Sa'id Hillis, de 60 años, se ha dedicado a la apicultura en Gaza desde que era niño. Pero la última ofensiva de Israel le obligó a cambiar de negocio.
Sa'id posee 20 dunams de tierra (20 kilómetros cuadrados) en Sheyjayee, al este de la ciudad de Gaza, y unos 400 metros cuadrados sobre la llamada Línea Verde, la frontera con Israel.
Hasta 2009, la granja tenía cientos de árboles y más de 10.000 gallinas. "Todo fue destruido durante los ataques israelíes", contó.
La ofensiva de 23 días de Israel sobre Gaza, entre diciembre de 2008 y enero de 2009, que mató a unos 1.500 palestinos y dejó más de 5.300 heridos, destruyó también más de 35 por ciento de la tierra agrícola, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Por su parte, Oxfam señaló que la combinación de la guerra con el establecimiento de la llamada "zona de amortiguación" ("buffer zone"), espacio de seguridad creado por Israel en territorio gazatí, dejó inútil a 46 por ciento de la tierra agrícola en ese territorio costero.
[related_articles]
La familia de Hillis, de 13 miembros, ha sobrevivido gracias a los ingresos de su hijo mayor, Ramzi, conductor de taxi.
"Teníamos 250 cámaras de cría de abejas, pero fueron destruidas por las topadoras israelíes en 2004", dijo Ramzi Hillis, de 29 años, en su casa, a un kilómetro de la frontera.
Después "compramos más abejas y comenzamos de nuevo", señaló. Cuando empezó la última guerra en Gaza en 2008, tenían 80 nuevas cámaras melarias. "Las abejas de 15 cajas murieron durante el bombardeo, por el humo del fósforo", contó.
La tierra que va del hogar de Hillis hasta la línea de árboles en el lado israelí de la frontera está en su mayor parte inutilizada. Sólo algunos valientes campesinos palestinos se animan a cultivar trigo bajo el casi diario fuego de artillería del ejército de Israel.
"Había muchos árboles en esta área, pero todos han sido derribados por topadoras, o bombardeados", dijo Hillis. "Las abejas todavía pueden sobrevivir, pero tienen que trabajar más duro, deben volar más lejos para encontrar alimento".
Según Hillis, las abejas se ven obligadas a volar hasta seis kilómetros en busca de polen.
Después de un invierno que afectó los insumos básicos para la producción, la calidad de la miel es pobre, y se vende a unos 70 shekels (17 dólares) por kilogramo.
"La miel cosechada en septiembre (pasado es de mejor calidad y) se vende a hasta 116 shekels el kilo, porque las abejas pasaron el verano alimentándose de flores y árboles frutales", dijo Hillis.
Hassan Zaneen, de 16 años, está aprendiendo a trabajar con su padre Mohammad. La familia tiene una pequeña granja con abejas, unos olivos y un puñado de cabras y ovejas.
Mohammad Zaneen explicó que las abejas ahora viven menos debido a la escasez de nutrientes.
"Teníamos más de 10 dunams de olivos. Las ovejas crecían gracias a ellos. Su miel era fuerte y de excelente calidad. Ganábamos más de 8.000 dólares al año sólo con ventas de miel", señaló.
"Pero ahora solamente tenemos 18 árboles, y los más viejos tienen apenas cuatro años. Por eso las abejas son alimentadas con suplementos, y sólo producen miel una vez al año, no dos veces como antes", indicó.
La mejor miel, según Mohammad Zaneen, procedía de Beit Hanoun. Famosa por sus limoneros y naranjos, esa región norteña gazatí era un refugio para las abejas.
Mahdi Zaneen, de 19 años, es originario de Beit Hanoun, y ahora vive a dos kilómetros de la frontera norte.
"Nuestra familia cultivó abejas por más de 30 años", señaló. "Teníamos 500 cámaras de cría, pero fueron destruidas por el ejército israelí en 2003".
Este año, los Zaneen intentaron restaurar su colonia de abejas. Pero los insectos "murieron porque no hay alimento para ellos ahora", explicó el joven señalando un paisaje sin árboles.
Abdel Latif Dabous se ha dedicado a la apicultura por 10 años. "Ahora tenemos 21 cámaras de cría, pero antes de la guerra con Israel contábamos 75. La mayoría (de las abejas) murieron por los proyectiles de fósforo blanco y los estruendos de los bombardeos", indicó.
Ahmed Zohrob vende tarros de miel en Rafah. Aprendió el oficio con su padre y, aunque es ingeniero de profesión, prefiere dedicarse a esto.
"Pruébela", dice, ofreciendo una porción de miel. "Es suave y tiene un toque de naranja. En el otoño será más oscura porque las abejas tuvieron un banquete de flores todo el verano".
Algunos apicultores, debido a la caída de la producción, mezclan la miel con azúcar. Un kilo de miel mezclada se vende a unos 50 shekels, pero la pura cuesta más del doble.
En el negocio de Zohrob, los barriles están llenos hasta el tope con el néctar sobre el cual él jura: "Se puede usar para tratar más de 100 aflicciones".
Pero, aun cuando sea de calidad, la miel no saldrá de Gaza debido al bloqueo impuesto por Israel desde que el Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) ganó las elecciones en 2006, y endurecido en 2007.
Pese a todo, Zohrab ama lo que hace. "Me encanta este negocio. Es dulce", dice con una sonrisa.