Al concluir otra ronda de negociaciones para un tratado mundial sobre cambio climático, activistas llaman a las partes a mostrar un verdadero espíritu de compromiso y a hacer ofertas más que demandas.
La secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Christiana Figueres, aseguró que se lograron progresos en la reunión de la semana pasada en la occidental ciudad alemana de Bonn.
"Todos entienden que es difícil cocinar una comida sin cacerola. Ahora los gobiernos están más cerca de hacer la cacerola", afirmó.
En Bonn, la maltrecha olla del Protocolo de Kyoto, único instrumento internacional contra el cambio climático, fue soldada a un nuevo texto. De aquí a la 16 Conferencia de las Partes de la Convención, que se realizará en México a fines de este año, los negociadores verán si verdaderamente es capaz de retener el agua.
"Esta semana se le ha dado a los gobiernos una oportunidad final para ser claros en sus posturas individuales", dijo Figueres. "Tianjin tiene que ser el lugar donde deberán ser claros en cuál será su postura colectiva", añadió, en referencia a la nueva reunión de negociadores que se celebrará en octubre en esa nororiental ciudad china.
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"Las partes están añadiendo texto que saben no será bien recibido ni resuelto fácilmente", alertó Mohammed Adow, de la organización Christian Aid, integrante de la Red de Acción por el Clima (CAN, por sus siglas en inglés), que reúne a más de 360 grupos ambientalistas y por el desarrollo de 85 países.
"Necesitamos recapturar el espíritu de compromiso en estas negociaciones", afirmó.
El nuevo borrador, presentado en junio por Margaret Mukahanana-Sangarwe, presidenta del Grupo de Trabajo Ad Hoc sobre Acción Cooperativa de Largo Plazo (AWG-LCA) de la Convención, desató duras críticas de las organizaciones de la sociedad civil, ya que otra vez sugiere implícitamente reemplazar el Protocolo de Kyoto por otro acuerdo en el que las obligaciones de mitigación del Norte industrializado y del Sur en desarrollo son casi idénticas.
"África ha sido muy exigente llamando a mantener el Protocolo de Kyoto, ya que sigue siendo el único acuerdo internacional hasta ahora que obliga a los países industrializados a tomar acciones sobre el cambio climático, dijo Mithika Mwenda a IPS.
Mwenda es coordinador de la Alianza Pan-Africana por Justicia Climática, uno de los grupos que organizaron un foro público de un día en vísperas de la cumbre de la Unión Africana, a mediados de julio en Kampala.
El foro instó a los gobiernos del continente a trabajar "por justicia climática y por una solución al cambio climático que mantenga segura a África, garantice nuestro desarrollo y proteja nuestros derechos humanos fundamentales".
Un estancamiento continuado en las negociaciones internacionales supondría una amenaza para todos los países.
Quizás, una urgencia más directa para África es asegurar resultados concretos del llamado Plan de Acción de Bali, que llama a iniciativas inmediatas de adaptación a los efectos del recalentamiento planetario.
Negociadores en Bonn coincidieron en que la próxima conferencia de México podría asegurar compromisos concretos para implementar ese plan.
Algunos países "podrían aceptar tomar acciones responsables para, por ejemplo, administrar y desembolsar financiamiento climático, impulsar transferencia de tecnología, construir habilidades y capacidades para la adaptación, especialmente en los países más pobres y más vulnerables", dijo Figueres.
Pero, para asegurarse una ayuda generosa del Norte, África debe estar unida, bien articulada y con una estrategia negociadora efectiva.
Los negociadores africanos no han podido mantenerse unidos en las conversaciones sobre cambio climático. Mwenda señaló que el gobierno de Sudáfrica trabajaba contra los intereses de los demás países del continente.
"Aunque la prioridad de África ha sido a la adaptación, debido a la vulnerabilidad y deficiencia de capacidades en la mayoría de los países, Sudáfrica siempre rompió filas con otras naciones para hacer que la mitigación fuera su prioridad", señaló.
Esto es quizás lógico, considerando la postura de Sudáfrica como el doceavo mayor emisor de dióxido de carbono en el mundo, mientras que todos los países juntos de África subsahariana contribuyen con apenas cuatro por ciento de las liberaciones mundiales de gases invernadero.
"Sudáfrica es muy dependiente del cobre y necesita provisión de energía para garantizar su crecimiento económico", dijo Jean-Christophe Hoste, investigador del Instituto Egmont, en Bélgica.
La vulnerabilidad a los efectos del cambio climático varía de región en región y de país en país, dijo Belynda Petrie, jefa ejecutiva del OneWorld Group, compañía consultora y de investigación que entre otras cosas realiza un programa de cinco años para estudiar las mejores formas de proteger el sustento de los habitantes en África austral ante el recalentamiento planetario.
"Algunas regiones o países ya están más presionados por la escasez de agua que otros, lo que requiere de una significativa concentración en proyectos de adaptación que fortalezcan el almacenamiento y la administración de la infraestructura ante inundaciones, por ejemplo", afirmó.
Los pronósticos sobre el impacto del cambio climático incluyen grandes daños a la productividad agrícola en todo el continente, cuyos habitantes dependen de cultivar alimentos para sobrevivir. Sudáfrica no es inmune a esto, pero su diversificada económica la hace menos vulnerable a una crisis agrícola que, por ejemplo, Burkina Faso o Etiopía.
Las preocupaciones de la economía más poderosa del continente se acercan más a los de economías emergentes como India y China, que se resisten a aceptar cualquier límite externo a sus emisiones de gases invernadero mientras procuran su desarrollo industrial.
Por otra parte, Petrie, de OneWorld Group, explicó que muchos países africanos carecen de las habilidades y del conocimiento necesarios para hacer sus propias propuestas formales a la Convención, dejando a algunos pocos asumir el liderazgo. Como consecuencia, las necesidades diferenciadas de África no se expresan en forma adecuada y la división emerge en las negociaciones.
Como ejemplo se refirió al plazo fijado en agosto para solicitar financiamiento al Fondo para los Países Menos Adelantados de la Convención. Muchas de las naciones más vulnerables de África reúnen los requisitos necesarios, pero, según Petrie, pocas participarán.
"Los países se quejan de que los mecanismos de financiamiento e institucionales son intrincados, limitando el acceso a los fondos. Pero estos mismos nunca han usado las vías abiertas para hacer propuestas que contribuyan a rectificar estos problemas conocidos", afirmó.
Por su parte, Hoste sostuvo que los países africanos nunca podrán alcanzar ni retener una postura común en las conversaciones internacionales sobre cambio climático mientras haya diferencias económicas y de desarrollo tan grandes entre ellos.
"Encontraron una postura común antes de (la 15 Conferencia de las Partes, celebrada en 2009 en) Copenhague, pero colapsó tan pronto como se hicieron concesiones económicas", indicó.
* Con aporte de Isaiah Esipisu, en Nairobi.