Cuando parecía que Estados Unidos había logrado convencer a Israel y a la Autoridad Nacional Palestina de reanudar las conversaciones de paz, la situación tuvo un giro inesperado al chocar los dos aliados históricos.
A mediados de la semana pasada parecía que se veía la luz al final del túnel en la política de Medio Oriente.
Pero cuatro días después, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu descubrió que el cliché resultó ser un chiste de mal gusto, no era la luz al final del túnel, era el faro del tren que se le viene encima a Israel a toda velocidad.
Es el tren de la política de Estados Unidos en Medio Oriente, y Netanyahu se prepara para un gran descarrilamiento y se puede decir que es el responsable de las señales que lo guiaron.
Algunos veteranos analistas de la región observan asombrados la situación y se preguntan si esto está realmente ocurriendo entre Estados Unidos e Israel, dos acérrimos aliados de la región, que más que estar a punto de chocar, ya están enfrentados.
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La crisis actual, pronosticada por numerosos analistas desde que Netanyahu asumió el cargo hace un año, finalmente se produjo y salta a la vista.
Pero el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no se contuvo y condenó la humillación sufrida por el vicepresidente Joe Biden.
De visita en Israel, mientras Biden alababa el compromiso inquebrantable de Estados Unidos con la seguridad de este país, el gobierno de Netanyahu aprobó la construcción de 1.600 nuevos apartamentos en el territorio ocupado de Jerusalén oriental.
Obama no aceptó la disculpa parcial de Netanyahu y, además, advirtió con severidad que Estados Unidos no puede tolerar un proyecto tan descarado.
Washington pidió que el primer ministro tome "medidas específicas" para mostrar su "compromiso" con el proceso de paz, pero también con los vínculos entre ambos países.
Israel no puede proseguir con políticas displicentes y poner en riesgo los intereses nacionales de Estados Unidos en la región, insistió la Casa Blanca.
Luego, la secretaria de Estado (canciller) estadounidense, Hillary Rodham Clinton mantuvo una dura conversación telefónica de "43 minutos" con Netanyahu el viernes de tarde en la que le recriminó la construcción de los nuevos asentamientos.
No trascendieron detalles de lo que se dijeron, pero parecería que Clinton quiso asegurarse de que el mensaje quedara claro. La secretaria de Estado hizo pública la reprimenda que dio a Netanyahu en la cadena estadounidense de noticias CNN y calificó de "insultante" el proyecto.
Clinton sostuvo que no es culpa directa del propio Netanyahu, pero agregó con severidad, "él es el primer ministro. Al igual que el presidente o el secretario de Estado, en última instancia, es el responsable".
Para Estados Unidos, el enfrentamiento sucedió cuando menos se lo esperaba.
Netanyahu tuvo dos enfrentamientos con el gobierno de Obama en 2009.
Primero ignoró el pedido de Estados Unidos de congelar la construcción de asentamientos en Cisjordania, luego reafirmó su posición favorable a los asentamientos judíos en Jerusalén oriental, incluso en los barrios palestinos, pese a la dura advertencia de Washington de que no prosiguiera con esa actitud.
También hay un elemento personal e histórico en el enfado de Estados Unidos. En su anterior gobierno (1996-1999), Netanyahu también chocó con Washington por el mismo problema: la política israelí en Jerusalén oriental.
Entonces, durante el segundo mandato del presidente Bill Clinton (1993-2001), el asentamiento de Har Homa se convirtió en una mancha para las iniciativas de paz de Estados Unidos.
Ahora es un floreciente barrio judío en la frontera entre Jerusalén y Belén.
Es claro que Estados Unidos no quiere que Netanyahu "logre" otro Har Homa en el barrio previsto de Ramat Shlomo.
En los años 90, los funcionarios estadounidenses le hicieron saber a Netanyahu que lo consideraban "poco confiable" y "artero". El tono de la disputa actual parece seguir el mismo camino.
Pero entonces, el antagonismo quedó en el plano personal y Har Homa se mantuvo. Esta vez, Washington subraya las consecuencias sobre su política en Medio Oriente.
Tras los duros comentarios recibidos por la secretaria de Estado, Netanyahu llamó a dos gobernantes europeos con los que tiene vínculos estrechos la canciller de Alemania (jefa de gobierno), Angela Merkel, y el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconipara explicarles por qué creía que Estados Unidos se equivocaba y fomentaba la crisis.
"El primer ministro llegó al momento de la verdad. Debe elegir, por un lado, entre sus creencias ideológicas y su alianza política con la coalición de derecha y, por otro, la necesidad de tener el apoyo de Estados Unidos", señaló Aluf Benn, corresponsal de Haaretz.
Israel se pregunta cuán lejos pretende Estados Unidos llevar esta crisis y cuán profunda puede llegar a ser la ruptura. Netanyahu, por su parte, llamó a los israelíes a "quedarse tranquilos".
"Leí esta mañana titulares de prensa alarmistas. No nos dejemos llevar. Fue un episodio desafortunado, pero sabemos cómo lidiar con esas situaciones, con calma, con responsabilidad y con seriedad", declaró Netanyahu el domingo al inicio de la reunión de gabinete.
El gobierno israelí todavía debe divulgar un comunicado tras la reprimenda de Clinton. Pero todo parece indicar que el primer ministro no dará marcha atrás.
Para Netanyahu, que Israel conserve Jerusalén, al menos lo que el Estado judío define como tal, es tan importante como su alianza con Estados Unidos.
Pero con su humor actual y su experiencia con Obama a Netanyahu puede no importarle las consecuencias de que se disuelvan los lazos entre su país y Estados Unidos, según el analista David Landau.
"Puede haber llegado a la conclusión de que no tiene que renunciar a nada", añadió.
Netanyahu quizá piensa que de todas formas, Estados Unidos sigue adelante con las sanciones a Irán.
Pero también es verdad que el primer ministro israelí parece no tener mucha fe en que Washington pueda frenar a Irán con acciones diplomáticas por más duras que sean las sanciones.
Por su parte, Estados Unidos dejó bien claro que no va a permitir que Israel se enfrente solo a las ambiciones nucleares de Irán. Ése puede haber sido el principal elemento en la agenda de Biden al comienzo de su fallida gira por la región.
La crisis entre Estados Unidos e Israel supera las consecuencias negativas que pueda tener, o no, sobre las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos.
La actual inestabilidad en Medio Oriente no tiene precedentes.