EEUU: Elecciones se interponen entre Washington y Beijing

A principios de la primavera boreal, muchos analistas estadounidenses esperaban un deshielo en las relaciones entre China y Estados Unidos, pero no contaban con las elecciones de mitad de periodo en este último país.

Las esperanzas de los analistas nacieron en la participación del presidente chino Hu Jintao en la Cumbre de Seguridad Nuclear, en la decisión del Departamento (ministerio) del Tesoro de Estados Unidos de no incluir a China en la lista de países que controlan su divisa y en el apoyo de Beijing a las sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas contra Irán.

El deshielo primaveral se tornó en chubasco estival porque legisladores estadounidenses reclaman al Departamento del Tesoro (ministerio de hacienda) que denuncie a China por controlar el tipo de cambio del renminbi.

Beijing también hizo lo suyo al recortar los programas de intercambio militar entre ambos países este año en protesta por la venta de armas de Washington a Taiwán.

También expresó su preocupación por la decisión de la Casa Blanca de autorizar la venta de aviones de combate F-16 a esa provincia, considerada renegada por el gobierno chino.
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"Creo que la venta de armas es un mensaje equivocado para los chinos", señaló el teniente general Zhu Chengdu, en un ataque público a Estados Unidos el 4 de este mes, que dejó al descubierto el malestar de su país.

"Los chinos consideran a los estadounidenses como socios y amigos, en tanto ustedes nos ven como enemigos", añadió Chengdu, también director de la Universidad Nacional de Defensa, en una reunión anual de ministros de la cartera.

La suspensión de los vínculos militares es una señal de mayor confianza de China en sus capacidades en la materia y en su habilidad de pasar factura a Washington por las políticas que, según Beijing, impiden la unificación de Taiwán.

"Las relaciones entre ambos países avanzarán más allá de la cuestión de la venta de armas a Taiwán", señaló el secretario (ministro) de Defensa estadounidense, Robert Gates, en respuesta al anuncio de China.

Pero el asunto de la divisa china cobra fuerza en Washington porque los legisladores se preparan para la campaña estival con una agenda populista en el marco de una deteriorada economía y una gran cantidad de desempleados.

Además, los empresarios están cada vez más molestos con el asunto de la moneda china y la falta de normas para proteger los derechos de propiedad intelectual en ese país, lo que hace que los legisladores adopten una postura fuerte contra las políticas de Beijing.

El presidente de la comisión de finanzas del Senado, el legislador del gobernante Partido Demócrata, Max Baucus, pidió al gobierno que privilegie los crecientes problemas económicos del país y no la relación estratégica entre Estados Unidos y China.

El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, fue el depositario del malestar del Congreso legislativo por el creciente déficit comercial con China y la mayor cantidad de desempleados.

"Miles y miles de millones de dólares y millones y millones de puestos trabajo se van para China, simplemente porque manipulan su moneda", señaló el senador Chuck Schumer.

El Congreso también está molesto porque el Departamento del Tesoro está dos meses demorado en difundir su informe sobre la situación del dólar.

Senadores del opositor Partido Republicano lograron reformar un proyecto la semana pasada que obliga al gobierno a realizar informes trimestrales sobre los peligros para Estados Unidos de que China sea dueño de su deuda.

"Las distorsiones causadas por la tasa de cambio de la divisa china sobrepasan su frontera y son un impedimento para el equilibrio global que necesitamos", señaló Geithner la semana pasada, tratando de calmar los ánimos en el Congreso. "Es muy importante una reforma para Estados Unidos y para la economía mundial", añadió.

Geithner quedó en una situación difícil entre un Congreso cada vez más impaciente y un intercambio diplomático sensible con Beijing, que no quiere parecer como que sede ante la presión de Washington.

Beijing sigue comprometido con la reforma de su divisa, señaló el mes pasado el presidente chino en el Diálogo Estratégico y Económico China-Estados Unidos.

Por su parte, funcionarios del Departamento del Tesoro señalaron que China debe ajustar su moneda a su propio ritmo.

"La apreciación del renminbi no resolverá los desequilibrios comerciales entre ambos países ni solucionará los problemas internos de Estados Unidos", declaró el portavoz de la cancillería, Qin Gang, al refutar las críticas procedentes de Washington.

"Esperamos que los políticos estadounidenses reflexionen con seriedad sobre cómo resolver los problemas estructurales de su economía en vez de culpar a otros", añadió.

"Cuándo y cómo reformemos la tasa de cambio del renminbi es un asunto exclusivamente nuestro de acuerdo con la situación económica mundial y el rendimiento de la economía china", subrayó Qin.

Con las elecciones legislativas de mitad de periodo a la vuelta de la esquina, Washington afronta el desafío, por un lado, de mantener buenas relaciones diplomáticas con Beijing, que reafirma su seguridad en materia militar y económica.

Por otro lado, de los legisladores se ven presionados por sus partidarios a tomar medidas contra las políticas chinas, consideradas, con o sin razón, responsables del desequilibrio comercial y del gran desempleo.

Para la Casa Blanca es importante mantener buenas relaciones con Beijing para controlar a Corea del Norte, imponer sanciones multilaterales contra Irán y aliviar tensiones pues China va rumbo a ser una gran potencia.

Pero las presiones estivales pondrán a prueba la capacidad de Washington de llevar adelante su agenda en materia de política exterior.

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