La reforma del Banco Mundial, que aumentó el poder de voto de las economías emergentes en 3,13 por ciento, pretendió «mejorar la participación de las naciones en desarrollo y en transición», según el organismo. Pero disminuyó la de los países africanos en un tercio.
Dieciocho estados de África subsahariana perdieron parte de su ínfima influencia en el proceso de decisión del organismo multilateral de crédito. Nigeria y Sudáfrica fueron los más golpeados. Su poder de voto disminuyó en alrededor de 10 por ciento.
Sólo aumentó el voto de Sudán, país petrolero y cuyo presidente, Omar al-Bashir, está acusado ante la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya, de cometer crímenes de guerra.
Los países ricos tendrán 60 por ciento del poder de voto dentro del Grupo del Banco Mundial al menos en los próximos cinco años y los de medianos ingresos, entre los que hay potencias emergentes como China, Brasil e India, quedarán sólo con un tercio, según la organización británica Bretton Wood Project.
Por su parte, los de bajos ingresos, principales beneficiarios de la asistencia del Banco Mundial, apenas tendrán seis por ciento en los distintos órganos, señala la organización dedicada a analizar el funcionamiento de instituciones internacionales de crédito.
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La sociedad civil y los países más desfavorecidos critican desde hace tiempo la falta de representación de los beneficiarios. África subsahariana, donde se implementan muchos programas para luchar contra la pobreza, tiene menos de seis por ciento del derecho de voto.
En respuesta a las críticas, el Banco Mundial se mostró dispuesto a reformar su sistema de gobernanza para dar más peso a los beneficiarios. En la Declaración de Estambul, de octubre de 2009, la institución se comprometió a "proteger el poder de voto de los países pobres más pequeños".
Pero el 25 de abril, cuando modificó los derechos de voto, aumentó la participación de China, en 1,64 por ciento, de Corea del Sur, en 0,58 por ciento, de Turquía, en 0,55 por ciento, de México, en 0,5 por ciento, y de Singapur, en 0,24 por ciento.
Corea del Sur y Singapur son países de altos ingresos, en tanto México y Turquía, de medianos y altos, según el criterio de ese organismo.
"La reforma refleja el cambio del producto interno bruto mundial y beneficia a las grandes economías emergentes, no a las africanas de crecimiento lento", sostuvo Duncan Green, director de la campaña contra la pobreza de Oxfam, en el artículo "El Banco Mundial rompe su promesa sobre el poder de voto de África", publicado en Internet.
También "es un intento de agradar a los países emergentes de mayor peso, como China y Brasil, para que aumenten su contribución económica al Banco", señaló Sébastien Fourmy, especializado en instituciones financieras del capítulo francés de Oxfam.
"El hecho coincide con las grandes dificultades que tiene Europa para cumplir sus compromisos financieros con el desarrollo", apuntó. "Las naciones europeas accedieron a disminuir su poder de voto, pero la mayoría se mantienen aferradas a su silla", añadió.
"Por supuesto, Estados Unidos sigue siendo el único miembro con poder de veto", subrayó.
Los votos en el Banco Mundial se distribuyen según la proporción del PIB que cada miembro tiene en el producto mundial.
Por su parte, el ministro de Finanzas de Sudáfrica, Pravin Gordhan, se mostró decepcionado con la reforma porque disminuyó la representación de los países de África subsahariana, pese a los reclamos de mejorar la participación de las naciones en desarrollo en los procesos de decisión del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI).
"El cambio nos permite reflejar mejor la nueva realidad de la economía mundial multipolar, en la que los países en desarrollo se convirtieron en actores clave", reconoció el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick. Cambiar su peso proporcional era "fundamental para la legitimidad" de la institución, añadió.
"El Banco Mundial seguirá totalmente dominado por los países ricos", asegura un informe de Bretton Wood Project.
"Las naciones en desarrollo concentran más de 80 por ciento de la población mundial y de los miembros del Banco. Es donde se implementa la mayoría de los programas que financia" y, sin embargo, "su participación en la gobernanza sigue siendo ilegítima y anticuada", añade el documento.
"En definitiva, los fundamentos del proceso de decisión fueron cuidadosamente preservados", coincidió Fourmy.
Además, "aun si la reforma hubiera beneficiado a los miembros pobres, las decisiones seguirán tomándose por consenso. De los 24 países administradores que suelen tomarlas, sólo dos son de África subsahariana", explicó. "Se habló de incluir un tercero, pero hace tiempo que no se maneja esa idea", apuntó.
"Esperamos que las economías emergentes que ahora tienen más derechos de voto asuman su responsabilidad y mejoren los fondos para el desarrollo, pero eso está por verse", señaló Fourmy.
"Por ahora ninguno de ellos expresó algún compromiso concreto ni aportó una visión clara sobre su enfoque en materia de asistencia al desarrollo", añadió.