Seis países del Caribe pueden incidir en la decisión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) sobre relajar la prohibición de matar cetáceos con fines comerciales y permitir la caza en el área protegida del océano Antártico, o no.
Las restricciones para capturar al gigante mamífero marino rigen desde 1986.
Los miembros de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO) presentarán en la reunión de la CBI, realizada esta semana en Marruecos, una propuesta para permitir que se habilite la caza de una cantidad limitada de ballenas.
Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal-Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas pertenecen a la OECO y también a la CBI, creada en 1964 para preservar a las ballenas.
Numerosos ambientalistas y otros activistas se oponen a que la OECO levante la prohibición. Piden a los gobiernos caribeños que no cedan ante países como Japón, que suele recurrir a su poder económico para conseguir votos entre los 88 miembros de la CBI.
[related_articles]
El ex secretario general de la Mancomunidad de Naciones, Shridath Ramphal calificó de farsa la decisión de la OECO de apoyar a Japón.
"Es muy triste que nuestros pequeños países se unan a ese país para perpetuar la matanza que terminará con la extinción de esos mamíferos", indicó.
"Los japoneses usan la diplomacia de la chequera. Ellos compran nuestros votos y nosotros creemos que formamos parte de la tradición ballenera. Lo que hacemos es participar en la extinción", dijo Ramphal a los participantes de una conferencia internacional realizada en Granada en mayo.
Ese país recibió una asistencia de más de 15 millones de dólares de Japón entre 1986 y 1995. Este año, el gobierno espera recibir cinco millones de dólares para un proyecto pesquero en el occidental pueblo de Gouyave.
Japón también ha financiado proyectos pesqueros en otros países de la OECO.
Numerosas naciones del océano Pacífico y San Cristóbal-Nevis y Granada ofrecieron abiertamente vender sus votos en la CBI, indicó este lunes un periódico británico.
Las ballenas son más valiosas vivas que muertas para la región, indicó el ex diplomático caribeño Ronald Sanders, quien también pide a los países que no apoyen a Tokio.
La propuesta de los países de la OECO también incluye que Islandia y Noruega sigan cazando ballenas, infringiendo la prohibición y los procedimientos científicos acordados.
Granada concedió hace algunas décadas a Noruega permiso para cazar cachalotes en sus aguas jurisdiccionales, recordó el ambientalista Fitzroy Armour, quien promovió el control de cetáceos en el Caribe oriental. Las ballenas desaparecieron en una temporada, indicó.
"Qué cree que pasará hoy con barcos con equipos más complejos", preguntó Armour, preocupado por el daño que la relajación de la prohibición vaya a significar para el turismo en el Caribe.
"El cachalote, que está en la lista de especies en peligro de extinción, todavía no se ha recuperado", indicó. "Cazar ballenas no sólo las hace desaparecer, sino que es una vergüenza en el marco del derrame petrolero del Golfo de México, importante sitio para los peces del norte del océano Atlántico", añadió.
Japón tiene barcos en el Caribe que pueden "destruir las actividades de avistamiento de ballenas si se les concede un permiso", remarcó Armour.
Los miembros caribeños de la CBI votan desde 1992 en contra de la moratoria. Pero en 2008, Dominica dio un paso sin precedentes y retiró su apoyo a Japón porque no esa política atentaba contra la imagen de isla sensible a los asuntos ambientales.
El avistamiento de ballenas recaudó ese año 2.100 millones de dólares, según un estudio de la empresa, Economists at Large & Associates, con sede en Australia.
La actividad crece en el Caribe y en América Central a un ritmo considerable, con países que recaudan más de 54 millones de dólares al año.
Los gobiernos de la región "deben apoyar e impulsar las ofertas de avistamiento de ballenas como una actividad válida y sustentable para proteger a las poblaciones de cetáceos y crear puestos de trabajo, obtener divisas y suministrar un sustento a los pescadores y a las comunidades costeras", reclamó una conferencia sobre Turismo azul sustentable, realizada en la isla francesa de Martinica en febrero.
"Las ballenas se alimentan en las aguas frías del norte del océano Atlántico, en el golfo de San Lorenzo o la bahía de Fundy, en la costa canadiense, o en Europa", indicó la bióloga marina Lyne Morrisette, del Instituto de Ciencias Marinas de Canadá.
"Luego bajan a reproducirse y a parir. En ese momento cuidan a los ballenatos y no se alimentan", señaló al explicar por qué un proyecto de tres años para simular el retiro de cetáceos del Caribe no contribuyó al aumento de peces en el área.
"El Caribe no es una zona separada de otras regiones en términos de recursos", declaró el delegado de Granada ante la CBI, Justin Rennie, quien criticó el estudio.
"Si las ballenas no se alimentan aquí, pueden hacerlo en otra parte. No podemos considerar al Caribe como una entidad separada", arguyó.
Por su parte, el ambientalista Atherton Martin considera que Dominica debe encabezar las iniciativas de conservación que surjan en la CBI y proponer la creación de un área protegida para las ballenas en el Caribe.