Hubo un tiempo en que Israel era despreciado por sus vecinos por su excesivo laicismo. Sentían que no pertenecía a Medio Oriente. Sin embargo, esta percepción dio un vuelco.
Esos vecinos estaban acostumbrados a un Israel que separaba la religión de las elecciones clave en materia política. Ahora les preocupa precisamente el rol que juega la religión en la política israelí.
"Nosotros estamos avanzando en dirección a una sociedad liberal. Lo que está ocurriendo en Israel es lo opuesto: ellos están pasando a una cultura más orientada por la religión y a una política más determinada por la religión, así como a un sentido de nación muy extremo", dijo a The New York Times el ministro saudita de Relaciones Exteriores, príncipe Saud al-Faisal.
Esta tendencia está llegando a "un punto de ebullición. Las instituciones religiosas en Israel están obstaculizando todo esfuerzo de paz", agregó.
El actual gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu es sin dudas el más determinado por la religión en la historia del país.
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Pero ¿acaso eso significa que la política israelí está dictada por la religión?
Aunque la mayoría de los israelíes no son deterministas desde el punto de vista religioso, han aceptado el hecho de que cada vez hay menos separación entre Estado y religión.
Una disputa interna inusual pero ilustrativa ha sacudido al país, amenazando con una crisis política.
La controvertida decisión cuyo anuncio quiso evitar Netanyahu llegó en la víspera de su visita a Washington, a comienzos de esta semana.
Su gabinete aprobó por unanimidad el reclamo del ministro de Salud Yaakov Litzman (del partido ultraortodoxo Judaísmo Unido de la Torá) de trasladar la planeada sala de emergencia a prueba de bombas del hospital Barzilai de Ashkelon, a raíz del descubrimiento de un antiguo cementerio en el sitio original.
Según la ley judía, las tumbas de los fieles son sagradas. Nunca deben ser alteradas, por ningún motivo. En el pasado, esto provocó enfrentamientos con manifestantes religiosos que objetaron la construcción de nuevas autopistas o edificios. Así, muchos proyectos de infraestructura se demoraron.
Muchas veces el asunto terminó en "alternativas constructivas" a la posibilidad de sacar las tumbas.
Esta vez, los partidos ortodoxos insisten, aunque construir en otra parte sumará a los costos otros 35 millones de dólares, y restrasará dos años la finalización de las obras.
Con 108.000 habitantes, la ciudad está 15 kilómetros al norte de la franja de Gaza, y a menudo ha sido blanco de cohetes disparados por insurgentes palestinos.
A raíz de la decisión renunció el director general del Ministerio de Salud, Eitan Hai-Am, diciendo que "es probable que ponga vidas en riesgo".
Otro alto funcionario de esa cartera dijo a IPS que "los residentes del sur de Israel padecerán esta extraña decisión".
Es aquí donde los "paganos" pueden jugar un rol póstumo en la crisis política: aparentemente, ni siquiera es seguro que el antiguo cementerio sea judío.
"Lo que simboliza la decisión es horroroso", dado que para el gobierno israelí, los muertos son más importantes que los vivos, escribió el ex legislador secular Yosi Sarid en el periódico Haaretz.
"A juzgar por sus políticas, éste es un gobierno dado a la necrofilia", agregó.
Los israelíes laicos están consternados. Cada vez más presionado, y mientras dialogaba en Washington sobre la gran crisis diplomática con Estados Unidos, Netanyahu accedió a considerar una nueva votación sobre el tema.
Su propio voto fue el decisivo. Sin él, el gabinete no habría aprobado el reclamo de los ortodoxos.
Yoel Hasson, del centrista partido Kadima, dijo a IPS que "esto es muy típico de Netanyahu" y que "todo lo que él hace es operar como un contratista para satisfacer las demandas en conflicto dentro de su coalición dispar".
A diferencia de lo que cree el príncipe saudita, es posible que la "crisis de las tumbas" no sugiera automáticamente que todas las decisiones de Israel sobre temas cruciales están determinadas por edictos religiosos.
Durante los últimos 30 años, los partidos religiosos han dominado tanto a los gobiernos de derecha como de izquierda, lo que les ha dado una gran influencia sobre la política israelí.
Lo que sugiere esta crisis es que no es tanto la religión y el Estado lo que necesita separarse en Israel, sino más bien la religión y las políticas estratégicas.