Es notable la asimetría entre el nuevo orden mundial –político y económico- que está irrumpiendo en el último quinquenio desde el Sur del planeta, y la relativa inmovilidad del sistema internacional de informaciones que sólo parcialmente refleja y encuadra las grandes transformaciones contemporáneas.
Esta disparidad,es explicable. A lo largo de las tres últimas décadas el constante crecimiento económico y demográfico de las naciones emergentes -China e India son sólo los casos más notorios- ha sido paralelo al relativo estancamiento de las naciones desarrolladas, que fueron además el epicentro de la burbuja informática que estalló en el 2000 y de la aún más calamitosa depresión mundial comenzada en 2008 y aún lejos de estar superada.
No fue pues, por casualidad sino por necesidad y realpolitik, que el presidente estadounidense George W. Bush, precisamente en noviembre de 2008 convocara en Washington la primera reunión de las veinte mayores economías del mundo, el G20. El viejo grupo de los siete mayores países desarrollados, todos del Norte, no bastaba -no digamos ya para una gobernabilidad internacional que nunca ha existido- siquiera para articular una modesta coordinación de las instituciones multilaterales y de las económico-financieras en particular.
La ascensión del Sur, que se manifiesta en el G20, en el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y en el IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) le ha valido un papel de copiloto en la conducción de los asuntos mundiales, que contrasta con su insignificante presencia en la opinión pública mundial, en los medios de comunicación internacionales y, más generalmente, en la producción cultural (desde la industria cinematográfica, pasando por la televisión y las empresas editoriales).
Esto es así porque los grandes centros de producción cultural e informativa siguen situados en el Norte pero también porque los países emergentes colocaron la prioridad en los planos de las instituciones multilaterales, de las finanzas y del ambiente.
La gran pregunta es si ahora, alcanzado el objetivo del cogobierno político y económico planetario, esos países hasta hoy incomunicados establecerán canales de intercambio informativo y cultural que son imprescindibles para que la opinión pública acompañe y refuerce este proceso.
Hasta hoy, tanto BRIC como IBSA carecen orgánicamente de canales de comunicación externa desde su seno. Por ejemplo, el IBSA ha formado 16 grupos de trabajo interno pero ninguno de ellos se ocupa de comunicaciones.
A mediados de abril tuvieron lugar en Brasilia las reuniones cumbre de BRIC y IBSA. En ese marco se realizó un encuentro de editores de grandes medios de los países IBSA coordinado por IPS y fue unánime el juicio sobre el retraso de la comunicación en el proceso de integración. Es escasa y fragmentaria la información que en cada uno de esos países se tiene de los otros pese a que políticamente están estrechando fuertes lazos.
El intercambio de experiencias y opiniones llevó a los editores a la conclusión de que ellos mismos -no sólo los gobiernos- deben instaurar un flujo de información entre sus países y hacia el exterior.
Uno de los instrumentos principales será la creación de una red de editores de IBSA que establecerá una corriente constante de información entre ellos sobre el proceso de integración y sobre los tres países.
A la vez se postula la necesidad de crear un nuevo grupo de trabajo entre los medios privados y públicos de IBSA para promover la difusión de una información horizontal y democrática por medio de las tecnologías tradicionales y de las más recientes, incluyendo sitios web. blogs, telefonía celular, y periodismo digital. Esta puede ser considerada una decisión estratégica dirigida a cubrir en parte la brecha informativa existente no sólo entre los países IBSA sino asimismo en la dimensión Sur-Sur.
En efecto, otro punto de consenso entre los editores es el de dar espacio a las informaciones sobre los países del Sur a través de medios del Sur y por lo tanto con preferencia sobre las agencias del Norte, que seleccionan y enfocan las informaciones con la perspectiva del Norte.
El nuevo orden mundial que está emergiendo, el rol que están asumiendo los países sureños y la necesidad de crear nuevos instrumentos y vínculos para intensificar una comunicación horizontal deben formar parte de la formación profesional de los periodistas y por lo tanto de los programas universitarios para las jóvenes generaciones.
Hay, por cierto, aspectos positivos y experiencias que evidencian el potencial existente en los campos de la cultura y las comunicaciones. Es notorio que las telenovelas son un producto que Brasil exporta a medio mundo. Recientemente se realizó una serie completa sobre la India y su relación con el escenario brasilero y mundial que amplió notablemente la visión de los brasileros sobre ese gran país asiático.
Tampoco debemos olvidar el deporte. Los próximos dos mundiales de fútbol, el de Sudáfrica que se inaugurará el proximo 11 de junio y el de Brasil en el 2014 demuestran la capacidad para afrontar estos desafíos que han adquirido estos países emergentes.
Iniciativas como estas, que están destinadas a multiplicarse en el futuro próximo pueden poner en movimiento el círculo virtuoso de la interaccción entre una opinión pública bien informada y capaz de impulsar el proceso que está modificando las relaciones de poder a escala mundial. (FIN/COPYRIGHT IPS))
(*) Mario Lubetkin es el Director General de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS)