Un maestro sienta en las primeras mesas a las alumnas más atentas, deja en el fondo del aula a los niños problemáticos, al inquieto lo castiga y al retraído, simplemente, lo deja estar. Los niños negros se sientan con las niñas negras, los varones juegan con los varones y las niñas con las niñas.
Quizás la maestra no se burle directamente del estudiante que, ya desde muy pequeño, muestra una identidad de género diferente a la de su sexo biológico o una inclinación hacia las personas de su mismo sexo, pero tolera la burla en el aula y puede así, con sus acciones cotidianas, acentuar el estigma y la discriminación.
Romper este ciclo generador de inequidades desde la infancia, en condiciones de acceso igualitario de niñas y niños a todos los niveles de enseñanza, aparece como el centro de un proyecto de la Cátedra de Género, Sexología y Educación Sexual de la Universidad de Ciencias Pedagógicas "Enrique José Varona", en La Habana.
"Cuba tiene indicadores poblacionales avanzados, pero también un machismo muy extendido. El personal de educación está preparado, pero no lo suficiente en materias de género y educación sexual", dijo a IPS Alicia González, directora de la Cátedra que trabaja con personal académico y estudiantes de pedagogía.
A la hora de mirar a la población adolescente y joven, la profesora reconoce que hay dominio de los conceptos de igualdad entre hombres y mujeres y de derechos. Sin embargo, añade, "estos conocimientos no siempre se reflejan en su comportamiento cotidiano. Esa es la dualidad que debemos combatir".
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Con educación obligatoria hasta noveno grado, más de 99 por ciento de la población infantil cubana termina la educación primaria, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas.
Estudios realizados indican que, aunque las mujeres representan 66 por ciento de la fuerza técnica y profesional del país y está establecido igual salario por igual trabajo para mujeres y hombres, ellas ocupan las plazas peor remuneradas y apenas 38 por ciento de los puestos de dirección.
Tras un trabajo de varios años de cara a estas realidades, la Cátedra de la Universidad Pedagógica evalúa un proyecto que, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), intenta promover cambios entre profesores de pedagogía y futuros maestros. La Estrategia de Educación Integral con Enfoque de Género, aplicada desde 2004, ha llegado a más de 500 estudiantes y 300 profesores de la capital cubana y la provincia oriental de Holguín, a través de procesos de reflexión y debate grupal que parten de la identificación de problemas desde la perspectiva de género.
"El enfoque de género pasa por la relación hombre-mujer y no sólo por la mujer como a veces se ve. Ella ha sido la más discriminada y, por lo tanto, tiene un tratamiento especial, pero no se hace nada con cambiar a la mitad de la población si la otra no cambia", opinó González.
"Un cambio así agudiza los conflictos", añadió.
A diferencia del sexo que parte de diferencias biológicas entre hombres y mujeres, la categoría género se refiere a aquellos atributos socialmente asignados a unos y otros, que, convertidos en estereotipos que definen lo que es "ser hombre" o "ser mujer", sustentan desde la cultura el poder patriarcal, la subordinación femenina y la violencia.
Los talleres con el estudiantado buscan, en primer lugar, promover cambios en sus vidas. Entre los temas aparecen sexualidad y construcción de género, autoconocimiento de "nuestro cuerpo" y de "nuestra sexualidad", mitos y estereotipos en la sexualidad femenina y masculina, la orientación sexoerótica, la homofobia y la violencia de género.
En tanto, la capacitación más teórica del profesorado se extiende a la salud sexual y reproductiva, los derechos sexuales, la educación integral y de la sexualidad desde una perspectiva de género en el contexto escolar, familiar y social y la implementación de los procesos educativos con una metodología desde el enfoque de género.
"El diagnóstico inicial nos asustó. Preguntamos si el sexo de los estudiantes influiría en la relación de comunicación que se establecería con los alumnos y 90 por ciento de los profesores dijo que sí", aseguró a IPS Anabel Naranjo, profesora de la Universidad de Ciencias Pedagógicas de Holguín "José de la Luz y Caballero".
Tanto las mujeres como los hombres aseguraron que "no sería igual la comunicación, ni el trato ni los métodos educativos en el caso de enfrentarse a una niña o a un niño", añadió Naranjo, una de las profesionales encargadas de la ejecución del proyecto en la provincia.
"Se estimula más a las muchachas a estudiar, a ser autodidactas, por lo tanto el proceso de aprendizaje está marcado por el sexismo", agregó.
Esta predisposición del profesorado que tiende a priorizar dentro del aula a la niña o adolescente porque, supuestamente, tiene una mejor actitud ante el estudio, podría figurar entre las causas del aumento de la femenización de la enseñanza en Cuba, que en las universidades alcanza más de 60 por ciento de la matrícula.
La creación de grupos de reflexión, a partir de las necesidades expresadas por los propios estudiantes de Ciencias Pedagógicas, ha dejado experiencias importantes en el trabajo de los estereotipos vinculados a las masculinidades, la sensibilización hacia la diversidad sexual y la prevención de la homofobia en el profesorado en formación.
Para Gemma García, especialista de la Oficina Técnica de Cooperación de la Aecid en Cuba, el "impacto multiplicador" del proyecto apoyado por la cooperación española es incalculable. "Se trata de profesionales que después llegarán a un aula con un conocimiento integrado en temas de género", dijo a IPS.