Una multitud se volcó a las calles de la capital uruguaya este gélido martes para homenajear a la selección nacional de fútbol, que se coló entre las cuatro mejores del campeonato mundial de Sudáfrica. El éxito es considerado parte de otras «revoluciones silenciosas» por el académico Gerardo Caetano.
A pesar de que la sensación térmica se acercó a 0 grados, miles de personas vivaron a los futbolistas a lo largo de 30 de kilómetros y poblaron una decena de cuadras de la ancha avenida que desemboca en la sede del Parlamento, donde fueron recibidos por el presidente, José Mujica, legisladores y músicos en un estrado montado en las escalinatas del edificio.
La Celeste, como se conoce a la selección nacional por el color de su camiseta, ya había sido recibida cerca de la medianoche del lunes en el aeropuerto de Montevideo por Mujica y otras autoridades, pero la bienvenida popular debió postergarse para este martes por razones de seguridad debido a la multitud que se esperaba, como se confirmó luego.
"Lo que ocurrió con Uruguay en esta Copa Mundial expresa mucho más cosas que un hecho deportivo y converge en un momento especial de la historia de este país", sostuvo Caetano, coordinador del Observatorio Político del Instituto de Ciencias Políticas de la estatal Universidad de la República.
Es que "si uno va más allá de la superficie descubre que hay una energía nueva en la sociedad uruguaya, y esto no tiene que ver con un gobierno o un cambio electoral, sino con una suma de aprendizajes, un conjunto de revoluciones silenciosas" que aún no se perciben a simple vista, añadió.
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Para graficar su análisis, repasó ante IPS el "gran desarrollo científico verificado en las últimas décadas", en especial en ciencias básicas y naturales, fruto de la acumulación de experiencias".
"Nosotros tenemos la tendencia nostálgica a ver siempre lo mejor en el pasado, por eso dentro de muchos años van a identificar a científicos de hoy como grandes figuras, como Rafael Radi (doctor en medicina y en bioquímica) y Rodolfo Gambini (director del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas), de enorme importancia y reconocimiento internacional", destacó.
UN INTRUSO EN FEUDO DE FIFA
Uruguay llegó a Sudáfrica ninguneado por todas las grandes cadenas internacionales de televisión e ignorado por la mayoría de los especialistas y hasta por otros participantes que lo ubicaban entre los primeros en quedarían fuera en esta última edición de la Copa Mundial de la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado).
Finalmente se ubicó en cuarto lugar entre los 32 países participantes, tras perder por un gol de diferencia y en partidos muy disputados, primero con Holanda en semifinal y luego con Alemania por la medalla de bronce. Pero en la memoria quedó marcado el juego contra Ghana, en cuartos de final, ganado por penaltis y tras salvarse de ser eliminado en el último segundo del tiempo extra.
Otro galardón llegó de la mano del delantero Diego Forlán, quien obtuvo el Balón de Oro como mejor jugador de la Copa, además de haber igualado en la mayor cantidad de goles con el alemán Thomas Müller y el español David Villa.
En este torneo, que le dio la copa por primera vez a España, quedaron por el camino Brasil, Argentina, Italia, Inglaterra y más tempranamente Italia y Francia, todos estos países que junto a Alemania y Uruguay son los únicos que se han coronado campeones mundiales.
Uruguay, con un territorio de 176.000 kilómetros cuadrados y apenas 3,3 millones de habitantes "es un pésimo negocio para la FIFA", precisó Caetano.
"Fue un aguafiestas en este torneo porque liquidó la posibilidad africana (con el triunfo sobre Ghana, el único país de ese continente en llegar a cuartos de final), que era una gran apuesta de la FIFA, además de perjudicar las chances de México (al perder con Uruguay debió cruzarse con la poderosa Argentina), otro gran mercado para el fútbol profesional", precisó.
Y Caetano también sabe de lo que habla cuando de fútbol se trata. Fue delantero de la selección para jugadores menores de 18 años que ganó el campeonato sudamericano de 1977 en Caracas y que luego quedó en cuarto lugar en el primer torneo mundial juvenil de la FIFA, organizado ese mismo año en Túnez.
Pese al escaso desarrollo de su fútbol profesional actual, Uruguay no es un desconocido en la historia de este deporte, puesto que carga sobre sus pequeñas espaldas cuatro títulos mundiales de selecciones y varios de clubes. Pero en tiempos lejanos y en un mundo muy distinto.
Logró sendas medallas de oro en los Juegos Olímpicos de 1924 en París y de 1928 en Ámsterdam, que equivalían entonces a los actuales campeonatos mundiales, y se alzó con la primera Copa de la FIFA de 1930 en su propia casa y con la de 1950 en Brasil.
Si bien este país paulatinamente decayó en las competencias internacionales, no dejó de ser un neto exportador de futbolistas de primer nivel a las ligas más importantes y ricas del mundo, como España, Italia, Inglaterra, Holanda, Portugal, Francia y últimamente Turquía y México.
La emigración ha llevado a las canchas del mundo a miles de jugadores, una emigración que se puede comparar, aunque de distinto perfil, a lo que ocurre con la población en general en un país que tiene a unos 500.000 nacionales residiendo en el exterior.
BUSCO MI DESTINO
"Para que estar entre los cuatro mejores del mundo no sea una hazaña sino una obligación, le pedimos a las autoridades que trabajen para que el fútbol y el resto de los deportes estén en las condiciones que se merecen", reclamó este martes el capitán de los celestes, el defensa Diego Lugano.
"El camino es la recompensa", dijo a su vez el director técnico de la selección, el maestro de escuela primaria y ex futbolista Óscar Washington Tabárez.
"Está muy bien festejar triunfos, pero lo que demuestran ustedes (la multitud) es que no hay que quedarse con los resultados para valorar lo que se hace. El éxito no es sólo eso, sino las dificultades que se pasan para obtenerlos, la lucha permanente, el espíritu de plantearse desafíos y la valentía de superarlos", añadió en alusión a la sentencia popular de que los uruguayos sólo festejan títulos.
Caetano, en coincidencia y ampliando la mirada hacia la sociedad, sostuvo que "la fórmula uruguaya es la anticipación gradualista"
"La anticipación quiere decir una estrategia, mirar más lejos, entre otras cosas porque tenemos una zancada corta, pues no somos un gigante", afirmó.
Que una selección de fútbol llegue a estar entre las cuatro mejores del mundo pese a representar a un país con escasa población "no debe impedirnos ver que hay otros escenarios donde también se están haciendo revoluciones silenciosas, aunque con menos repercusión mediática", apuntó.
"Lo importante es que estos éxitos puedan traducirse en políticas. Sería muy bueno que este éxito deportivo y todo lo que suscita sirvan de oportunidad para que muchas prácticas no adecuadas en el manejo de políticas deportivas sean dejadas de lado", indicó.
"Por primera vez veo que la hipótesis del desarrollo no es una utopía. Este resultado deportivo tiene la capacidad de crear, en un momento especial de la sociedad uruguaya, una oportunidad de consolidar la superación como sociedad", agregó.
Tomando conceptos del propio Tabárez, el académico Caetano concluyó que los uruguayos "no están tan lejos de los logros". "Uruguay puede aspirar a cosas importantes y debemos convencernos de que el éxito no pasa sólo por ser campeón del mundo".