El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se enfrenta al dilema de proponer para la Corte Suprema de Justicia a un magistrado progresista como el renunciante John Paul Stevens o a uno más conservador, cuya aprobación parlamentaria sería más sencilla.
Stevens, que este martes celebrará su cumpleaños número 90, anunció que abandonará su cargo vitalicio luego de 35 años.
Aunque es un republicano que fue elegido por un presidente de su mismo partido —Gerald R. Ford (1974-1977)—, desde su designación en 1975 Stevens se convirtió gradualmente en la voz del "ala progresista" de la Corte, mientras todo ese órgano judicial se inclinaba hacia la derecha.
Actualmente, cuatro de los nueve magistrados representan un voto conservador bastante predecible: se trata del presidente de la Corte, John Roberts, y de los jueces adjuntos Samuel Alito, Antonin Scalia y Clarence Thomas.
El juez Anthony Kennedy, cuyo voto se considera definitorio, a menudo se une a los conservadores para darles la mayoría de cinco.
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La derecha se ha enojado por muchas de las decisiones de Stevens, entre ellas las que limitaron las potestades del Ejecutivo y ampliaron los derechos legales de los detenidos en la cubana bahía de Guantánamo.
Algunos observadores del escenario político de Washington creen que Obama optará por un nominado "más seguro", a fin de evitar alienar a los republicanos del Senado, cuyo apoyo todavía busca para aprobar su agenda legislativa.
Otros sostienen que el demócrata Obama, ahora envalentonado políticamente por haber logrado la aprobación de su histórica reforma del sistema de salud y de un nuevo acuerdo de armas nucleares con Rusia, desafiará a los republicanos a una lucha sin cuartel en el Senado.
El sentido común sugiere que quienes están en la lista de nominados incluyen a varios que fueron considerados antes de que Obama nombrara a Sonia Sotomayor como magistrada de la Corte Suprema de Justicia.
Entre ellos figuran la actual procuradora general Elena Kagan, ex decana de la Escuela de Leyes de Harvard; los jueces federales Diane Wood y Merrick Garland, y la secretaria de Seguridad Interna Janet Napolitano.
Posiblemente Wood sea la más liberal de esta lista. Algunos descartan a Garland porque creen que Obama quiere elegir a otra mujer.
Kagan tiene una buena imagen ante los conservadores y cuenta con muchos partidarios en la derecha, aunque favoreció una prohibición al reclutamiento militar en Harvard.
Como procuradora general, juega un rol esencial a la hora de elegir los casos judiciales que el gobierno presentará o defenderá. En buena parte de estos, sus opciones han canalizado los del gobierno de George W. Bush (2001-2009).
Napolitano, ex gobernadora de Arizona, un estado fronterizo, ha sido dura en materia de inmigración de indocumentados, posición que la ha fortalecido entre los conservadores.
En el caso particular de Wood, un antecedente que impediría una confirmación veloz sería que ha escrito varios artículos de opinión sobre casos de aborto, lo que los conservadores hallarían objetable.
Aunque también se han mencionado otros nombres, entre ellos el de la secretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham Clinton, sólo Obama y sus asesores más cercanos saben quién tiene más probabilidades.
Mientras, los expertos legales comienzan a evaluar el legado del juez Stevens.
El profesor Peter Shane, de la Escuela de Leyes de la Ohio State University, dijo a IPS que Stevens es considerado un magistrado independiente.
"Es la clase de juez que verdaderamente dice las cosas por su nombre, dedicado todo cuanto un juez puede dedicarse al desarrollo de la ley de modo imparcial, objetivo y basado en principios", señaló.
"Lo que la Corte necesita ahora es un juez que tenga tanto el peso intelectual como la disposición personal a intervenir efectivamente contra la marea de la jurisprudencia de derecha", agregó.
El coronel retirado de la Fuerza Aérea Morris D. Davis, ex fiscal principal en los juicios de los tribunales militares de Guantánamo, declaró a IPS que lo que le preocupa de que el gobierno de Obama esté buscando un reemplazo es que la renuncia de Stevens significará una pérdida para la Corte.
"Él solo aporta tres perspectivas que probablemente se perderán: es el único veterano del ejército, el único protestante y el único que no es miembro de la Liga (deportiva universitaria) de la Hiedra", resumió.
Y el profesor Francis Boyle, de la Escuela de Leyes de la Universidad de Illinois, parece haber perdido la confianza en que Obama pueda nominar a alguien que frene el viraje de la Corte hacia la derecha.
Argumentó que hasta ahora Obama no ha logrado desmantelar la "obra totalitaria" de su predecesor y que en cambio "ha defendido y justificado en tribunales casi todas las atrocidades espantosas que el gobierno de Bush perpetró contra el derecho internacional, los derechos humanos, los derechos civiles, las libertades civiles, la Constitución de Estados Unidos y la Declaración de Derechos".