Incluso los planes mejor pensados tienden a salir mal cuando uno cree que todo va como se esperaba, sostuvo el poeta escocés Robert Burns (1759-1796). Precisamente eso puede estar ocurriéndole al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
El plan de Netanyahu estuvo bien pensado. Esta semana dio la más cálida de las bienvenidas a Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos y figura de más alto rango de su país en visitar Israel desde que el primer ministro israelí y el presidente Barack Obama asumieron sus cargos, hace poco más de un año.
Aunque la gira de Biden por Israel y Cisjordania buscaba reanudar las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, lo primero que intentó Netanyahu fue obtener férreas garantías estadounidenses en materia de seguridad, específicamente en cuanto a que Irán no fabrique armas nucleares.
Lo segundo fue convencer a Washington de que el inicio de los "diálogos de aproximación" mediados por Estados Unidos encaja con su proclamada intención de avanzar hacia un acuerdo de paz con los palestinos.
Biden, cuyo viaje tuvo lugar entre el lunes y el jueves, pareció estar en la misma sintonía. Bajo la atenta mirada de los medios internacionales, cuando el presidente de Israel Shimon Peres lo recibió, él juntó las palmas de sus manos y declaró histriónicamente: "Como entre mis manos, entre Estados Unidos e Israel no hay ningún espacio cuando se trata de la seguridad de Israel".
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"Estamos determinados a impedir que Irán adquiera armas nucleares", agregó.
Al reunirse luego con Netanyahu, Biden también enfatizó que Estados Unidos apoyaría a todo aquel que fuera más allá para conseguir la paz. Y volviéndose directamente hacia Netanyahu, dijo estar encantado de haber hallado que ésa era la posición del primer ministro israelí.
Es allí donde cabe la advertencia del poeta Burns.
Sin que Netanyahu lo supiera, las ruedas de la burocracia estaban pasando por encima de su plan mejor orquestado.
En el mismo momento en que Biden y él estaban reunidos, un comité del Ministerio del Interior de Israel le concedió la aprobación final a la construcción de 1.600 nuevos apartamentos en la ocupada Jerusalén oriental.
El plan autorizado por el Comité de Planificación y Edificación del Distrito de Jerusalén constituirá uno de los mayores proyectos de construcción que Israel ha lanzado en los últimos años en esa ciudad.
Pensado para una superficie de unas 60 hectáreas, prevé incluir una nueva carretera hacia los suburbios del norte de la ciudad, y crear servicios públicos.
Desde que fue electo, Netanyahu ha promovido el derecho de los judíos israelíes a instalarse "en cualquier parte de Jerusalén", incluso en su ocupada parte oriental y pese a las severas críticas de Estados Unidos.
En noviembre, bajo intensa presión estadounidense, anunció una suspensión por 10 meses de las nuevas construcciones en Cisjordania. Pero Israel considera que toda Jerusalén es su territorio soberano, e insiste en que allí no se aplica ninguna restricción edilicia para los colonos judíos.
Resulte o no sorprendente, lo que la oficina del primer ministro calificó de medida "inoportuna" y "sólo de procedimiento" afectó duramente a Netanyahu.
Durante su encuentro con Biden, el jerarca israelí insistió en que no tuvo conocimiento previo sobre la decisión de autorizar las construcciones adicionales. Según la prensa, le dijo al vicepresidente de Estados Unidos: "Nadie estaba buscando avergonzarlo o debilitar su visita; por el contrario, usted es un verdadero amigo de Israel".
En definitiva, es posible que la controvertida medida israelí no perjudique la determinación de Washington de seguir adelante con su tentativa campaña de paz.
Pero esto ya ha agriado seriamente la imagen de pacto cordial entre Estados Unidos e Israel que Netanyahu y Biden intentaron cultivar con tanto cuidado.
Deliberadamente o no, el proyecto de viviendas equivale a algo cercano a una humillación que el gobierno de Netanyahu ha infligido al de Obama.
Eso no impidió que Biden emitiera una severa reprimenda. "Condeno la decisión del gobierno de Israel de avanzar en la planificación de nuevas unidades habitacionales", dijo en un comunicado.
"La sustancia y oportunidad del anuncio, particularmente con el lanzamiento de los diálogos de aproximación, es precisamente la clase de medida que debilita la confianza que necesitamos en este momento", agregó.
Momentos antes, desde la propia Casa Blanca, el principal portavoz de Obama, Robert Gibbs, también había arremetido contra el proyecto de viviendas israelíes.
Los palestinos quedaron indignados. Denunciaron como "una provocación deliberada" que su primer ministro Salam Fayyad llegar a decir que el anuncio israelí planteaba "un gran desafío" a la reanudación de las conversaciones de paz.
También hubo condenas internacionales generalizadas.
Luego que el miércoles Biden se reunió con la dirigencia palestina en Ramalah (y emitió otra fuerte condena pública a Israel), la Autoridad Nacional Palestina dijo que el inicio de conversaciones indirectas con Israel sería "muy difícil" si ese país insistía en seguir adelante con su plan de construir más viviendas en tierra ocupada.
El jefe de los negociadores palestinos, Saeb Erekat, dijo que ellos habían reclamado que los estadounidenses los ayudaran a revocar esa orden.
"Si una parte, a nuestro juicio, no está cumpliendo con nuestras expectativas, dejaremos en claro nuestras preocupaciones y actuaremos en consecuencia", estableció un documento estadounidense previo al comienzo de los diálogos de aproximación.
Por el momento, Netanyahu puede elegir regodearse en la noción de que la condena y la ira no alcanzan para echarle todas las culpas.
Pero si el líder israelí no está preparado para rescindir, o por lo menos suspender, la decisión sobre el plan de viviendas, el juego de las culpas bien puede comenzar antes de lo previsto, especialmente si los palestinos se mantienen firmes y las conversaciones no se ponen en marcha.
En cualquier caso, tan pesimistas son israelíes y palestinos sobre el destino de las negociaciones que lo que más les preocupa es a quién culpará Estados Unidos si esas conversaciones fracasan. Es probable que ese tema sobrevuele los cuatro meses previstos para esos intercambios.
Y eso realmente podría hacer que fracasen los planes de Netanyahu a largo plazo.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, dijo públicamente que si las negociaciones colapsan, y Estados Unidos considera que Israel es responsable de ese fracaso, entonces Washington estará listo para respaldar el derecho de los palestinos a declarar su propio Estado independiente, con o sin el consentimiento israelí.
En sus conferencias de prensa conjuntas con los líderes israelí y palestino, Biden dijo que Estados Unidos respaldará a quienes asuman riesgos en pro de la paz.
Pero también dejó en claro que Estados Unidos está ingresando en las nuevas conversaciones con una actitud mucho más dura que en el pasado, con todo el propósito de hacer la paz.
Y, según la prensa, cuando Biden se reunió en privado con Netanyahu le dijo: "Quien sea que ponga en riesgo el éxito de las conversaciones de paz tendrá que hacerse responsable ante Estados Unidos por así hacerlo".