El fútbol tolera todo. Puede ser el gran negocio donde se mueven cantidades astronómicas de dinero e ingresos obscenos de directivos, entrenadores y jugadores estrellas, o un deporte ampliamente practicado, o el resorte que ayuda a la convivencia de inmigrantes.
En este último caso se inscribe la iniciativa de realizar anualmente el Mundialito de la Integración (Mundialinho da Integração, en portugués), explicó a IPS Antonio Nascimento, uno de los organizadores del segundo campeonato no profesional de fútbol entre extranjeros que se realiza en Portugal.
La relevancia del encuentro deportivo e intercultural está reforzada por el compromiso personal del jefe del Estado luso, Aníbal Cavaco Silva, quien preside su Comisión de Honor.
El mundialito tiene como sedes a Lisboa y la vecina ciudad de Sintra, a tan sólo 30 kilómetros de distancia, y va a concluir el sábado 1 de agosto, tras su inauguración el día 17.
Su objetivo es promover el encuentro deportivo y social entre personas de diferente origen nacional y profesiones, desde modestos trabajadores que buscan en Portugal una vida decente hasta profesores universitarios, médicos, economistas y diplomáticos.
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La participación más entusiasta es la de los trabajadores inmigrantes, en especial los procedentes de las ex colonias portuguesas en África, de Brasil y de los países del centro y este de Europa.
Este año participan 16 equipos: Alemania, Angola, Brasil, Cabo Verde, China, España, Gran Bretaña, Guinea-Bissau, Marruecos, Moldavia, Mozambique, Nigeria, Rumania, Senegal, Santo Tomé y Príncipe y Ucrania.
España y Portugal son los únicos países de la Unión Europea que realizan este tipo de competición, financiada fundamentalmente por sus respectivos gobiernos y por municipios, con el propósito de crear un ambiente de integración igualitaria entre residentes extranjeros.
"Por su componente social, se puede decir que el mundialito es el encuentro deportivo más democrático e igualitario que se realiza en nuestro país", aseguró Nascimento, también asesor del alcalde de Sintra.
En cambio, los resultados de los partidos celebrados hasta ahora, no son nada igualitarios.
Los equipos de países africanos y de Brasil, formados por jóvenes que en general realizan trabajos físicos y juegan fútbol en todo su tiempo libre, han dado verdaderas palizas a sus contrincantes.
Ha habido resultados que lo dejan especialmente patente, como los de 23 goles a cero de Cabo Verde contra Marruecos y de 11-1 contra Gran Bretaña, y el de 18-1 de Guinea-Bissau contra Alemania.
No obstante, "nada humillantes para los perdedores", aseguró Nascimento, porque los equipos de Alemania, España o Gran Bretaña son formados por profesionales universitarios, "que juegan fútbol el domingo para entretenerse".
Al contrario, trabajadores inmigrantes, muy especialmente los africanos de lengua portuguesa, "entrenan todos los días, alimentando la idea de convertirse en profesionales, empezando por la segunda o tercera división, lo que les permitiría subir su nivel de ingresos y, por lo tanto, tener una vida mejor para sus familias", añadió.
Otra es la explicación del húngaro Szabolcs Sebestyén, profesor Economía de la Universidad Católica, integrado en el equipo británico porque su país no cuenta con un número significativo de residentes en Portugal.
"El verdadero motivo de estas estruendosas derrotas de los europeos, se debe a que en los equipos de los africanos, juegan algunos profesionales", aseguró Sebestyén a IPS.
Nascimento asevera que los reglamentos prohíben la participación de profesionales, pero reconoce que se han detectado algunos casos donde se ha corroborado la afirmación del catedrático húngaro. En tal caso, el castigo fue la derrota.
"El único caso verificado este año, no se registró en un equipo africano, sino en el de Brasil, que pese a haber ganado cómodamente a su rival (no precisado), cuando se supo que había un profesional en el campo de juego, le fue aplicada la pena máxima, que es la invalidación de su triunfo y dar como ganador al equipo contrario", reveló.
Sin embargo, los reglamentos no impiden la participación de ex profesionales "y ese debe ser el caso que apunta el profesor húngaro", afirmó. Como ejemplo puso el del equipo del académico, "donde también participa un ex profesional inglés, que ya tiene cerca de 50 años, pero que en la cancha parece de 35".
Nascimento hace especial hincapié en que "aquí lo realmente importante es la convivencia entre personas de todo origen y profesiones, sin violencias o indisciplinas, una manera de conocerse, donde el deporte se practica en su estado más puro".
La organización está a cargo de las alcaldías de Lisboa y Sintra y del gobierno central, a través del Ministerio del Interior, de las secretarías de Estado de Deportes y de Inserción Social, y de la oficina del Alto Comisionado para las Migraciones.
Además, colaboran en el financiamiento dos empresas: Ibérica Comunicación Empresarial y Mota-Engil, con grandes obras de construcción civil en Angola, junto con la Santa Casa de la Misericordia, una institución de la Iglesia Católica.
El Servicio de Extranjeros y Fronteras, la policía encargada de la inmigración, no desaprovecha la oportunidad y ha destacado funcionarios al "Estadio do Lumiar", en Lisboa, y al "Primeiro de Dezembro", en Sintra. Pero no para revisar los papeles de los asistentes, sino para promover la legalización de indocumentados.
Para los futuros campeonatos, se perfilan proyectos más amplios y ambiciosos.
El III Mundialito de la Integración, en 2011, contempla realizar algunos partidos entre niños inmigrantes y exposiciones de artistas plásticos de los países participantes.
¿Por qué los mundialitos de integración solo se realizan en la Península Ibérica y no en el resto de Europa? Nadie arriesga una respuesta certera, pero Nascimento, historiador de profesión, aventura una posibilidad en el caso de su país.
"Portugal inició la globalización hace seis siglos. Su antiguo imperio colonial contó siempre con la marca de un fuerte componente mestizo y nuestra política de integración, con altos y bajos, continúa teniendo ese sello".