La agricultura orgánica, con métodos de cultivo naturales en vez de fertilizantes y pesticidas, ha logrado significativos logros en países de África, no sólo para los productores sino también para los consumidores.
Ese continente necesita triplicar su producción agrícola de aquí a 2050 para acompasar el aumento poblacional.
Es difícil decir cuál es el nivel de producción necesario para alcanzar la seguridad alimentaria, señaló el agrónomo suizo Hans Herren, pero un país debería garantizar por lo menos 50 por ciento de las calorías que necesita su población.
Herren, ex director del Centro Internacional de Fisiología del Insecto y Ecología (ICEPE, por sus siglas en inglés) participó de una mesa redonda organizada la semana pasada en Nairobi por la Red Global de Periodismo Media 21.
ICEPE, con sede en Mbita, Kenia, estudia a los insectos, que "con frecuencia causan la pérdida de cultivos enteros y destruyen cerca de la mitad de todas las cosechas almacenadas".
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Según una investigación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación realizada por 400 investigadores co-presididos por Herren, los pequeños productores y los cultivos orgánicos son la mejor vía para alcanzar la seguridad alimentaria en el continente africano.
Unos 52 países aceptaron y adoptaron en 2008 ese estudio, titulado "Evaluación internacional de conocimiento agrícola, ciencia y tecnología para el desarrollo".
Pero el informe parece haber sido olvidado, probablemente porque llama a un radical cambio de paradigma agrícola.
El estudio señala que el mundo necesita otra "revolución verde" completamente diferente de la producida en Asia hace 40 años, que incrementó la productividad gracias a la introducción de maquinaria, pesticidas y fertilizantes.
Ese camino ha demostrado ser insostenible. "La agricultura es responsable de 32 por ciento de las emisiones de gases invernadero", causantes del recalentamiento planetario, señaló Herren.
"Hoy, con el cambio climático, el agotamiento de los suelos y la erosión, no podemos seguir igual. Necesitamos pasar a una agricultura sostenible y orgánica".
Por su parte, Eustace Kiarii, jefe ejecutivo de la Red de Agricultura Orgánica de Kenia, señaló: "Debemos cambiar el modelo exportador y basado en el libre comercio con grandes granjas para desarrollar mercados sostenibles locales, nacionales y regionales".
En Kenia, un país donde 99 por ciento de los agricultores tienen dos hectáreas de tierra y no pueden comprar pesticidas ni fertilizantes, la agricultura orgánica parece ser la salida.
El científico indio Zeyaur Khan, de ICEPE, está convencido de esto. Para controlar las pestes e incrementar la productividad desarrolló lo que llama tecnología de "empuje-arrastre". Una planta llamada desmodium "empuja" fuera del campo a los insectos, que son "arrastrados" (neutralizados) luego por el denominado "pasto Napier".
"La revolución verde en África llegará con la adopción de tecnologías de bajo costo como ésta, que aprovecha ciencia básica y aplicada. Estas técnicas resolverán la seguridad alimentaria y el sustento de los pequeños agricultores sin necesidad de recursos extras para semillas híbridas, protección de cultivos o mejora de los suelos", sostuvo Khan.
Sin embargo, otros discrepan. La Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA), organización no gubernamental creada por las fundaciones Rockefeller y Bill Gates, promueve el uso de fertilizantes y semillas para producir más alimentos en forma rápida.
"Pero si la producción de alimentos crece demasiado rápido, en dos años tendremos demasiada comida y los precios caerán", replicó Herren. "Necesitamos lo opuesto: para que los cultivadores tengan suficientes ingresos, los precios de los productos agrícolas deben aumentar".
Por su parte, Kahn sostuvo que los agricultores deberían ganar al menos dos dólares al día para poder mantenerse en el negocio. Eso podría lograrse mediante la técnica de "empuje-arrastre".
Joan Kagwanja, de AGRA, confirmó que su organización "quiere incrementar el uso de fertilizantes en África". "En este continente, los agricultores usan ocho kilogramos de fertilizantes por hectárea, contra los 300 y 500 por hectárea en Europa y América del Norte. Es aún muy poco", dijo.
Kagwanja no se pronunció claramente sobre el uso de productos genéticamente modificados. "No puedo decir sí o no. No promoveremos el uso de transgénicos, sino de tecnología basada en la experiencia. Apoyamos las investigaciones para incrementar la productividad. No nos oponemos a los transgénicos, y estaríamos dispuestos a ayudar a países u organizaciones que pidan asistencia en esta materia", señaló.
Mientras, el portavoz en Nairobi del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Nick Nuttall, sostuvo que no se debería adoptar un enfoque único en materia agrícola. "Uno no tiene por qué optar entre agricultura pequeña o a gran escala. En verdad, la agricultura orgánica o sostenible emplea a más personas que la intensiva", afirmó.
"En el pasado, la agricultura orgánica era vista como un lujo, no como algo para los pequeños productores. Pero la productividad ha incrementado. En África oriental, los cultivos crecieron 128 por ciento. La agricultura orgánica permite una mejor retención del agua y mejora la fertilidad. Tenemos que ser inteligentes y no volcar montañas de químicos en los frágiles suelos de África".