CAMBIO CLIMÁTICO: No hay acuerdos en la costa

Los ministros de Ambiente del grupo conocido como Basic (Brasil, Sudáfrica, India y China) dudan que se alcance un acuerdo vinculante contra el cambio climático en la conferencia internacional prevista para diciembre en Cancún, México

Protesta de Greenpeace en Ciudad del Cabo. Crédito: Davison Makanga/IPS
Protesta de Greenpeace en Ciudad del Cabo. Crédito: Davison Makanga/IPS

«No hay avance a la vista», dijo el ministro de Estado para Ambiente de India, Jairam Ramesh.

Por su parte, la ministra de Agua y Asuntos Ambientales de Sudáfrica, Buyelwa Sonjica, admitió que las conversaciones internacionales eran complejas. Sostuvo que para concretar un tratado satisfactorio se necesitaban antes negociaciones honestas, «basadas en la igualdad».

El Basic, junto a Estados Unidos y la Unión Europea (UE), contribuyó a elaborar el Acuerdo de Copenhague al cierre de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15), celebrada en diciembre pasado en la capital danesa.

Ese acuerdo no vinculante fue visto como un último recurso para salvar la dignidad del encuentro, que estuvo a punto de terminar sin consensos.
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La tercera reunión del grupo Basic celebrada desde entonces concluyó el domingo con una declaración en la que las cuatro economías emergentes del Sur en desarrollo subrayaron su «determinación a continuar mostrando liderazgo en las acciones sobre cambio climático».

También dijeron que cumplirían las «acciones nacionales de mitigación apropiadas» a las que se comprometieron en diciembre pasado.

Pero las limitaciones que sufrieron las conversaciones de Copenhague siguen intactas. Los países del Norte industrializado no están dispuestos a realizar nuevos compromisos si las economías de más rápido crecimiento en el Sur no hacen lo mismo.

Los principales contaminantes en el Sur se resisten a aceptar metas vinculantes de reducciones de gases invernadero. Los países del Basic insisten en que el Norte es el mayor responsable del recalentamiento planetario, y por tanto le exigen que disminuya sus emisiones y brinde tecnología a las naciones más pobres para que puedan emprender un camino de crecimiento no contaminante.

Mithika Mwenda, de la red Acción Panafricana por la Justicia Climática (PACJA, por sus siglas en inglés), con sede en Nairobi, alertó que «la presión de los países industrializados está desviando la responsabilidad».

«El primer periodo de compromisos del Protocolo de Kyoto (único instrumento internacional contra el cambio climático) ha casi expirado sin que los países industrializados hayan alcanzado sus metas establecidas. El Norte debería cumplir sus compromisos iniciales antes de exigirle al Sur», señaló.

Los países de la UE han alcanzado su meta colectiva de reducir las emisiones cuatro por ciento respecto de los niveles de 1990, pero esto fue logrado en gran medida gracias al colapso de las economías de Europa oriental, que eran grandes contaminantes.

Las emisiones de Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Suiza crecieron todas 25 por ciento desde 1990. Las de Japón alrededor de nueve por ciento. Las emisiones de Estados Unidos –el mayor contaminante y no integrante del Protocolo de Kyoto— aumentaron 16 por ciento.

Mientras, en el Sur, las emisiones del grupo Basic crecen rápidamente.

«Los países del Basic están siendo presionados para que asuman compromisos», dijo Mwenda. «China está emitiendo mucho, pero sus liberaciones por habitante son muy bajas comparadas con las de Estados Unidos y otros países del Norte industrializado».

Las economías emergentes, explicó, no se han negado a asumir compromisos. Están exigiendo apoyo de parte del Norte industrializado para construir economías verdes.

Pero Melita Steele, de la organización ambientalista Greenpeace, rechazó estos argumentos. «No estamos seguros de que (los gobiernos del Basic) estén mostrando un compromiso con el desarrollo verde en sus propios países o reconociendo la urgencia del asunto. El cambio climático es una crisis y debería ser tratado como tal», señaló.

Para Greenpeace, Sudáfrica podría obtener más de 70 por ciento de la energía que necesita para 2050 a través de fuentes renovables, sobre todo si se garantizara financiamiento al Sur no a través de las opciones contaminantes tradicionales.

«El reciente préstamo del Banco Mundial por 3.750 millones de dólares para el proyecto del cobre debió haber sido canalizado para energías renovables», sostuvo.

Por su parte, el director de la organización ambientalista GroundWork, Bobby Peek, ve a intereses de las corporaciones internacionales detrás de las trabas en las negociaciones.

«Mientras más nos demoremos en alcanzar un acuerdo, mejor será para los gobiernos como el de Estados Unidos y el de Sudáfrica, y las grandes corporaciones, que quieren mantener el ‘status quo’», sostuvo.

La tragedia, señaló, es que estas empresas no necesariamente contribuyen en forma significativa con el producto interno bruto (PIB) de países en desarrollo como Sudáfrica. «Por ejemplo, la gigante de la minería BHP Billiton consume 10 por ciento de la energía sudafricana, pero sólo contribuye con 0,1 por ciento del PIB. Es una farsa».

Las economías emergentes continuarán celebrando reuniones separadas preparando el terreno para la COP 16 en Cancún, e integrando a otros países más vulnerables del Sur agrupados en el denominado «Basic Plus».

Mwenda, de la PACJA, subrayó la importancia de construir bloques regionales para negociar.

«Esta es la forma en que África ganó influencia ante el G-8 (Grupo de los Ocho países más poderosos). Estamos presionando para asegurarnos que (la conferencia de) México tenga un resultado justo, equitativo y vinculante», afirmó.

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