La escasez hídrica que afecta a Sri Lanka tiene un impacto nefasto en las mujeres. Entre su larga lista de tareas domésticas figura garantizar y administrar el suministro familiar de agua y, en las áreas rurales, el riego de los cultivos.
Como esposa de un productor arrocero y madre de dos niños de nueve y dos años, la srilankesa Sanjeevani Bandara tiene muchas tareas que cumplir cada día. Pero aunque antes podía con todo, ahora debe esforzarse para realizar hasta las actividades más básicas.
Bandara pierde cada vez más tiempo yendo a buscar agua lejos de su casa.
Aunque el volumen anual de precipitaciones no ha cambiado en Sri Lanka, el especialista en agricultura Champa Navaratna dijo que los patrones meteorológicos están cambiando, con lluvias de alta intensidad durante periodos breves, que causan inundaciones y deslizamientos de tierras, y largas sequías, que a su vez derivan en problemas hídricos.
La experta en agua Kusum Athukorala, presidenta de la Red de Mujeres Profesionales del Agua (NetWater), con sede en Colombo, dijo incluso que el impacto de la escasez hídrica sobre las mujeres es un aspecto fundamental del problema.
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Según ella, esa escasez "vuelve sus vidas más difíciles, y aún más porque ellas no son parte del proceso de toma de decisiones".
Bandara, por ejemplo, dijo que en su aldea de Kurunegala, en la región nor-central del país, los pozos se secan con demasiada frecuencia. Por lo tanto se ve obligada a trasladarse más de dos kilómetros en bicicleta en busca de agua, portándola cuidadosamente a su regreso, en una vasija de barro.
"Tengo que ir unas seis veces al día a recoger agua para mi familia", dijo, agregando que deja a su hijo de dos años con su esposo o una amiga cada vez que va a buscar el líquido.
Según los activistas, Bandara de todos modos puede considerarse afortunada, porque por lo menos puede cargar sus recipientes con agua en una bicicleta. Muchas otras mujeres caminan desde sus casas hasta la fuente hídrica y regresan. "Los hombres la transportan en camiones o motocicletas", comparó la directora del Lanka Rainwater Harvesting Forum, Thanuja Ariyananda.
Alrededor de 35 por ciento de los 20 millones de habitantes de Sri Lanka reciben el agua por cañería que suministra una agencia del Estado. El resto se abastece en pozos o ríos. El agua para los cultivos, principalmente de arroz, es provista mediante un sistema de canales derivado de ríos y otras corrientes hídricas.
Por todo esto, garantizar un suministro estable de agua ha sido un problema perenne para la mayoría de los hogares srilankeses, pero en los últimos tiempos la situación se ha vuelto más desesperante.
Jeevani Fernando, una ambientalista de Negombo, unos 30 kilómetros al norte de Colombo, dijo que hay escasez de agua en varias áreas de su localidad.
"Los ríos se están secando y el agua de las cañerías que llega a la mayoría de los hogares se reduce a entre dos y tres horas al día", señaló.
"A consecuencia hay muchos problemas para las mujeres, debido al impacto en los niños en edad escolar, su alimento y educación, así como el lavado de la ropa", agregó.
Los expertos afirman que parte del problema radica en que la capacidad de las reservas que abastecen a buena parte de esas cañerías es limitada y no permite aprovechar las lluvias de alta intensidad. Esto causa un flujo residual hacia el océano, lo que también ocurre debido a las inundaciones.
"También se forma cieno en la reserva, lo que reduce aún más su capacidad", explicó Navaratna.
El hecho de que los gobernantes hayan tenido una lenta respuesta a la crisis no ha ayudado. Desde hace algún tiempo discuten programas para potenciar la cosecha de lluvias, pero no han ido más allá.
Además, Athukorala observó que los debates que mantienen las autoridades nacionales u otras agencias a propósito del agua rara vez incluyen a las mujeres en sus preocupaciones.
"Todos dan por sentado el tema del agua, incluso las mujeres parlamentarias", dijo.
Su respuesta a la falta de acceso al líquido consiste en "brindar agua por cañería, sin darse cuenta de que los recursos hídricos cada vez son más escasos", añadió.
Las organizaciones no gubernamentales asumieron la responsabilidad de actuar. El Lanka Rainwater Harvesting Forum, por ejemplo, ha intentado aliviar la carga que padecen las mujeres en relación al agua donando a áreas específicas tanques de hormigón armado, que se instalan encima o debajo del suelo.
En la temporada lluviosa, el agua de las precipitaciones se filtra desde el techo hacia estos tanques con capacidad para 5.000 litros, y puede usarse con moderación durante unos 50 días cuando llega el periodo seco. Hasta ahora, organizaciones como el Foro han donado un total de 35.000 tanques de agua de lluvia.
Sin embargo, éstas son soluciones provisorias, que abastecen a una población muy limitada. Mientras, la crisis hídrica parece estar volviéndose más compleja.
Ariyananda destacó que la calidad del agua también es un problema.
El alto contenido mineral del agua en las regiones nor-central y oriental del país hace que "los dientes de los niños se decoloren y, luego de un proceso prolongado, los huesos se vuelvan quebradizos", dijo.
Bandara, la esposa de cultivador de arroz, expresó que es también por eso que ella tiene que trasladarse más lejos para buscar agua: la que hay en su pozo tiene un alto contenido de fluoruro.
En Magombo, Fernando se queja del agua salobre de los pozos de su distrito. "Esto deposita una responsabilidad tremenda sobre las mujeres del hogar, de garantizar agua potable e higiene", sostuvo.
Luego está el vertido de desechos sólidos en ríos, lagos y otros cursos hídricos. Y el agotamiento de los recursos hídricos subterráneos en las ciudades, dado que los pocos pozos existentes están contaminados debido a que están cerca de los tanques sépticos.
"Hay una necesidad urgente de proteger y recargar los pozos en la ciudad, incluso para otros usos, como el lavado y los retretes, porque el agua por cañería será un problema en el futuro. Aquí, la higiene y la salud se vuelve un problema más serio y esa carga, nuevamente, es manejada por mujeres", dijo Athukorala.