Silencio y dolor para chinas desposadas con gays

Wang Yibing estuvo casada tres años sin saber que su marido era gay. Él sí lo sabía, pero, como muchos homosexuales en China, prefirió contraer matrimonio y evitar la presión familiar y social.

"Al principio todo era bastante normal y dulce", señaló la mujer de 33 años de Beijing.

Pero a los tres años, Wang notó que su marido se volvió frío y se desvinculó emocionalmente. Tras descubrir una carta de un ex novio que le pedía que le diera otra oportunidad a la relación, él le confesó la situación.

Fue devastador para Wang, pero es bastante común en China. Hay estudios que estiman que 90 por ciento de los gay están casados con mujeres heterosexuales, pero es difícil tener cifras precisas.

Las mujeres atrapadas en un matrimonio sin amor son incapaces de divorciarse por la presión que sufren las parejas jóvenes para tener hijos y el temor a la reacción de su entorno.
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"La cantidad de mujeres en esa situación disminuyó en los últimos años", indicó Zhang Beichuan, director de la Asociación de Sexología de China y fundador de la revista "Intercambio de Amigos", que ayuda a personas con problemas vinculados a la homosexualidad.

Pero no es ningún consuelo para las que sufren un matrimonio sin amor.

"Muchas mujeres pierden la autoestima y se sienten usadas por sus maridos", dijo Zhang a IPS.

Wang señaló que, al principio, tenía buenas relaciones sexuales con su marido, pero todo terminó cuando se enteró que era homosexual. "Una vez traté de conseguir a alguien por una noche en Internet, pero no tuve valor para seguir adelante", dijo a IPS.

Wang no pudo divorciarse. Le surgió una oportunidad laboral que implicaba mudarse a otra ciudad y decidió aceptarla. Siguen casados, pero viven separados.

Wen Xiao, de Qingdao, tuvo una experiencia diferente.

"Mi marido no me besó ni me abrazó en nueve años de matrimonio", señaló la mujer de 42 años. "Siempre me hacía sentir como que había hecho algo mal", añadió.

La situación era tan difícil que Wen consultó a un psiquiatra y tomó medicación para superar su depresión.

Empezó a sospechar de la homosexualidad de su pareja al año de estar casada, pero le llevó siete más aceptarlo. "Fue un prolongado y doloroso proceso", relató.

Hay organizaciones y sitios de Internet que ayudan a las mujeres a lidiar con el problema, a darse cuenta de que no están solas y a apoyarlas mientras deciden qué hacer.

Ciudades como Beijing tienen pequeñas organizaciones de apoyo donde las mujeres pueden escuchar a otras personas en situaciones similares y liberar emociones.

"La situación de las esposas de homosexuales es extremadamente trágica", señaló Li Yinhe, profesora de sociología de la Academia de Ciencias Sociales de China y conocida activista. "La mayoría de los días se lavan la cara con lágrimas", añadió en su blog.

"Muy pocas optan por divorciarse", señaló Zhang. Las que lo hacen "suelen tener estudios y ser independientes económicamente. Además, muchas de las que se divorcian no tienen hijos con sus maridos", apuntó.

Pero no fue el caso de Wen, quien decidió divorciarse al año de saber que su marido era homosexual.

"Me costó tomar la decisión, sobre todo porque tengo una hija y no quería que creciera sin padre. Pero tampoco quería que se criara en una familia enferma", explicó.

"Los esposos gay no pueden satisfacer sexualmente a sus esposas, pero pueden ser buenos padres y cuidar a su familia", remarcó Zhang.

"Pero para ellas, lo más duro es el abuso emocional, no el físico. Sus esposos no las quieren y a algunos hasta les disgusta todo contacto físico. Eso es lo más difícil para cualquier mujer", explicó.

La mujer de un homosexual "me contó que una vez, dormida, puso su brazo sobre el cuerpo de su marido. De repente, él se lo sacó brutalmente. Se despertó impresionada y, por supuesto, destrozada", añadió.

Aun después del divorcio, Wen no pudo explicar los motivos a sus padres.

La presión social y la falta de comprensión y de aceptación de la homosexualidad hacen que sea difícil para las mujeres chinas entender que no es su culpa, mucho menos convencer a sus padres.

"No se lo pude decir a ninguno de mis conocidos", señaló Wang. "Pero voy a las reuniones y hablo con mujeres que están en mi misma situación", añadió.

Wang todavía lucha por aceptar el fin de su matrimonio.

"Pasamos todos esos años juntos construyendo una familia. ¿Basta otro hombre y un deseo para destruirla? El sexo no es el único vínculo que une a las parejas", señaló.

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