Autoridades de Israel impidieron que la prensa entrevistara a pasajeros de los barcos del movimiento Free Gaza, atacados por soldados israelíes en aguas internacionales esta semana cuando trataban de llevar asistencia humanitaria a ese territorio palestino.
Los activistas detenidos por Israel fueron deportados el miércoles desde el aeropuerto internacional de Ben Gurion, en Tel Aviv.
"No podrán hablar con ellos ni entrevistarlos", dijo a IPS Shahar Ariel, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores. Numerosos periodistas se agolparon en los pasillos del aeropuerto para tratar de tomar imágenes de la partida de los activistas.
Medios de comunicación extranjeros y algunos israelíes acusaron a las autoridades locales de censurar la información.
Periodistas del periódico israelí Haaretz protestaron por las enormes dificultades que encontraron al tratar de entrevistar a altos funcionarios políticos y militares dispuestos a hacer declaraciones sobre el episodio del lunes.
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Además, el ejército de Israel bloqueó toda información sobre los nombres y las nacionalidades de los activistas involucrados y se negó a decir qué hospitales estaban recibiendo a los heridos.
Algunos detalles se filtraron, pero los periodistas tenían prohibido hablar con los heridos. Efectivos de las Fuerzas de Defensa Israelí custodiaban los corredores para impedir cualquier intento.
Reporteros Sin Fronteras informó que al menos 60 de los 700 pasajeros de la flotilla eran periodistas y criticó duramente el trato que recibieron.
"Los periodistas hacían su trabajo, que era cubrir los acontecimientos. No había que confundirlos con los activistas", señaló la organización.
Algunos de los reporteros presentes en la flotilla fueron agredidos y sus equipos confiscados o destruidos. Además estuvieron entre los últimos liberados.
"Tratamos de escapar de los comandos para poder mandar a la prensa internacional fotografías de los muertos y los heridos", dijo a IPS Huwaida Arraf, presidenta de Free Gaza. "Pero nuestros teléfonos satelitales no funcionaban. Los israelíes interfirieron las señales para evitar que nos comunicáramos con el mundo exterior", añadió.
"Desde el principio fue claro que Israel trató de controlar la cobertura periodística de los acontecimientos para poder difundir su propia versión de los hechos", arguyó.
"En cuanto los efectivos israelíes abordaron los barcos, nos confiscaron nuestros teléfonos celulares y nuestros equipos para grabar y filmar y comenzaron a tomar sus propias imágenes", relató Arraf.
La periodista australiana de The Sydney Morning Herald, Kate Geraghty, fue aturdida con una picana eléctrica. Su compañero Paul McGeough señaló que la persecución de los comandos israelíes fue como ser "acechado por hienas en la noche".
Ninguno de los dos profesionales australianos tuvo acceso a asistencia legal ni consular. Quisieron rechazar la orden de deportación, pero su abogado no pudo entrevistarse con ellos a tiempo. Cuando un tribunal israelí finalmente les concedió una audiencia urgente ya era demasiado tarde, su avión estaba por partir.
"Los queremos fuera del país lo antes posible. Es una situación normal que en este momento no reciban asistencia consular ni legal porque están siendo investigados", respondió la portavoz al ser consultada por IPS por las razones de esa decisión.
La violencia y los golpes contra los activistas ocurrieron, al parecer, en los barcos cuyos pasajeros no opusieron resistencia a los efectivos israelíes, a diferencia de los del "Mavi Marmara", donde algunas personas trataron de repeler el abordaje con instrumentos de cocina, lo que dejó varias personas muertas.
Las autoridades israelíes alegaron que había armas de fuego abordo, pero se retractaron al no tener pruebas al respecto.
Los barcos fueron sometidos a una exhaustiva revisión por la seguridad de varios puertos. Además, los organizadores contrataron a especialistas independientes para verificar que las embarcaciones no cargaban armas, puntualizó Arraf.
IPS vio el miércoles a dos activistas muy asustados que eran retirados de los autobuses en que llegaron al aeropuerto y conducidos por la fuerza mediante coscorrones hacia una pequeña camioneta.
Actuaron de forma "provocativa", declaró un portavoz de la policía israelí.
Cuando el periodista de IPS trató de sacarles fotografías fue increpado y amenazado por uno de los policías que los escoltaba y debió ser retirado por otros oficiales.
Los policías rodearon la camioneta para que los reporteros que se agolparon en el lugar no pudieran tomar fotografías. Además, guardias de seguridad del aeropuerto impidieron el ingreso de la prensa al recinto.