La forma en que Líbano trata a los palestinos no es mucho mejor a la que les dispensa Israel. Desde que se refugiaron en este país, tras la creación del Estado judío en 1948, se les han negado sistemáticamente derechos laborales y sociales.
Las altas tasas de desempleo ahora amenazan con llevar a la comunidad palestina al borde de la desesperación y del radicalismo.
"Los palestinos en Líbano viven confinados", señaló el filósofo y activista Noam Chomsky en una reciente visita a este país de Medio Oriente.
Grandes campamentos para refugiados en Líbano, como los de Ain el-Helweh, Bedawi y Chatila, son vigilados por los militares o la policía. Los jóvenes no tienen otras opciones que deambular por las polovorientas calles, conversar y fumar cigarrillos.
Por la noche, miembros de grupos radicales se enfrentan con bandas rivales. Un inocente partido de fútbol en uno de los campamentos puede pronto convertirse en un tiroteo.
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Hay unos 300.000 palestinos en Líbano, la mayoría residiendo en nueve campamentos distribuidos en todo el país. La discriminación y la marginación que sufren en esta suerte de guetos se exacerban por las restricciones de empleo.
Se estima que 60 por ciento de los palestinos en Líbano están desempleados. Antes estaban excluidos de unas 70 categorías de empleo. En 2005, el Ministerio de Trabajo levantó la prohibición a unas 50 profesiones.
Khaled, un palestino de 22 años, estudió ingeniería eléctrica en Bagdad antes de regresar a Líbano en busca de trabajo. "He estado buscando por más de un año sin éxito. He sido rechazado por ser palestino, a pesar de mis referencias. En Iraq tenemos más derechos", señaló.
Gran parte del trato discriminatorio que sufren los palestinos en el mercado laboral libanés tiene su raíz en el hecho de que no han tenido un Estado que los defienda desde 1948.
Según datos de la organización Human Rights Watch, sólo 261 palestinos obtuvieron visas de trabajo en 2009, contra 36.754 etíopes. Beirut se resiste a reconocerles los mismos derechos que a los libaneses o a los miembros de otras colectividades extranjeras.
"Las leyes laborales libanesas tratan a los refugiados palestinos como otros no libaneses y les exigen permisos para trabajar y para recibir derechos sociales, siempre bajo el principio de reciprocidad", explicó Alexander Adam, gerente de proyectos de la organización Consejo Danés para los Refugiados.
"Esto significa que Líbano permite trabajar a ciudadanos de otros países que le han otorgado el mismo derecho a libaneses. Naturalmente, esta ley excluye a los palestinos", añadió.
Además de las menores oportunidades de empleo, los palestinos con trabajo legal no pueden beneficiarse de pensiones ni de planes de seguro aun cuando están obligados de aportar para esos programas estatales, señaló Adam.
Asociaciones profesionales, como las de abogados, médicos e ingenieros, imponen severas restricciones a los no ciudadanos o directamente los excluyen por completo, dejando a los palestinos con pocas opciones laborales.
"La mayoría de los palestinos trabajan como pintores o constructores, así como jornaleros en el sector agrícola o conductores de taxis. Los profesionales son mayormente contratados por la Agencia de las Naciones Unidas para la Ayuda a los Refugiados Palestinos en Medio Oriente o por organizaciones no gubernamentales", indicó Adam.
En 2005, el Ministerio de Trabajo publicó un memorando destinado a mejorar las oportunidades laborales legales de los palestinos, pero no tuvo muchos resultados. Adam explicó que el programa fracasó debido a las objeciones de agencias de empleo.
"He estado buscando trabajo por más de un año. Algunas compañías a las que me presenté me dijeron que no contrataban a palestinos", contó Abdallah Oueid, joven con un título en química de la Universidad Árabe de Beirut.
Además de estar excluidos de los seguros médicos públicos, de beneficios por retiro y de otros derechos como seguro por enfermedad, licencia por maternidad y vacaciones, los palestinos ganan menos que los libaneses.
"Me pagaron 50 dólares menos que a mi amigo libanés quien también tenía cobertura de seguro, y yo no", dijo Ahmad, un joven palestino libanés que se graduó como diseñador gráfico y trabajó como mesero en un restaurante local por 400 dólares al mes.
Un estudio publicado por el sociólogo libanés Sari Hanafi concluyó que los refugiados palestinos recibían "pagas por hora significativamente menores ( ) comparado con los ciudadanos libaneses, tanto en casos de personas con educación secundaria y superior como en los que sólo tienen educación básica".
Ahmad indicó que la mayoría de sus empleos fueron temporales y en negro. "Tuve que esconderme durante las visitas de funcionarios del Ministerio de Trabajo y de otras agencias de gobierno", añadió.
Por su parte, Adam reconoció que la alta tasa de desempleo en la comunidad palestina lleva a muchos adolescentes a abandonar sus estudios a temprana edad. La deserción asciende a 60 por ciento.
"Los que abandonan la escuela afrontan un mayor riesgo de quedarse sin hogar, de ser abusados o de volcarse a las drogas", señaló.
Presionados al borde de la pobreza, muchos palestinos han optado por integrarse a organizaciones políticas que les garantizan un ingreso mensual. En los últimos meses, los grupos radicales Ain el-Helweh y Bourj Barajneh parecen haber reclutado miembros en masa.
"Eso no significa que adhiramos a un partido o a otro", dijo Ahmad. "Simplemente pagan las cuentas".