Las elecciones parlamentarias de Iraq dejaron satisfecho a Estados Unidos, pero también un poco inquieto por el resultado del proceso de negociaciones que definirá el próximo gobierno.
Millones de iraquíes concurrieron el domingo a las urnas en medio de severas medidas de seguridad en varias partes del país. Los atentados de insurgentes dejaron alrededor de 40 personas muertas y decenas más heridas. El mayor número de víctimas fue en Bagdad, según el Ministerio del Interior.
"Desde todo punto de vista, fue un acontecimiento importante en la historia iraquí. Las elecciones dejan claro que el futuro de Iraq le pertenece al pueblo iraquí", declaró el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el mismo domingo, sin olvidar lo que queda por delante.
"Somos conscientes de que los comicios son el principio y no el final de un largo proceso electoral y constitucional. El parlamento debe comenzar a sesionar, hay que elegir autoridades y debe formarse un nuevo gobierno. Todos esos pasos llevarán tiempo, no semanas, sino meses", añadió Obama.
La diversidad política de Iraq incluyó 300 agrupaciones políticas con más de 6.000 candidatos disputándose los 325 asientos del Consejo de Representantes (parlamento).
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La formación del nuevo gobierno aparece como un gran desafío porque ninguna agrupación obtendría los votos necesarios para formar por sí sola el gabinete.
En 2005, el proceso llevó cinco meses.
Lo que es casi seguro es que una de las tres grandes coaliciones será la encargada de la tarea.
Una de ellas es Estado de Derecho, encabezada por el primer ministro Nuri al-Maliki e integrada principalmente por chiitas, aunque no de forma exclusiva.
Otra gran coalición es Al-Iraqiya, encabezada por el ex primer ministro Ayad Allawi, un chiita secular, también integrada por poderosas facciones sunitas con personalidades importantes como el vicepresidente Tariq al-Hashemi.
La tercera agrupación es la Alianza Nacional Iraquí, integrada por numerosos partidos religiosos con figuras influyentes como el líder chiita del Consejo Supremo Islámico de Iraq, Ammar al-Hakim, el clérigo chiita Muqtada Sadr, Ahmed Chalabi, vínculado a neoconservadores estadounidenses, y el ex primer ministro Ibrahim al-Jafari (2005-2006).
El Consejo Supremo Islámico fue el partido político chiita más fuerte hasta las elecciones provinciales de 2009
Hay contradicciones en la prensa iraquí y árabe sobre los resultados provisorios, pero la mayoría coincide en que Estado de Derecho es la coalición con más votos y Al-Iraqiya le sigue en segundo lugar.
Ninguna de esas especulaciones ha sido confirmada por fuentes oficiales. Uno de los integrantes de la junta de la Alta Comisión Electoral informó al sitio de noticias kurdo Sbeiy que los resultados preliminares se anunciarán a fines de esta semana.
Es difícil predecir qué agrupaciones lograrán aliarse para formar el nuevo gobierno dadas las hostilidades mutuas.
Pero es de esperar que las dos grandes coaliciones chiitas, Estado de Derecho y Alianza Nacional Iraquí, logren un acuerdo, dado que ambas están integradas por partidos chiitas, muchos de los cuales son religiosos.
También es posible que Irán trate de incidir en el proceso, pues hubo rumores de que lo intentó antes de las elecciones, pero sin éxito.
Además es poco probable que haya un acuerdo entre Maliki y Allawi por las diferentes posturas y la integración de las dos coaliciones que representan.
Al-Iraqiya tiene una política exterior favorable a los países árabes de la región, en tanto Maliki, y los chiitas en general, se inclinan más hacia Irán y no tienen buenas relaciones con algunos estados sunitas, en especial con Arabia Saudita.
La lista de Allawi cuenta con una importante presencia de sunitas, muchos de los cuales todavía consideran que Maliki y los partidos religiosos chiitas son sectarios.
Durante el régimen de Saddam Hussein (1979-2003, ejecutado en 2006) los sunitas ocuparon altos cargos. Muchos de ellos eran originarios del pueblo natal del dictador, Tikrit, 140 kilómetros al noroeste de Bagdad.
"Estado de Derecho hizo una fuerte campaña contra el resurgimiento del partido Baath, de Saddam Hussein, y Allawi, así como muchos de su lista, son ex integrantes de ese agrupación, por lo que Maliki se vería obligado a reconocer una derrota humillante para aceptar un cargo de menor rango en un gobierno de Allawi", escribió Juan Cole, analista de Medio Oriente en su blog www.juancole.com.
"Parece poco probable, aun si la política logra extraños compañeros de cama", añadió.
Los pronósticos acerca de que el proceso de negociaciones será largo e intenso hacen temer por la seguridad y el vacío político que puede causar una mayor inestabilidad en el país.
En 2006, cuando los partidos políticos todavía discutían la formación del nuevo gobierno, un grupo de insurgentes atentó contra la mezquita de Al-Askari en la localidad de Samarra, 150 kilómetros al norte de Bagdad, considerada sagrada para la rama chiita del Islam.
El ataque desencadenó un periodo de enfrentamientos sangrientos entre chiitas y sunitas que desestabilizó profundamente al país y causó la muerte a miles de personas de ambos bandos. El atentado fue adjudicado a la red extremista Al Qaeda.
Estados Unidos se prepara para retirar sus efectivos de Iraa y le preocupa que haya un deterioro de la seguridad durante el proceso de negociaciones. Washington espera poder retirar todas sus fuerzas de combate a fines de agosto de este año.
Altos funcionarios estadounidenses calificaron de exitosa la política de Obama en Iraq y están deseosos de retirar sus soldados según el cronograma previsto.
Algunos analistas consideran que los iraquíes aprendieron la lección y esta vez apresurarán las negociaciones.
"Todo el mundo predice que los movimientos de las coaliciones serán largos y dolorosos", escribió Marc Lynch, especialista en Medio Oriente, en su blog del sitio de Internet de la revista Foreign Policy (política exterior).
"Presumo que es un análisis equivocado. Los iraquíes aprendieron de aquella experiencia y hace medio año que prevén distintos escenarios de coaliciones", añadió.