En Corea del Sur, Ban Ki-moon es un nombre prestigioso, tanto como los de las marcas Samsung, Kia, LG y Hyundai.
Al parecer, los surcoreanos no conciben otra posibilidad que el ex canciller sea reelegido por otros cinco años cuando complete su actual periodo como secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en diciembre de 2011.
En la cultura surcoreana, explicó un diplomático asiático, el fracaso no es una opción. "Cualquier cosa menos que un segundo periodo sería para Ban Ki-moon el equivalente a un haraquiri político", sostuvo.
Un solo periodo sería considerado un desastre monumental para un país que emerge rápidamente como una de las mayores potencias políticas y económicas de Asia, con cada vez mayor influencia en la arena internacional, añadió.
Pero, en los últimos años, el secretario general ha estado bajo intenso asedio, y su imagen tambalea.
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Una mordaz crítica de 50 páginas sobre el liderazgo de Ban escrita por la saliente subsecretaria general adjunta Inga-Britt Ahlenius, informada en forma exclusiva por IPS, parece haber hecho mella en la administración.
Ahlenius acusó a Ban de mala gobernanza y falta de transparencia, así como de promover una cultura de secretismo y de exceder su autoridad.
"Sus acciones no son sólo deplorables, sino seriamente reprensibles", escribió Ahlenius en un lenguaje quizá nunca antes usado contra un jefe de la ONU.
Semanas atrás, el secretario general fue obligado a retractarse de una declaración —que luego aclaró pretendía ser solamente una "orientación"— sobre el delicado tema de Cachemira. Ban debió dar marcha atrás ante una fuerte protesta de India.
Nueva Delhi, que considera la situación cachemira un tema esencialmente interno, se molestó por la declaración de Ban, que expresaba "preocupación" por la situación en esa región disputada por Pakistán.
"Creo que hay varios factores trabajando contra él: su inglés no fluido y su lenta respuesta a las crisis", dijo a IPS la periodista Barbara Crossette, ex jefa de la oficina en la ONU del periódico The New York Times y ahora analista sobre el foro mundial para el semanario de opinión The Nation.
Crossette dijo que la administración de Ban siempre hace comentarios sobre lo que ocurre alrededor del mundo, pero estos nunca tienen mucha profundidad.
La periodista hizo mención al estilo de Ban, "propio de Asia oriental o del sudeste asiático", que "tiende a no ser polémico ni emocional, al menos en público, y no siempre es analítico o demostrativo".
Consultado sobre si existía una conspiración política contra Ban, un representante de una organización no gubernamental dijo a IPS: "No creo que se necesite una conspiración para detectar las fallas en el liderazgo de Ban Ki-moon. Se pueden ver claramente".
"Los funcionarios de las Naciones Unidas están que arden, la institución está a la deriva, la Secretaría General pierde terreno progresivamente y la ONU necesita un fuerte y dinámico líder", sostuvo.
El embajador Anwarul K. Chowdhury, ex subsecretario general adjunto y diplomático activamente involucrado en asuntos del foro mundial por casi 40 años, fue igualmente crítico del liderazgo y del estilo de Ban.
Consultado por los artículos de prensa negativos sobre el desempeño del máximo jefe de las Naciones Unidas, Chowdhury dijo a IPS: "Debo señalar que los últimos reportajes no son negativos por sí mismos. Esos artículos informan sólo lo que está ocurriendo dentro de la ONU bajo su liderazgo".
Luego de tres años y medio en el cargo, es tiempo de que la administración de Ban se someta a un estricto y crítico examen, sostuvo. "Creo que eso le ayudaría a realizar un mejor trabajo".
Ban, poco entendido en las complejidades del multilateralismo que la ONU representa, no ha logrado impulsar el liderazgo transformador que se espera de cualquier secretario general, añadió Chowdhury.
Para el diplomático, Ban no tiene ningún logro para mostrar. "¿Qué pasó con su liderazgo en el tema del cambio climático? ¿Qué ocurrió con su atención a los llamados miles de millones del fondo, esto es, la población más pobre del mundo?", preguntó.
