«Muy amodorrada y mareada, una recuesta su cabeza y todo lo que quiere hacer es dormir. Todo se siente en paz, una ni siquiera sabe qué está pasando y, si no se interviene de inmediato, muere en apenas minutos», dijo a IPS la palestina Enaam Abu Nada.
Ella es una de las afortunadas que vivieron para contarlo. En febrero, esta trabajadora humanitaria y su hija Nevine, de 20 años, estaban en su apartamento de la ciudad de Gaza, cerca de un generador eléctrico para casos de emergencia, cuando las invadió el monóxido de carbono que despedía el aparato.
Lo que salvó sus vidas, según los médicos, fue el hecho de que habían comido poco antes de comenzar a respirar ese gas tóxico.
Su sistema digestivo reaccionó vigorosamente ante los síntomas de envenenamiento en su sangre, que estaba ocurriendo sin que ella lo supiera.
"Nevine empezó a quejarse de un fuerte dolor de cabeza. Transpiraba y vomitaba, y colapsó en el piso. Intenté levantarme de la silla y abrir la puerta para pedir ayuda, pero yo estaba casi paralizada y mi cuerpo estaba demasiado débil. Todo lo que pude hacer fue golpear suavemente sobre la puerta", recordó Abu Nada.
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"Finalmente me las arreglé para llamar la atención de mi hijo, que nos llevó rápidamente al hospital, donde pasé la noche y me dieron oxígeno, una inyección y otras medicinas. Todavía me estoy recuperando. Se me afectó la vista y me duele todo", relató a IPS.
El sitio impuesto por Israel a Gaza desde que Hamás (acrónimo árabe del Movimiento de Resistencia Islámica) tomó el control de la franja, en junio de 2007, ha causado una escasez crónica de combustible y electricidad.
Esto ha hecho que abundaran los apagones, amenazando seriamente a los servicios de emergencia que brindan los hospitales y las plantas de tratamiento de aguas servidas, entre otros.
Los días 9 y 10 de este mes el territorio costero quedó sumido en una oscuridad casi continua, luego que Israel cerró todos los puntos de ingreso a la franja.
Esto impidió que entraran camiones cargados de combustible para alimentar los generadores que empiezan a funcionar cuando se corta la luz.
La filial británica de Oxfam en Gaza informó que hace dos semanas llegaron a la franja 731.350 litros de combustible industrial, que representan apenas 21 por ciento de los 3,5 millones de litros que se requieren semanalmente para operar la única central eléctrica, con una capacidad máxima de 80 megavatios.
La semana pasada se transfirieron solamente 721.600 millones de litros de combustible industrial, y las entregas se cancelaron los días 29 y 30 de marzo debido al feriado de la Pascua judía. En la última quincena no se permitió el ingreso de gasolina ni de diésel al territorio costero palestino.
A consecuencia, los gazatíes han tenido que instalar en sus hogares generadores de emergencia, muchos de ellos de marcas chinas de mala calidad, contrabandeados a través de los túneles que conectan Gaza con Egipto.
La medida ha sido un intento desesperado por poder cocinar, lavar y tener agua que beber.
Sin embargo, los habitantes de la franja no son conscientes del peligro que implican los generadores. Alarmado ante esta situación, el capítulo británico de Oxfam en Gaza lanzó una campaña urgente para enseñarles a usarlos correctamente.
"El año pasado, 75 gazatíes murieron por manejar mal los generadores. En lo que va de este año fallecieron 15 personas, o bien por envenenamiento con monóxido de carbono o bien por los incendios causados por explosiones de gas. Cientos más resultaron seriamente heridas", dijo a IPS Karl Schembri, de Oxfam.
"Un generador puede producir la misma cantidad de monóxido de carbono que producen 100 automóviles. El monóxido es invisible e inodoro. Varias personas murieron mientras dormían sin darse cuenta de que se estaban envenenando", agregó.
Se ha aconsejado a la población de Gaza ubicar los generadores fuera de los hogares, no fumar cerca de ellos, no recargarlos de combustible mientras están en funcionamiento y no bloquear sus vías de ventilación.
La falta de luz y gasolina en Gaza se ve agravada por las continuas rispideces entre la Autoridad Nacional Palestina (ANP), liderada por el partido moderado Fatah, que gobierna Cisjordania, y Hamás, que controla la franja.
La Unión Europea (UE) financió directamente los suministros de combustible y electricidad de Gaza hasta noviembre del año pasado.
Desde diciembre la UE ha traspasado al gobierno de la ANP en Ramalah el control de la limitada cantidad de combustible que Israel permite ingresar a la franja.
Hamás acusa a la ANP de recortar los suministros y de usar las entregas de energía como arma política en su contra, así como una forma de castigo colectivo hacia los gazatíes, con la esperanza de volverlos en contra al gobierno de Hamás.
La ANP sostiene que Hamás le debe mucho dinero y que debe pagar las deudas de electricidad y combustible de Gaza antes de que se distribuyan todos los suministros.
Pero el viceministro de Relaciones Exteriores de Hamás, Ahmed Yousef, dijo que los gazatíes no pueden pagar las cuentas.
"Están sumidos en la pobreza. El desempleo es la norma aquí, la gente se esfuerza para comprar alimentos y otros productos básicos. ¿Cómo se puede esperar que paguen las facturas de electricidad y combustible, como pidió la ANP?", planteó Yousef a IPS.