EEUU: Arrecia debate sobre ataque militar a Irán

El debate sobre la conveniencia de atacar militarmente a Irán para impedir que adquiera armas nucleares gana intensidad en Estados Unidos, y se perfila como el mayor reto de este año en política exterior para el presidente Barack Obama.

El gobierno mantiene la esperanza de que una mezcla de diplomacia y sanciones cada vez más rigurosas persuada a Teherán de que limite sus ambiciones nucleares, pero en sectores conservadores arrecia la discusión sobre la adopción de medidas más contundentes, como un bloqueo para hacer efectivas las sanciones o ataques militares.

El debate parece estar impulsado principalmente por Israel y sus partidarios en Washington que demandan que se incremente drásticamente la presión sobre Teherán, mediante la urgente adopción de "sanciones paralizantes" y de medios militares para aplicarlas.

"El tiempo se acaba. Deben aplicarse sanciones contundentes ya", declaró el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en Jerusalén el 17 de febrero.

Esas "sanciones enérgicas deben incluir pasos para detener la importación de productos derivados del petróleo por Irán y su exportación de energía", agregó en lo que en general se interpretó como el llamado a un bloqueo.
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También se percibió como un rechazo implícito a medidas más acotadas, dirigidas principalmente contra los Guardianes de la Revolución de Irán, fuerza de seguridad del régimen, y que son el tipo de sanciones que Obama prefiere en este punto del creciente enfrentamiento.

En su visita a Washington la semana pasada, el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, presionó a su colega estadounidense, Robert Gates, para que este país acumule fuerzas navales en el Golfo.

Se trata de hacer patente la disposición de Washington de utilizar su flota a fin de "impedir importaciones y exportaciones neurálgicas" de Irán, dijo.

Este movimiento se integraría y reforzaría las sanciones unilaterales o multilaterales contra Teherán, según un miembro de la delegación del ministro Barak, citado esta semana en la revista Defense News.

En el mismo artículo, de la corresponsal de la publicación en Israel, Barbara Opall-Rome, un funcionario anónimo de Estados Unidos señaló que Washington estudia fórmulas para hacer cumplir las nuevas sanciones, que podría presentar en breve al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

No obstante, el mismo funcionario destacó que Washington no está dispuesto a considerar "retos militares" contra Irán, "al menos en esta etapa".

La discusión ocurre mientras Washington y sus aliados europeos realizan una ofensiva diplomática para persuadir a Rusia y China, ambos con poder de veto en el Consejo de Seguridad, para que apoyen o se abstengan en la votación de una resolución con nuevas sanciones contra Irán.

Igual planteamiento hacen a miembros no permanentes del Consejo que tienen dudas sobre esas sanciones, en especial Brasil, Líbano y Turquía.

Esas sanciones restringirían o prohibirían las transacciones comerciales con empresas controladas por los Guardianes de la Revolución en los sectores de la banca, el transporte marítimo y los seguros.

Al mismo tiempo, la administración de Obama se resiste a la presión del Congreso legislativo para que apoye un proyecto de ley que sancionaría a las empresas extranjeras que exporten gasolina a Irán o tengan fuertes inversiones en el sector energético de ese país.

El llamado "lobby de Israel" es apoyado por las dos principales fuerzas políticas estadounidenses, el gobernante Partido Demócrata y el opositor Partido Republicano.

Para ese grupo de presión, esas sanciones serían parte de una serie de otras "paralizantes", respaldadas eventualmente por la fuerza militar y de preferencia multilaterales, aunque por ahora unilaterales.

Pero el gobierno de Obama argumenta que las sanciones unilaterales corren el peligro de alejar a países cuyo apoyo es esencial para lograr que el Consejo de Seguridad adopte medidas más duras.

Además, las sanciones afectarían a la población iraní en general, y no tanto a los dirigentes de línea dura o instituciones específicas. Eso, a su vez, podría desatar una reacción nacionalista de apoyo de la ciudadanía al régimen y debilitaría al opositor Movimiento Verde, según la posición de la administración y sus partidarios.

Pero Israel, que cree que la oposición es demasiado débil como para ser una amenaza seria al régimen iraní a corto plazo, sostiene que la situación nuclear requiere medidas más severas y urgentes.

"Para mí es claro que el reloj que marca el colapso del régimen iraní avanza mucho más lento que el que lleva a Irán a convertirse en una potencia militar nuclear", dijo el ministro Barak ante una audiencia en el Washington Institute for Near East Policy (Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente).

Esa institución es un centro de investigación muy vinculado al American Israel Public Affairs Committee (Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí), la principal organización de presión a favor de Israel.

El ministro israelí afirmó también que la adquisición de capacidad nuclear por Teherán constituiría para Israel, sino para Estados Unidos, un "punto de inflexión para todo el orden regional".

La presión de Israel a favor de acciones más fuertes y urgentes tiene eco en neoconservadores de línea dura y en algunos de sus aliados nacionalistas que desempeñaron un papel determinante en persuadir al gobierno de George W. Bush (2001-2009) de que invadiera Iraq, lo que hizo en 2003.

El ex embajador ante la ONU, John Bolton, argumenta desde hace meses que ni la diplomacia ni las sanciones prosperarán y que Obama debería al menos aceptar que Israel realice un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes, u ordenar una ofensiva mayor de fuerzas estadounidenses, y cuanto antes, mejor.

Este planteamiento fue respaldado hace poco por Sarah Palin, candidata a la vicepresidencia del Partido Republicano en las elecciones de noviembre de 2008.

La postura de Bolton en cuanto a la ineficacia de la diplomacia o las sanciones para convencer a Irán es crecientemente compartida por personalidades influyentes, que ahora consideran la posibilidad de que la amenaza y las acciones militares sí puedan lograrlo.

En febrero, Richard Haass, presidente del influyente Consejo para las Relaciones Internacionales, sostuvo en una destacada columna en la revista Newsweek que "el cambio de régimen" es la "única forma de detener a Irán".

En una entrevista posterior con Fareed Zakaria, en el mismo semanario, opinó que Washington debe tomar en cuenta la acción militar unilateral para evitar que Irán adquiera armas nucleares.

Pero estas posturas fueron refutadas esta semana por dos importantes analistas de la Brookings Institution, uno de los más antiguos centros de investigación de Washington.

En otra columna, esta vez en el diario Financial Times, titulada "Ni siquiera piensen en bombardear a Irán", Michael O'Hanlon y Bruce Riedel advirtieron que Washington debe tener cuidado con las amenazas militares porque "podría terminar cumpliendo sus propias profecías".

"La opción del ataque (…) carece de credibilidad", escribieron O'Hanlon, un partidario de la línea dura en la guerra con Iraq, y Riedel, que hace un año dirigió la revisión de la política de la administración de Obama en Afganistán y Pakistán. "Estados Unidos ya participa en dos campañas militares inmensas e impopulares en la región", agregó.

"Dada la capacidad de Irán de tomar represalias contra Estados Unidos en Iraq y Afganistán, sencillamente no es creíble que vayamos a emplear la fuerza en el futuro previsible", opinaron.

Washington debe "estructurar un régimen de sanciones que pueda evolucionar para contener a un Irán con armas nucleares", recomendaron los dos analistas.

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