BIODIVERSIDAD: Comercio de tiburones bajo la lupa

Mientras el cambio climático transforma la acidez y los niveles de oxígeno de las aguas mundiales, con devastadores efectos para algunas especies marinas, otras, como los tiburones, enfrentan una amenaza aún más inmediata: el consumo humano.

Para revertir ese comercio insostenible, se ha propuesto incluir en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) una cantidad sin precedentes de especies, a fin de prohibir o reducir de modo significativo su explotación.

Entre ellas figuran ocho variedades de tiburones, buscadas para elaborar platos que van desde sopa de aleta de tiburón hasta pescado con papas fritas.

Desde este sábado y hasta el día 25, estos tiburones y otras varias especies de alto perfil serán tema de debate cuando las partes de la CITES se reúnan en Doha.

En los últimos tiempos, varios estudios han estimado que cada año son capturados hasta 73 millones de tiburones, solamente para el comercio de aletas, aunque es muy difícil recabar números precisos.
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Con una población cada vez mayor y más rica, especialmente en Asia oriental, donde la sopa de aleta de tiburón se considera un manjar, la pesca de tiburones es cada vez más intensa. Pero también lo son los esfuerzos por enlentecer esta práctica.

"El hecho de que estemos viendo más propuestas para (incluir variedades de) tiburones en la CITES es una buena señal, en cuanto a que las especies que necesitan esta atención internacional y controles los están recibiendo", dijo Ellen Pikitch, directora ejecutiva del Institute for Ocean Conservation Science (Instituto para la Ciencia de Conservación de los Océanos) en la Universidad Stony Brook de Nueva York.

"Pero también es una triste señal de que los océanos corren un peligro real", agregó Pikitch, quien ha realizado varios estudios sobre el comercio internacional de tiburones.

Como los productos derivados del tiburón generalmente se exportan de un país a otro, que la CITES los incluya en su lista puede tener un impacto enorme en la recuperación de las especies amenazadas.

Los tiburones tienen características biológicas particulares que los vuelven extremadamente vulnerables a la pesca excesiva.

Por ejemplo, tienen una baja reproducción, mientras que otros peces pueden poner cientos de miles de huevos. Y también tienen embarazos muy prolongados.

La mielga (Squalus acanthias), una de las especies a listar en la CITES, tiene el periodo de gestación más largo de cualquier vertebrado: 24 meses. Ese pez puede vivir 100 años o más y no alcanzar la madurez sexual hasta pasadas una o dos décadas.

A causa de estas desventajas biológicas, "durante mucho tiempo los científicos han estado preocupados por los efectos de que los tiburones sean pescados a gran escala, y eso es lo que estamos viendo ahora", dijo Pikitch.

La mielga tiene aletas pequeñas y es pescada por su carne, que ha reemplazado al bacalao del Atlántico del Norte —después de que la sobrepesca diezmó sus reservas—como principal variedad para la elaboración de platos de pescado y papas fritas en Europa.

Pero ahora, las poblaciones de mielgas en el Atlántico noroccidental "están tan agotadas que esencialmente han colapsado", según Matt Rand, director de conservación mundial de tiburones en el Pew Environment Group.

Otro tiburón que se captura por su carne y está previsto incorporar a la lista de la CITES en Doha es el cailón (Lamna nasus), señaló.

"Europa ha adoptado todas las medidas que puede para proteger a estas especies en sus aguas, pero es necesario actuar globalmente", dijo Rand.

Otras dos variedades a incluir en la CITES —el tiburón oceánico (Carcharhinus longimanus) y el conocido como cornuda común (Sphyrna lewini)— están amenazadas por la insostenible demanda de sus aletas.

Estos y otros tiburones fueron propuestos para integrar el Apéndice II de la Convención, que seguirá permitiendo algún grado de comercio de sus productos pero requerirá certificados de exportación y controles para garantizar la supervivencia de las especies.

LA POLÍTICA DE LA SUPERVIVENCIA

Las especies que la CITES protege o cuyo comercio internacional prohíbe son principalmente terrestres. Pero los océanos son el último hábitat que queda en el que los animales salvajes son capturados en grandes cantidades para el consumo humano, y la comunidad internacional está comenzando a reconocer la necesidad de regular la pesca insostenible.

Todas las especies marinas a ser incluidas en la lista —los ocho tiburones, junto con los corales rojo y rosado y el atún de aleta azul del Atlántico— a menudo son exportados de las aguas de los países donde son pescados. Por lo tanto, la CITES tiene un rol clave que jugar a la hora de garantizar su supervivencia.

Pero en Doha las cosas no serán fáciles.

Pikitch recordó que propuestas anteriores sobre el cailón y la mielga fueron discutidas pero terminaron fracasando en la última reunión de las partes, celebrada en 2007 en La Haya.

Los conservacionistas tienen más optimismo esta vez, pero de todos modos será difícil convencer a los dos tercios de los 175 países que integran la CITES. Ése es el mínimo necesario para que la lista se apruebe.

Algunos países serán particularmente más complicados de persuadir. "Pienso que está muy claro que China y Japón no apoyarán la protección de estas especies de tiburones", dijo Rand, aunque agregó que en China se ha educado mucho al respecto.

Maldivas anunció el martes —justo antes de la reunión de Doha— que convertiría a sus aguas territoriales en un santuario de tiburones, y prohibió todas las importaciones y exportaciones de sus aletas. De este modo se unió a Palau, que adoptó la misma medida en septiembre del año pasado.

Palau ha estado a la vanguardia del movimiento de conservación de tiburones, y es el único país que ha impulsado abiertamente todas las propuestas de inclusión de tiburones en el CITES.

En Estados Unidos, la Cámara de Representantes aprobó hace un año la Ley de Conservación de Tiburones, que actualmente está a estudio del Senado.

Buena parte del interés por preservar a estos animales puede ser económica. Estudios recientes han concluido que los tiburones tienen más valor vivos que muertos.

Según la organización ambientalista Oceana, los tiburones coralinos de las Bahamas generan 250.000 dólares por concepto de turismo, y apenas 50 dólares cuando son capturados.

Un estudio del gobierno de Australia reveló en 2006 que 25 por ciento de los gastos en que incurren los visitantes de la Gran Barrera de Coral en ese país es directamente atribuible a la oportunidad de ver tiburones.

Y una investigación de la Universidad James Cook, también en Australia, concluyó que el tiburón gris genera en Maldivas 3.300 dólares anuales en turismo, mientras que cuando un pescador lo vende gana sólo 32 dólares.

Pero la justificación para proteger a los tiburones va más allá de los costos y beneficios económicos. Como depredadores por excelencia, los tiburones son fundamentales para mantener la salud de los océanos y de las poblaciones de peces y otras especies que constituyen una parte importante de las dietas de los seres humanos.

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