El indio Basudev Dalai, de 43 años, nunca pensó que la aldea de pescadores donde vivió toda su vida estaría envuelta en violentos enfrentamientos en torno a su medio de subsistencia.
La tensión es tal que "la gente incluso está preparada para matar a aquellos con quienes ha vivido por generaciones", dijo Dalai, nativo de la aldea de Alupatna, cercana al lago Chilka, en el oriente de India.
A comienzos de este mes, una batalla armada y un ataque con explosivos que involucró a dos aldeas de pescadores, dejó dos muertos, 40 heridos y a la economía local hecha añicos.
Chilka es el lago de agua salada más grande de Asia, y está protegida por la Convención de Ramsar sobre los Humedales de Importancia Internacional, firmado en 1971 y en vigor desde 1975.
Ocupa una superficie de 100.000 hectáreas, abarcando tres distritos costeros, y constituye el medio de sustento para 137 aldeas de la zona, donde viven unos 200.000 pescadores.
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Un día después de que estallara la lucha y antes de iniciarse las búsquedas policiales, los alrededor de 1.000 habitantes de las comunidades beligerantes huyeron a las aldeas cercanas en botes de pesca. Los atacantes no fueron capturados.
Eran Dalai, de 25 años y nativo de Alupatna, dijo que los combates empezaron cuando los pescadores de su aldea encontraron destruidas las estacas que delimitaban su lugar de trabajo.
Antes del sangriento incidente de este mes, la policía había registrado 60 muertes causadas por ataques similares desde 1999.
El inspector policial a cargo del caso, Debi Prasad Das, dijo que en el ataque de este mes se usaron 300 bombas rudimentarias y tuvieron lugar 200 balaceras. El hecho se desarrolló durante cinco horas, hasta que la policía intervino.
Los enfrentamientos por los derechos de pesca en el lago Chilka han aumentado en cantidad e intensidad, dijo Biswapriya Kanungo, asesor legal de la Federación de Pescadores Tradicionales de Chilka, con sede en el oriental estado de Orissa.
Promedialmente, las escaramuzas tienen lugar una vez por mes, agregó.
El aumento de la población, la pesca excesiva, el agotamiento de las reservas pesqueras y la degradación ambiental causada por una serie de factores, incluido el encenegamiento, así como el advenimiento de la cría comercial de camarones en Chilka y sus alrededores, han diezmado el lago y su rica biodiversidad.
Es precisamente la seriedad de esa situación lo que ha causado enfrentamientos en las aldeas de pescadores.
"La cantidad de pescadores activos ha aumentado exponencialmente, igual que los botes de pesca", dijo Durga Prasad Das, al frente de la organización ambientalista local Pallishree.
"La pobreza de los pescadores artesanales de Chilka se inició cuando el mercado mundial descubrió su potencial camaronero, a fines de los años 80", agregó.
Entre 2000 y 2008, la cantidad de pescadores en el área aumentó 40 por ciento, llegando a unos 200.000, según datos oficiales de Orissa y en base a un informe de 2008 de la Comisión de Planificación de India.
Los pescadores artesanales —así llamados por usar métodos de pesca tradicionales, poco tecnificados— se quejan de que sus áreas de trabajo han sido avasalladas por el rápido incremento de los estanques dedicados a la cría de camarones.
Según Anadi Behera, secretario general de la Federación de Pescadores Tradicionales, el conflicto se origina "en la falta de una demarcación clara de las aguas arrendadas para la pesca".
Los enclaves camaroneros no autorizados tienen sus raíces en una industria acuícola no regulada.
Habitualmente las estacas se quitan durante el día, y los camarones se trasladan de noche, así que para entonces se las vuelve a instalar, dijo Chittaranjan Mishra, director adjunto de la estatal Autoridad de Desarrollo de Chilka, encargada de garantizar el manejo sustentable del lago. "Hasta los años 80, los métodos tradicionales implicaban el uso de botes, redes y trampas de bambú. Las capturas se dividían entre pescadores y dueños de botes y redes. Había una cooperación de la comunidad", dijo Dalai. Pero esos días están muy lejos.
Según Das, la competencia por los recursos del lago derivó en una pesca insostenible, caracterizada por el uso de barcos motorizados y cercas hechas con redes, e incluso pesticidas para maximizar los resultados.
Alrededor de 30 por ciento de las familias de los pescadores artesanales se han empobrecido. Muchas de ellas padecen un endeudamiento perpetuo y deciden abandonar la zona, dijo Das.
Las mujeres y los niños son los más perjudicados por la situación.
Kanungo, el asesor legal, dijo que los pescadores se ven obligados a subarrendar sus zonas de pesca por no poder pagar las exorbitantes sumas que les cobran por trabajar allí. O bien se introducen en el área de otro o bien trabajan como jornaleros en las suyas propias, ahora administradas por ricos comerciantes bajo acuerdos de subarrendamiento.
El "Informe de Economía Verde", cuyo avance fue presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) el 30 de mayo, señala que 30 por ciento de las existencias pesqueras mundiales ahora producen apenas 10 por ciento de su potencial previo.
Prácticamente todas las pesquerías comerciales habrán colapsado para 2050 si continúa la tendencia, agrega.