madres solteras.
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Jeanti creció en Anse D'Hainault, una localidad del sudoeste haitiano.
A diferencia de otras zonas rurales, los árboles todavía pueblan las montañas del lugar, y en las pequeñas mesetas aún se plantan boniatos y cacao. "¿Ha visitado Anse D'Hainault? Es realmente bello. Debería ir. Solía plantar. Soy una agricultora", dijo Jeanti a IPS.
Pero sus ingresos no eran suficientes. El desempleo se ha disparado en gran parte de las zonas rurales haitianas.
Ahora Jeanti vive en Cité Saint Georges, un pequeño distrito dentro de Cité Soleil. El canal de agua que atraviesa el barrio está lleno hasta el tope de botellas de plástico.
Ella se sienta en una esquina sucia cerca de la entrada de un estrecho corredor donde las personas se acercan a comprar las galletas o el agua que vende un vecino. La mayoría de las casas están a medio construir con bloques de concreto.
Durante sus primeros dos años en Puerto Príncipe, Jeanti se las arreglaba con los productos que trajo de Anse D'hainault, pero no le alcanzó. Por tanto, comenzó a cocinar y a vender las galletas.
La mina de donde se obtiene el lodo está ubicada en el centro del país. Una fabricante como Jeanti debe comprar la tierra a intermediarios.
Jeanti quiere regresar a Anse D'hainault para cuidar a su madre. "Quiero volver a mi casa. Mi madre está envejeciendo. Tengo que volver a cuidarla. Soy su única hija", explicó.
Pero está preocupada por cómo podrá mantener a toda su familia. "No puedo regresar con 2.500 gourdes a Anse D'ahainault. No me va a servir. Y estoy envejeciendo como mi madre. Tengo 49 años", señaló.
Jeanti sabe que su caso es similar al de muchas madres solteras haitianas. "No soy la única que fabrica galletas de lodo para vender. Muchas hacen lo mismo que yo para mantener a sus hijos", dijo mientras señalaba a un grupo de mujeres secando galletas en el techo de una casa.
Laurene Jeanti refleja la situación de cientos de miles de mujeres haitianas que abandonaron sus hogares con la esperanza de una vida mejor en la capital. Pero, con los 1,5 millones de desplazados por el terremoto del 12 de enero todavía viviendo en tiendas de campaña, su futuro es incierto.
Donantes internacionales prometieron 5.300 millones de dólares en ayuda a la reconstrucción, pero menos de 20 por ciento de ese monto de ha sido desembolsado.