Ni siquiera ha podido mostrar liderazgo en el devastado Haití con el enorme aparato de la ONU. Y las reformas a la administración del foro mundial fueron reemplazadas por una cultura de "mandar y controlar" como señaló Ahlenius muy correctamente, dijo Chowdhury
El diplomático sostuvo que los secretarios de Ban se quejan en privado de que sus consejos y aportes son ignorados y descartados por un pequeño grupo de confidentes que lo rodean desde que asumió. "La moral del personal sigue cayendo", alertó Chowdhury.
Samir Sanbar, ex subsecretario general adjunto y jefe del Departamento de Información Pública de la ONU, dijo a IPS que la llamada "orientación" de Ban sobre Cachemira era en realidad una declaración oficial de políticas.
Jugar con las palabras empeora la imagen del secretario general y de su liderazgo. Como mínimo, está "mal aconsejado" por los que lo rodean, sostuvo Sanbar.
Hace dos semanas, el secretario general vacilantemente negó las propagadas especulaciones de que había aceptado un acuerdo a puertas cerradas con Israel sobre el panel de la ONU que investigaría el ataque en mayo a una flotilla humanitaria que se dirigía a Gaza.
Ban habría prometido que el órgano investigador no interrogaría a soldados israelíes que participaron de ese operativo, en el que murieron nueve civiles turcos.
Sanbar dijo que una rápida mirada a los nombres del panel era suficiente para entender cuál era su propósito.
"Con (el ex primer ministro neozelandés Geoffrey) Palmer y con (el ex presidente colombiano Álvaro) Uribe no hay necesidad de un acuerdo. Una llamada telefónica es suficiente", afirmó, indicando que los estrechos vínculos de estos líderes con Estados Unidos los convierten en predecibles simpatizantes de Israel.
Masood Haider, corresponsal del influyente diario pakistaní Dawn, expresó la decepción colectiva de la mayoría de los periodistas en el foro mundial a la hora de obtener noticias valiosas en las conferencias de prensa de Ban, en su mayoría erráticas e ininteligibles.
"Para los periodistas es bastante frustrante porque no hay respuestas definitivas del secretario general en temas de importancia, como Israel, Cachemira, Sudán o Myanmar (Birmania)", señaló.
Por lo general, es vago en sus respuestas, sostuvo.
Sin embargo, Crossette, autora de varios libros sobre Asia, como "India Facing the 21st Century" (India frente al siglo XXI), defendió a Ban en la polémica por su "orientación" sobre Cachemira.
La experta dijo a IPS que India es bien conocida en organizaciones internacionales por estar demasiado a la defensiva y ser extremadamente sensible en ciertos asuntos, sobre todo con Cachemira, donde siente que la situación no amerita una discusión internacional y menos aún sugerencias externas.
Agencias y funcionarios de la ONU han tenido en el pasado difíciles relaciones con India. Por ejemplo, el trabajo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados se ha visto obstaculizado en ese país, dijo Crossette.
"Uno se pregunta cómo el Consejo de Seguridad manejaría esta situación si India fuera a obtener un asiento permanente" en ese órgano, añadió.
En conferencia de prensa la semana pasada, Ban se defendió emotivamente de las críticas.
"Si alguno de los estados miembros dentro del sistema de las Naciones Unidas o algún colega en la Secretaría General me acusa de un tema de responsabilidad o ética, entonces lo consideraría injusto", afirmó.
Ban aseguró estar personalmente comprometido tanto con la responsabilidad como con los "más altos estándares éticos en la ONU" y señaló que hizo "progresos sin precedentes" en ambos frentes.
El secretario general destacó que creó la primera Oficina de Ética en el sistema de las Naciones Unidas. "Apelé a todos los fondos y programas (del foro mundial), a pesar de la gran resistencia de las agencias de la ONU", señaló.