EDUCACIÓN-EGIPTO: La frustrante lucha contra el analfabetismo

Las campañas de alfabetización de Egipto enseñan a millones de personas a leer y a escribir, pero no logran avances significativos porque no pueden acompañar el aumento de población.

"Egipto es uno de los países más difíciles para llevar adelante planes de alfabetización", dijo a IPS Ayman Tawdros, responsable del programa de la agencia humanitaria católica Caritas. "No te puedes descansar ni un minuto", añadió.

Uno de cada cuatro egipcios es analfabeto. La educación gratuita y las campañas nacionales no han logrado cambiar mucho la situación en las últimas dos décadas.

Casi 17 millones de adultos egipcios no saben leer ni escribir, según datos oficiales.

Sin embargo, hay especialistas que prefieren ver la mitad del vaso lleno.
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La experta de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en Egipto, Ghada Gholam, no se engaña sobre la amplitud del problema, pero considera que no deben obviarse los logros alcanzados.

"La proporción de analfabetos disminuyó en los últimos 10 años, pero aumentó la cantidad de personas en esa situación, lo que se relaciona directamente con el crecimiento poblacional", explicó Gholam.

"Se obtuvieron muchos logros, pero con el ritmo al que aumenta la población es realmente muy difícil disminuir la cantidad de analfabetos", apuntó.

Egipto tiene 80 millones de habitantes y la población crece 1,76 por ciento al año. El mayor aumento se da en zonas rurales. Los campesinos pobres son más propensos a preferir los beneficios económicos inmediatos que los educativos a largo plazo.

La educación es obligatoria y gratuita para niños y niñas de entre seis y 15 años, pero en las comunidades rurales pobres, los padres suelen sacar a los menores de la escuela para que trabajen en casa o en el campo.

"La escuela es gratis, pero los padres no quieren gastar dinero en transporte, ni clases particulares ni libros", explicó Tawdros, quien supervisa el programa de alfabetización de Caritas en la central localidad de Luxor, sobre el río Nilo.

"Si los menores van a la escuela no pueden trabajar y se vuelven una carga para la familia", explicó.

La deserción escolar es mayor entre las niñas. Los padres están menos dispuestos a invertir en su educación porque consideran la posibilidad de que en los últimos años de la adolescencia se "casen y se muden", señaló Tawdros.

"A partir de cierta edad, en especial en los países donde es común el matrimonio precoz, aumentan las posibilidades de que las jóvenes abandonen la escuela", señaló Diane Trouty, del programa Mejores Resultados en el Aprendizaje de las Niñas (GILO, por sus siglas en inglés), de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.

GILO se propone mejorar el acceso a una educación de calidad para las jóvenes de comunidades rurales.

"Además, ellas hacen más tareas domésticas que los varones, y tienen menos tiempo para estudiar o dormir", añadió.

Las mujeres representan 69 por ciento de los analfabetos de Egipto.

"Todo esfuerzo serio para combatir el analfabetismo debe comenzar allí", remarcó Prouty. "La literatura al respecto es clara. Las jóvenes que van a la escuela registran menor mortalidad materna, menor mortalidad infantil, más dinero a discreción y, lo más importante, mayor inclinación a educar a su familia", añadió.

Las campañas nacionales se hicieron más contundentes tras la creación de la Autoridad para la Educación de Adultos, en 1991. La agencia estatal trabaja con instituciones educativas y varias organizaciones no gubernamentales. Su prioridad son personas de entre 14 y 45 años. También diseña los planes de estudio y los exámenes.

Pero los resultados son desalentadores. Los educadores deben enseñar a leer y a escribir a 1,4 millones de personas al año para seguir el ritmo del crecimiento poblacional. Recién entonces podrá empezar a disminuir la proporción de analfabetos, uno por ciento cada 700.000 estudiantes.

Las campañas ayudaron a disminuir la proporción de analfabetos en más de 40 por ciento, en 1991, a alrededor de 26 por ciento, en la actualidad.

Pero Gholam sostiene que las estadísticas no reflejan con precisión los avances logrados por organizaciones que trabajan fuera del sistema educativo estatal.

"Es fácil conseguir datos y hacer un seguimiento de los niños y niñas que van a la escuela y aprenden en el sector formal", apuntó. "Pero es muy difícil lograr lo mismo en la educación informal. No sólo el gobierno enseña a leer y a escribir, también organizaciones de la sociedad civil y los propios familiares" en el ámbito doméstico, añadió.

Las campañas de alfabetización se basan en el aprendizaje informal, incentivan a los universitarios a enseñar a sus pares y a todo aquel que sepa leer y escribir a que haga lo mismo con sus familiares.

Pero numerosos especialistas creen que el gobierno debe reforzar la obligatoriedad de la educación y endurecer las medidas contra los padres que no inscriban a sus hijos en la escuela o los obliguen a abandonarla.

La multa por sacar a un menor de la escuela es de 1,80 dólares, pero rara vez se aplica.

"Tenemos que romper el ciclo que comienza con los padres que deciden no educar a sus hijos", señaló la maestra Heba Yussef. "Los niños y niñas que llegan a ser adultos analfabetos tienen menos posibilidades de mejorar su situación económica que quienes saben leer y escribir. Y también de mandar a sus propias hijos a la escuela", añadió.

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