PARAGUAY: Sueño para chicos, negocio para grandes

De la pasión por el fútbol, al fútbol como profesión. Este deporte es anhelado por los padres como la futura ocupación de miles de niños y adolescentes de Paraguay, que inundan las academias con el sueño y la exigencia a cuestas de convertirse en ídolos.

Un grupo de niños se entrena en la escuela de fútbol SC10. Crédito: Natalia Ruiz Díaz/IPS
Un grupo de niños se entrena en la escuela de fútbol SC10. Crédito: Natalia Ruiz Díaz/IPS
"Le encanta el fútbol y lo veo con mucho potencial", dijo a IPS Pabla Gómez, madre de un niño de 10 años que entrena diariamente en la escuela SC10 en las afueras de Asunción, y que como muchas otras se sacrifica horas de espera y de transporte público, por el futuro del hijo.

En el campo contiguo, donde entrenan chicos con 13 años o más, la técnica y la habilidad y la exigencia comienzan a mandar sobre la diversión.

Desde las gradas, un padre convertido en improvisado entrenador, no para de hacer indicaciones a su hijo, como "otra vez hiciste eso que no me gusta, no dejes la pelota".

En este complejo entrenan unos 180 niños de entre siete y 13 años. A partir de entonces, lo hacen ya como profesionales, con la intención de ser elegidos por algún club paraguayo de primera división.
[related_articles]
"Promovemos la práctica del fútbol como un deporte, desde la perspectiva de la diversión sana", dijo a IPS, Luis Romero, coordinador de SC10.

Las escuelas de fútbol crecieron sin parar en el país desde 1986, cuando la selección nacional participó en el Campeonato Mundial de México, tras 24 años de ausencia

Un año después, nació la Asociación Paraguaya de Escuelas de Fútbol Infantil, dedicada a la organización de torneos de competencia y que por primera vez aglutinó a los centros de este tipo, dijo a IPS Rubén Maldonado, presidente de la Confederación de Escuelas de Fútbol (Cofefu).

El éxito de los torneos y el aumento de escuelas condujeron a la creación de la Federación Paraguaya de Escuelas de Fútbol, en 1991, en un modelo que se extendió de Asunción al resto del país. Cinco federaciones del área metropolitana, con 92 escuelas y unos 15.000 inscritos, integran actualmente la Cofefu, surgida en 2002.

Maldonado señaló que el fenómeno de las escuelas fue favorecido por la paulatina desaparición de las "canchitas de barrio", los campos improvisados en terrenos baldíos que los vecinos del área utilizaban tradicionalmente para jugar al fútbol.

Esos espacios gratuitos prácticamente desaparecieron y fueron reemplazados por canchas de pasto sintético, en establecimientos privados.

También influyó, y mucho, el que jugadores paraguayos se convirtieran en figuras del fútbol internacional e ídolos locales. En 1998, Paraguay volvió al Campeonato Mundial, en Francia, tras no clasificar en las dos ediciones cuatrienales precedentes. Lo hizo con un equipo liderado por José Luis Chilavert, catalogado después como mejor portero del mundo.

En la Copa América 1999 deslumbró el juvenil Roque Santacruz, criado en la escuela del Olimpia, uno de los clubes más importantes del fútbol paraguayo. Santacruz marcó después un hito en la historia local de transferencias, cuando fue adquirido por el equipo alemán Bayern de Munich por siete millones de dólares.

"El sueño de todo padre es que su hijo juegue a nivel profesional, pero en nuestra academia pisamos tierra. Nos corresponde enseñarles y prepararlos", subrayó Romero.

Para Maldonado, "algo tiene que ver el interés de los padres de llegar a ser millonarios a través de sus hijos", cuando los llevan a una escuela de fútbol.

El fútbol como medio de éxito y bonanza prendió fácilmente en un país donde 36,6 por ciento de sus 6,2 millones de habitantes vive en condiciones de pobreza.

De hecho, con excepción de las de los clubes profesionales, la mayoría de las escuelas de fútbol son iniciativa de grupos de padres.

No es el caso de la SC10, que pertenece a Salvador Cabañas, goleador de la selección durante el anterior campeonato mundial, realizado en Alemania en 2006. SC10 fue su dorsal entonces.

"Salvador es su ídolo y eso lo motiva a entrenar", expresó Gómez, mientras seguía los movimientos de su hijo a un costado del campo de juego.

La participación de Cabañas en el XIX Campeonato Mundial, que se inaugurará en Sudáfrica el 11 de junio, es muy incierta después que recibió un disparo en la cabeza en enero en la capital de México, donde juega para el club América, en un hecho que generó un aluvión de conmoción y apoyo entre sus fanáticos en los dos países.

El analista deportivo Benicio Martínez comentó a IPS que no hay precedentes en Paraguay de un hecho similar, en que un incidente ocurrido a un deportista haya tenido un impacto tan extenso y profundo en toda la sociedad. "Nunca fue tan patente el interés masivo por el fútbol", dijo.

Maldonado resaltó que 90 por ciento de la selección nacional proviene de las escuelas, lo que evidencia su función de semillero de futuros astros futbolísticos, aunque insistió que "su objetivo primordial es la diversión y la disciplina para los niños".

Cabañas es un ejemplo de este proceso. Se formó en una escuela de fútbol en Itauguá, una pequeña ciudad a 30 kilómetros al sur de Asunción.

Ahora, el futbolista se rehabilita en Argentina y su exclusión del equipo que viajará a Sudáfrica no se ha hecho oficial todavía.

Entre tanto, Iván y Pablo, de 13 y 14 años respectivamente, no paran de entrenar. Son los destacados en el grupo de "prometedores" del SC 10. Su meta y su sueño es representar a su país en un futuro campeonato mundial, como el fundador de la academia.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe